CAPITULO 16'2

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Sentir el cuerpo sólido y fuerte de Shaoran y saber que estaba a salvo y bien le resultó tan sublime que pensó que no quería separarse nunca de él. Durante una hora de infierno en el amanecer no supo si estaba vivo o muerto, y el dolor que eso le produjo fue casi insoportable. Había perdido a Tôya; no sabía lo que hubiera hecho de haberlo perdido también a él.

-Shhh -susurró Shaoran-. Ahora estamos juntos. Todo saldrá bien.

-Tôya está muerto -informó ella con voz ahogada-. Dutra lo mató de un tiro delante de mis propios ojos.

Shaoran le acarició el pelo. Personalmente no consideraba que la muerte de Kinomoto fuese una pérdida muy terrible, pero diablos, era el hermano de Sakura.

-Lo siento muchísimo -contestó. Pero enseguida comenzó a urgirla a avanzar. -Vamos, mi amor. No podemos quedarnos aquí. Tenemos que ponernos en marcha y movernos rápido.

Ella lo siguió, pero la cabeza volvía a trabajarle.

-¿Por qué no nos quedamos aquí y les tendemos una emboscada cuando salgan? -Pero en cuanto lo dijo recordó la existencia del otro túnel-. No, claro. No sabemos por donde saldrán, ¿verdad?

-Apuesto a que lo harán por el otro túnel, pues no sabemos dónde está la salida. Les va a resultar el camino más seguro. Después tendrán que dar un gran rodeo para volver hasta aquí y regresar por el mismo camino por el que vinimos. Debemos aprovechar el tiempo de que disponemos para alejarnos lo más posible.

-Pero, ¿y Jorge y los demás?

-Pepe me dijo que se ocultarían hasta que Dutra y Reed se fueran. Después volverán al río. Ellos tienen experiencia en la jungla, no te preocupes, llegarán bien.

Sakura permaneció en silencio, para no gastar fuerzas. Shaoran la empujaba hacia adelante, casi a la carrera. Sakura cerró su mente y dejó que el cuerpo se hiciera cargo de ella. No quería pensar, porque si lo hacía recordaría a Tôya, y en ese momento no se podía dar el lujo de llorar. Más tarde habría tiempo para las lágrimas, cuando estuvieran a salvo, cuando la fuerza del impacto cediera y ella ya no pudiera contener el dolor. En ese momento lo único que podía hacer era seguir colocando un pie delante del otro con la mayor rapidez posible, sin la habitual prudencia de mirar hacia arriba y abajo antes de avanzar un paso.

Por fin Shaoran aminoró la marcha, le apoyó una mano en el brazo y se adelantó, ahora que el peligro de que los balearan por la espalda había pasado.

-Creo que ya lo podemos tomar con más tranquilidad -murmuró en voz baja, a pesar de que no había podido detectar ninguna señal de que los siguieran-. Debemos recorrer un largo camino.

Un camino muy largo, pensó Sakura. Alrededor de mil quinientos kilómetros. Se acobardaba de sólo pensarlo. Habían viajado esa distancia para llegar hasta allí, pero regresaban en circunstancias muy distintas, sin el apoyo de un grupo de hombres. De alguna manera Shaoran había logrado agenciarse una mochila, pero era imposible que tuviera comestibles suficientes para todo el viaje de regreso. Tendrían que cazar para comer y los disparos guiarían a Reed y a Dutra directamente hacia donde ellos estaban. En ese momento se le ocurrió un pensamiento positivo: Jorge y los demás eran más numerosos que Reed y Dutra, tal vez lograran contenerlos. Cabía la posibilidad de que ella y Shaoran no fueran perseguidos. Pero nunca lo sabrían, y por lo tanto no podían arriesgarse.

La noche anterior se acostó pensando que jamás había sido tan feliz. Ahora estaba atontada por el shock. Su hermano cayó muerto delante de sus propios ojos, y ella y Shaoran huían para salvar sus vidas. Tuvo ganas de gritar por la ironía de la situación, pero tampoco se animó a hacerlo. Sólo podía seguir caminando, porque sólo sobreviviendo podía alentar la esperanza de llevar a Dutra ante la justicia.

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