CAPITULO 8'2

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-Dime si quieres navegar más despacio para poder estudiar mejor un lugar determinado -le dijo Shaoran, dejando de lado su mal humor en beneficio del trabajo. Había notado el cambio de comportamiento de Sakura. Debían de hallarse cerca del punto donde tendrían que abandonar las lanchas e internarse a pie en la jungla. Hacía dos días que habían pasado el último poblado, y desde entonces vieron una sola embarcación. La selva se apretaba, el río era cada vez más angosto y el aire, si eso era posible, parecía cada vez más caliente y más húmedo. Al mediodía era casi imposible respirar. Debían de encontrarse en el Ecuador.

También se dirigían hacia unas montañas. En su mayor parte, el Amazonas corría por la llanura, pero el río Negro nacía en las montañas que se extendían hasta Colombia y Venezuela. Montañas verdes y misteriosas, prácticamente inexploradas. No muchos años antes, en esas mismas montañas, descubrieron a la tribu Yano mami, que había vivido durante siglos aislada y en las condiciones de la Edad de Piedra.

Sakura no apartaba la mirada de la jungla.

-No muy lejos de aquí el río se bifurca, ¿verdad?

Shaoran lanzó una carcajada.

-De acuerdo con los mapas aéreos, sí. Yo nunca llegué tan lejos, cielo. Aquí arriba no hay más que tribus indias aisladas que pueden o no haber visto alguna vez a un hombre blanco y que pueden o no ser cazadores de cabezas.

Sakura ignoró su último comentario.

-Cuando se bifurque toma el ramal de la izquierda.

-Sí, señora. ¿Y después qué?

-Te lo diré cuando lo vea.

Bien pensado, se dio cuenta de que esa desconfiada no le había dicho la verdad cuando le indicó la zona aproximada a la que se dirigirían. Pero Sakura era inteligente, eso había que admitirlo. Con la información que le dio, él había podido calcular las provisiones necesarias para llegar hasta donde en realidad irían.

Una hora después llegaron a la bifurcación del río y Shaoran viró hacia la izquierda. La navegación resultaba más difícil porque el río era cada vez menos hondo y más angosto, y Shaoran dio orden de navegar con la mayor lentitud, hasta el punto de que casi no avanzaban. Sakura no se apartaba de la proa, desde donde estudiaba con ansiedad el terreno que iban pasando.

-No te inclines tanto -advirtió Shaoran-. Si llegamos a chocar con alguna raíz sumergida te irás al agua. Ella retrocedió, obediente, pero le costaba contenerse. Tenía miedo de no ver la señal, de haberse equivocado al descifrar el código de su padre, pese a haber repetido muchas veces el procedimiento para estar segura.

Shaoran se paró a su lado y, al volverse, Sakura vio que Pepe se había hecho cargo del timón. ¿Y si se le hubiera pasado la marca en ese instante en que se volvió a mirar a Pepe?

-Dime una cosa -dijo Shaoran-. Si Carvajal remontó el Amazonas y encontró la ciudad de los Anzar, ¿por qué nosotros remontamos el río Negro? Sé que hasta este momento no me has dicho la verdad acerca de nada, pero ya no hay motivo para que no me la digas, ¿no crees?

-Cuando te conté la historia de Carvajal, simple mente no entré en detalles. Durante la expedición, Orellana y sus hombres tuvieron una breve escaramuza con la tribu Tapúa, y las mujeres luchaban a la par que los hombres. Carvajal las llamó las Amazonas.

Shaoran suspiró.

-¿De modo que inventaste todo lo que me dijiste sobre los Anzar?

-No. Aparte de Carvajal hay otras fuentes de información. Está el incidente con los Tapúa, de donde la mayoría de la gente considera que deriva su nombre, Pero hubo otras fuentes, otras historias acerca de una tribu completamente distinta de mujeres guerreras, en lo profundo del territorio. Los Anzar. Los nombres Anzar y Amazonas son similares. Por eso es fácil comprender que las historias de los Anzar hayan sido desestimadas y consideradas parte del mito de las Amazonas.

SALVAJEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora