Avanzó aún con más cautela que antes, abriéndose paso por entre el enredo de malezas, y penetró en la fría oscuridad. Tenía la sensación de ser un intruso, como si los ojos ciegos que lo contemplaban supieran que él no tenía nada que hacer allí.
Bueno, Sakura ya tenía su estupendo hallazgo. Aún sin el Corazón de la Emperatriz, esas estatuas revolucionarían el mundo, y no sólo el mundo de la arqueología. A los historiadores también se les haría agua la boca por verlas, por tratar de deducir su significado.
No había trampas cazabobos ni pisos que se hundían. Bajo sus pies había roca sólida.
Shaoran recorrió la inmensa sala cavada en la roca viva, entre las dos hileras de mujeres guerreras que montaban una guardia eterna.
Se hallaba en una alcoba ubicada en el extremo opuesto. Allí había un sepulcro, también cavado en la roca. Cubierto de polvo y de telarañas, lo mismo que todo lo demás en ese salón silencioso. La figura de un hombre había sido tallada en bajo relieve en la tapa. Y arriba del sepulcro, en un nicho propio, había otro guardia. Allí, resplandeciendo a pesar del polvo acumulado por un número desconocido de años, reflejando con un resplandor rosado la luz de la linterna con que Shaoran lo iluminaba, estaba el Corazón de la Emperatriz.
Era una gema inmensa, más grande que el puño de Shaoran y tenía una forma parecida a la del corazón de un ser humano.
Una fortuna lo miraba a la cara.
Después de haber vivido tantos años en Brasil, Shaoran sabía algo acerca de diamantes, y esa piedra parecía un diamante. Supuso que cabía la posibilidad de que fuera un granate, pero no lo creía. Había allí demasiado fuego, demasiada profundidad. Estaba cortado con tosquedad, pero aun así era magnífico. La mayor parte de los diamantes coloreados eran pálidos, los de colores intensos eran extremadamente raros, por lo general muy pequeños y muy caros. Había oído decir que los diamantes colorados eran los más raros de todos, y allí estaba él, contemplando uno que no sólo era de un rojo profundo sino que debía de ser del tamaño del diamante Cullinan, o más grande aún. Esa gema era de veras invalorable.
¿Pero valía las vidas de todos ellos? Si Reed se enteraba de su existencia, habría muertes. Shaoran tendría que matar a Reed y a Dutra o arriesgar no sólo su vida y la de Sakura sino la de todos los hombres que integraban la expedición.
Pero, por otra parte, si él fuera el único que se enterara de la existencia de esa piedra...
Se deslizó detrás del sepulcro, iluminando el lugar con la linterna para asegurarse de que no hubiera reptiles. Los había. En un rincón vio una víbora que dormía plácidamente después de haber devorado alguna rata. La tocó con el palo y la víbora se alejó en silencio. Después Shaoran se irguió y retiró con cuidado el Corazón de la Emperatriz de su lugar de descanso.
Era sorprendentemente pesado; calculó que por lo menos debía de pesar medio kilo. Lo sopló para quitarle el polvo y luego lo lustró contra sus pantalones; y el rojo profundo resplandeció con un fuego que lo dejó admirado y lo hechizó. Era lo más hermoso que había visto en su vida, un objeto cálido cuando la mayoría de los diamantes eran fríos.
A Sakura no le hacía falta ese diamante para atraer la atención del mundo; eso lo lograrían las estatuas. Y de todos modos lo que a ella le interesaba no era el dinero. Si Sakura tuviera el diamante, y lograran regresar vivos a Manaos, lo entregaría al gobierno de Brasil. ¡Pero, por Dios, las cosas que podría hacer él con esa gema!
Esa alhaja valía más dinero del que pudiera siquiera imaginar. Podría comprar sus propias lanchas e instalar un servicio de charters, y hasta quizás aventurarse a iniciar un servicio de charters aéreos. Hacía años había obtenido su licencia de piloto pues muchos lugares del Amazonas sólo resultaban accesibles por vía aérea, y le pareció que en eso había posibilidades. Y podría proporcionarle a Sakura todo lo que ella quisiera durante el resto de su vida. No porque ella deseara muchas cosas. ¿Qué se le podía comprar a una mujer que se sentía feliz escarbando la tierra? ¿Más tierra?
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SALVAJE
Fanfiction» La arqueóloga Sakura Kinomoto se ve envuelta en una misión un tanto aterradora: rodeada por un cazatesoros, un asesino a sueldo, un hermano que la odia y un guía que la vuelve -Literalmente- loca. Todo sea por su padre. Adaptacion de L Howard. Es...