De repente Tôya se detuvo y sus fuerzas lo abandonaron. Cayó de rodillas al piso y allí quedó, temblando como una hoja.
-¡Dios! -susurró. Después de un minuto consiguió alzar la cabeza. -¿Se pondrá bien?
Shaoran deseó tener un poco de hielo para ponerle en el hombro a fin de aliviarle el dolor y la hinchazón, pero eso era lo mismo que pedir la luna.
-Durante un par de días la articulación le va a doler mucho. -Tomó una cantimplora de agua y mojó un pañuelo para limpiarle la cara y el cuello. -Está en estado de shock. Colóquele los pies sobre sus piernas -ordenó, y Tôya obedeció sin chistar.
Poco a poco Sakura empezó a sentirse mejor; aunque el hombro seguía palpitándole, ya no era la tortura de antes. La sensación de náusea desapareció.
-¿Te sientes mejor ahora? -preguntó Shaoran, solícito.
-Muy bien -murmuró ella.
-Así me gusta. Si tienes fuerzas para sentarte, te vendaré el hombro. Cuando esté inmovilizado no seguirá palpitándote.
Hablaba como si él hubiera vivido esa experiencia.
Sakura sintió un principio de curiosidad que desapareció con rapidez. Simplemente no tenía la energía suficiente para iniciar el tema. Con cuidado, Shaoran la sentó contra sus rodillas. Todos la rodeaban y, por diferentes motivos, la observaban con preocupación. Sakura notó que el único que no se había acercado era Dutra. Por lo que ella alcanzaba a recordar, ese hombre seguía en la misma postura en que estaba cuando Tôya cayó. En su rostro de bruto había una expresión burlona.
El botiquín de primeros auxilios incluía vendas elásticas de distintos anchos, para el caso de que hubiera torceduras de tobillos o de rodillas. Shaoran eligió la más ancha para vendarle el hombro con fuerza. Después escogió otra para inmovilizarle el brazo, asegurándoselo al cuerpo. De no haberse sentido tan mal, Sakura le hubiera dirigido una mirada asesina, porque el vendaje no la aliviaba; al contrario, el hombro le palpitaba más.
-Ya sé que duele -dijo Shaoran, como si le hubiese leído los pensamientos-. Pero espera un minuto. Te prometo que pronto empezarás a sentirte mejor.
Por suerte, el dolor comenzó a ceder. Shaoran le dio un par de aspirinas, que ella tomó agradecida.
Pepe regresó cuando Sakura todavía estaba apoyada contra las rodillas de Shaoran, y Eulogio le informó lo sucedido. Shaoran habló con Pepe en voz baja, y ella alcanzó a escuchar la respuesta del indio. Por lo visto pronto podrían abandonar esa maldita saliente; sólo faltaba alrededor de una hora de marcha. Pero habían perdido tanto tiempo que quizá no lograran hacerlo antes de que cayera la noche.
-Entonces tendremos que seguir caminando después del anochecer -dijo Shaoran-. No vamos a pasar la noche en esta saliente. -Bajó la cabeza para preguntarle:- ¿Crees que podrás caminar mi amor?
Sakura vaciló.
-Creo que sí, siempre que me ayudes a ponerme de pie.
Con cuidado, él la ayudó a pararse y Tôya se colocó con rapidez del otro lado para ayudarla a mantener el equilibrio. Sakura se tambaleó un instante, pero respiró hondo un par de veces y logró permanecer firme sobre los pies. Hasta consiguió esbozar una pequeña sonrisa.
-Lista -anunció.
Shaoran deslizó los brazos dentro de las correas de su mochila y luego cargó también la de Sakura.
-Nos podríamos dividir la carga de ella -ofreció Tôya.
-No quiero perder tiempo haciendo eso. Tenemos que estar fuera de este saliente antes de que oscurezca. Yo puedo llevar el peso durante una hora.
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SALVAJE
Fanfiction» La arqueóloga Sakura Kinomoto se ve envuelta en una misión un tanto aterradora: rodeada por un cazatesoros, un asesino a sueldo, un hermano que la odia y un guía que la vuelve -Literalmente- loca. Todo sea por su padre. Adaptacion de L Howard. Es...