Hacer el amor desenfrenadamente bajo la lluvia torrencial fue una experiencia que ninguno de los dos olvidaría.
Cuando todo terminó, él la depositó en el suelo y la sostuvo hasta estar seguro de que sus piernas la sostendrían. Sakura se tambaleó un segundo, y enseguida ambos se encaminaron hacia la carpa, sin soltarse. Shaoran no quería apartarse de ella un solo instante. Todavía seguía levemente atontado por la pasión, tan intensa que nunca lo hubiera creído posible.
Se secaron como pudieron, pasándose las manos por el cuerpo. En el creciente calor, pronto estuvieron apenas húmedos y empezaron a vestirse.
Sakura casi había terminado cuando Shaoran de repente se puso tenso.
-No te asustes -dijo con suavidad.
Sakura quedó petrificada, y levantó la cabeza. A tres metros de distancia, apenas visibles entre la maleza, había un grupo de indios que los miraban con expresión inescrutable. Aparte de un breve taparrabos, estaban desnudos e iban armados con arcos y flechas. Permanecían inmóviles, pero sus negros ojos no perdían detalle.
-Son Yanomami -dijo Shaoran en voz baja.
-¿Hostiles?
-Depende del contacto que hayan tenido con los blancos y de la clase de contacto que haya sido. Por lo general son activamente hostiles.
-¿Qué vamos a hacer?
-Veremos lo que quieren. -Mantenía la mano cuidadosamente alejada de la pistola.
Aquél era un grupo de cazadores; las puntas de las flechas que llevaban estaban impregnadas de veneno, una sustancia con la que Shaoran no deseaba tener contacto. Les habló en su idioma. Le respondió el mayor de los indios, un hombre de gran dignidad, con cabello canoso.
Tras algunos instantes de conversación Sakura notó que los indios se relajaban y que sus expresiones severas se transformaban en sonrisas. El canoso dijo algo y golpeó las manos varias veces, como si aplaudiera, y todos rieron.
Shaoran también reía.
-¿Qué es tan gracioso? -preguntó ella.
-¡Ah! Nada.
Shaoran no habría podido decir nada que despertara más su desconfianza y su curiosidad.
-¿De qué se trata? Será mejor que me lo digas.
-El simplemente se preguntaba por qué estábamos haciendo plaf-plaf en la lluvia en lugar de hacerlo en nuestra pequeña moloca... que significa "casa" para ellos, "carpa" para ti.
Sakura se dio cuenta que se estaba poniendo colorada hasta la raíz del pelo al comprender que habían hecho el amor delante de varios testigos interesados pero sumamente intrigados, pero al mismo tiempo tenía unas ganas casi incontrolables de reír.
-¿Plaf-plaf? -preguntó en un hilo de voz. Los ojos de Shaoran brillaban de diversión.
-Sí, ya sabes. -Golpeó una mano con otra con suavidad, recreando el sonido de cuerpos mojados que se movían al unísono-. Plaf-plaf.
Ella se llevó las manos a la boca, pero no pudo contener la risa. Los Yanomami se unieron a su risa.
Los Yanomami les ofrecieron hospitalidad y Shaoran decidió que sería más peligroso insultarlos rechazándola que acompañarlos y correr el riesgo de que Dutra y Reed llegaran a las lanchas antes que ellos.
Los indios los escoltaron hasta la moloca, la casa comunal donde vivían todos. Era una enorme estructura redonda, de paja, imposible de detectar desde el aire. Shaoran explicó que la tribu era relativamente pequeña, de sólo alrededor de cincuenta personas, aunque esos grupos pocas veces superaban las doscientas almas.
Todos los habitantes del pueblo salieron a recibir a los recién llegados; los niños morochos y desnudos lanzaban risitas tímidas, las mujeres se encargaron de separar a Sakura de Shaoran, a quien los hombres llevaron en otra dirección.
-¿Qué debo hacer? -preguntó Sakura, curiosa pero algo alarmada.
Shaoran la miró por sobre el hombro y le sonrió. -Sonríe y trata de estar lo más hermosa posible.
-Muchas gracias -contestó ella.
Luego siguió su consejo y les sonrió a las mujeres. Eran de edades muy variadas, que iban desde una matriarca desdentada hasta jovencitas de pechos apenas desarrollados. Las mujeres llevaban el pecho desnudo; de hecho en el pueblo nadie usaba nada ni remotamente parecido a una camisa. Los hombres usaban un trapo enrollado atado a la espalda encima de las nalgas, mientras que las mujeres usaban cinturones de los que colgaban innumerables hilos y que les dejaban las nalgas al descubierto.
Sakura no hablaba una sola palabra del lenguaje de esa gente, pero le resultó un alivio que algunas indias supieran un poco de portugués, de manera que se pudo comunicar con ellas en un nivel elemental. Por lo visto se encontraban en plena preparación de la comida comunitaria y les alegraba que las acompañara mientras trabajaban. Sakura pronto se encontró sentada en el piso con un bebé en brazos y dos chiquitos gateando sobre sus piernas.
Los hombres regresaron con Shaoran; parecían todos de excelente humor.
Él le guiñó un ojo, pero permaneció con los hombres mientras comían. Ella siguió jugando con el bebé mientras comía un plato hecho de pescado, mandioca y fruta fresca. Sakura sabía que esos indios consumían mucha mandioca. Era una excelente fuente de carbohidratos y la base de la dieta de esa gente. Era necesario saber cómo preparar la mandioca porque en caso contrario resultaba muy indigesta. Al ver que nadie se desplomaba, Sakura supuso que estaba bien preparada.
Después de comer, Shaoran se le acercó y se sentó a su lado.
-No sabes lo bien que quedas con un bebé en brazos -comentó, mientras acariciaba el pie de la criatura.
Ella le dirigió su mirada más dulce.
-¿Te importaría tener un hijo mío? -preguntó Shaoran.
La sonrisa de Sakura se esfumó y, sin que ella misma lo supiera, su expresión se suavizó al mirar al pequeño que tenía en la falda y luego nuevamente a Shaoran.
-Lo conversaremos cuando suceda -dijo por fin.
Él asintió y cambió de tema.
-Esta noche nos quedaremos aquí. No me gusta perder tiempo, pero en este momento se muestran amistosos y no me gustaría provocarles un cambio de actitud. De todos modos, mientras estemos con ellos nos encontraremos a salvo.
-Pero, ¿y si Reed y Dutra llegan a las embarcaciones antes que nosotros?
-El jefe me prometió que él y algunos de sus hombres mañana nos acompañarán hasta el río. Estamos un poco más cerca de lo que yo creía. Creen que encontrarán el lugar donde dejamos las lanchas. Diablos, lo más probable es que nos estuvieran espiando cuando desembarcamos. Les conté lo sucedido y les dije que es posible que nos persigan dos hombres con intenciones de matarnos. Datta Dasa, el jefe, me aseguró que nos protegerán hasta que partamos. Después tendremos que arreglarnos solos.
-De nuevo -agregó ella.
-Sí. Pero como quedarnos aquí es un riesgo que debemos correr, será mejor que nos dejemos llevar por la corriente. Mientras nos hallemos aquí tendremos la posibilidad de bañarnos con el jabón que ellos fabrican, y lavar a fondo nuestra ropa.
-¿Pero qué nos vamos a poner mientras la ropa se seca?
Shaoran esbozó su sonrisa maliciosa.
-Exactamente lo que usan los Yanomami.
![](https://img.wattpad.com/cover/109737731-288-k100304.jpg)
ESTÁS LEYENDO
SALVAJE
Fanfic» La arqueóloga Sakura Kinomoto se ve envuelta en una misión un tanto aterradora: rodeada por un cazatesoros, un asesino a sueldo, un hermano que la odia y un guía que la vuelve -Literalmente- loca. Todo sea por su padre. Adaptacion de L Howard. Es...