CAPITULO 3

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-¿Tenías necesidad de comportarte como una grosera? -preguntó Tôya cuando llegaron al hotel. Sakura suspiró. Estaba cansada, y tener que enfrentar a Shaoran Li había agotado su paciencia.

-Fui más amable que él.

-No hiciste más que darte importancia, para demostrar que la gran arqueóloga es la que tiene que mandar siempre.

¿La gran arqueóloga? Estuvo a punto de soltar la carcajada. Su prestigio profesional era casi nulo; si la fundación la respetara o confiara en sus opiniones, no habría tenido que tratar con tipos de la calaña de Shaoran Li. Pero Tôya siempre se había mostrado celoso de que ella hubiera seguido los pasos de su padre, y siempre estaba dispuesto a montar en cólera cuando le parecía que ella intentaba disminuirlo.

-No me estaba dando importancia. Simplemente traté de demostrarle que no podrá intimidarme. Y de todos modos, ese hombre no me parece una buena elección. Esta tarde cuando hablaron con él estaba bebiendo; esta noche estaba bebiendo y posiblemente haya estado bebiendo constantemente entre una entre vista y la otra. Un borracho no es el guía ideal.

-¿Así que también quieres dirigir esa parte del asunto? -se burló Tôya.

Le costó, pero no perdió la paciencia. Tal vez la contuvo la sensación de culpa, porque sabía que ella siempre fue la preferida de su padre. No podía menos que sentir lástima por Tôya, aunque al mismo tiempo tuviera que luchar contra la impaciencia que le provocaba. Cualquier fracaso que él sufriera en la vida siempre era culpa de otro, y por lo general ese otro era ella.

-Lo único que me interesa -dijo, cortante- es encontrar la ciudad de los Anzar y limpiar el nombre de nuestro padre. Y creo que nuestras posibilidades de lograrlo serían mayores si por lo menos nuestro guía no fuese un borracho.

-¿Y supongo que crees que a mí no me importa un bledo el buen nombre de papá? También era mi padre, ¿sabes?

Ella lo sabía. Por mucho que Tôya la enfureciera, no podía olvidar que él también había querido al profesor. Eso era lo que le impedía borrar por completo a su hermano de su vida.

-Olvidemos este asunto, ¿quieres? -intervino Reed-. Estamos todos cansados. Ya sé que el aspecto de Li no es bueno y que habla como un grosero, pero tiene fama de ser el mejor. Mañana cuando lo vea le diré que contenga su lengua. Y ahora, ¿por qué no dormimos un poco?

Lo dijo en un tono tranquilizador, como si fuera un verdadero pacifista, pero su mirada fue una advertencia para Tôya. Sakura la notó, aunque simuló no darse cuenta. Reed se esmeraba en parecer un tipo inocuo, pero ella no creía que lo fuera, sobre todo porque la expresión de sus ojos no coincidía con sus actitudes. Como le convenía cortar la conversación antes de que degenerara en una pelea, murmuró "buenas noches" y se encaminó a su cuarto.

Reed le hizo una seña con la cabeza a Tôya y ambos se encaminaron a sus respectivos dormitorios.

-No la enfurezcas-aconsejó Reed-. Si ella decide echarse para atras, nos quedaremos con las manos vacías. Tôya se puso de mal humor, como le sucedía siempre cuando alguien lo criticaba.

-Ella no hará ningún trato con Li -contradijo-. No lo tolera.

-Li no es el único guía que hay. Si tu hermana llega a convencer a otro de que esas joyas realmente existen, es posible que consiga que la financien y que vayan por su cuenta en busca del tesoro. Trata de controlar tu mal genio, por lo menos hasta que estemos en camino y ella no pueda arrepentirse.

-Está bien, está bien. Pero la actitud de Sakura me enfurece.

Reed consiguió esbozar una sonrisa.

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