La despertó el sonido del cierre relámpago de la carpa, y trató de erguirse, pero el dolor del hombro la inmovilizó.
-Mala idea -murmuró.
Shaoran asomó la cabeza y enseguida entró con una taza de café humeante en una mano. La depositó con cuidado en el piso, cerró la carpa y se volvió a mirarla. Sus ojos ámbar le examinaron el rostro, en busca de señales de fatiga o dolor. Después de haber dormido tan profundamente, Sakura supuso que debía de parecer atontada, pero sin rastros de cansancio. Shaoran debe de haber pensado lo mismo, porque se relajó.
-¿Cómo te sientes?
Sakura bostezó.
-Si no me muevo, me siento bien.
Shaoran la miró, vacilante.
-Creo que deberíamos quedarnos aquí un día, para descansar.
-Ésa es decisión tuya; nosotros haremos lo que nos digas. Pero quiero que sepas que estoy en condiciones de caminar, aunque todavía no pueda cargar con mi mochila. -Miró la taza de café. -¿Esa taza es tuya o la trajiste para mí?
-Las dos cosas. -Le deslizó un brazo por detrás de la espalda y la sentó con tanta facilidad como si se tratara de una niña. Sakura aferró la sábana y la sujetó debajo de los brazos, para cubrirse el pecho. Al verlo, Shaoran sonrió.
-Anoche eso no te preocupaba tanto -comentó mientras le ponía la taza en la mano.
Ella bebió cautelosa un sorbo del café caliente.
-¡Por supuesto que me preocupó! Pero no podía hacer nada.
Shaoran le pasó la mano por la espalda, presionando con los dedos para comprobar si estaba tensa o dolorida.
-¡Ummm! Exactamente allí -murmuró Sakura.
-Estás mejor de lo que esperaba -comentó él-. Posiblemente se deba a tu excelente estado físico. -Tomó la taza, bebió un poco de café, y se la devolvió.
-Y ahora veamos qué aspecto tiene ese hombro.
Estaba igual que la noche anterior, hinchado y lastimado, pero podía mover un poco más el brazo antes de que le doliera.
-Supongo que cuando lo tenga vendado me sentiré bien -opinó Sakura-. Aunque creo que deberías darme más aspirina, por la inflamación. Nunca creí que un hombro dislocado sería tan doloroso. Supuse que se lo volvía a colocar y listo.
-Pues ya ves que no es así -contestó Shaoran con sequedad.
-Es lo que acabo de descubrir. Ayúdame a vestirme y podremos iniciar la marcha.
-Creo recordar que dijiste que ésa era una decisión que debía tomar yo.
-Me parece que sufres de alucinaciones.
-Es posible. No recuerdo que jamás hayas dicho algo tan agradable.
Mientras hablaba apartó la sábana que la cubría. La miró con una sonrisa triunfante que muy pronto se trocó en una expresión absorta.
-¿Nunca piensas en otra cosa? -preguntó ella con tono de enojo, para ocultar la reacción que no podía disimular. Lo único que quería era recostarse.
-Por supuesto que sí -contestó Shaoran con aire distraído.
Sakura ya lo conocía bastante como para saber que creía que toda resistencia había quedado en el pasado y que ella le pertenecería en cuanto su hombro sanara lo suficiente como para permitirle hacer el amor. No quería encuentros sexuales pasajeros y dudaba de que Shaoran pudiera ofrecerle algo más. No era el tipo de hombre con quien una mujer podía planear un futuro; ofrecía pasarlo bien, pero en cuanto volviera a subirse los pantalones desaparecería. De modo que, a pesar de su aire confiado, la batalla todavía no estaba ganada. Sakura no se podía dar el lujo de bajar la guardia.
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SALVAJE
Fanfiction» La arqueóloga Sakura Kinomoto se ve envuelta en una misión un tanto aterradora: rodeada por un cazatesoros, un asesino a sueldo, un hermano que la odia y un guía que la vuelve -Literalmente- loca. Todo sea por su padre. Adaptacion de L Howard. Es...