CAPITULO 20'2

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La lancha se estremeció y el ritmo del motor cambió. ¡El muy maldito le había disparado al motor en lugar de a ellos!

La otra lancha se les acercaba a toda velocidad, con el acelerador a fondo y el timón asegurado, de manera que no cambiaba de rumbo.

-¡Agárrate! -gritó Shaoran, saltando hacia proa-. ¡Ese desgraciado nos va a chocar!

Sakura miró frenética por sobre el hombro, mientras sentía que el timón pugnaba por escapársele de las manos y el motor tosía y se trababa. Con un esfuerzo desesperado tiró del timón hacia un lado para tratar de alejarse del paso de la lancha de Dutra. La lancha viró con lentitud, sin fuerza, y casi de inmediato la otra embarcación se estrelló contra ellos. El impacto lanzó a Sakura rodando por la cubierta hasta quedar con la cabeza contra la borda. Alcanzó a ver que a último minuto Shaoran atinaba a aferrar uno de los postes que sostenían el techo, para no caer al agua.

Sakura había logrado que la lancha virara un poco, de manera que no fue una colisión directa. La otra lancha los embistió desde atrás y a la derecha, haciéndolos girar con violencia. La proa de la embarcación de Dutra continuaba avanzando, impulsada por el motor en funcionamiento.

La madera se rajó; la proa de la lancha de Dutra y la popa de la de ellos se unieron, las estructuras se derrumbaron y las embarcaciones quedaron pegadas como dos trozos de arcilla. La fuerza del impacto destruyó el timón y el acelerador de la segunda lancha, y el motor enmudeció.

El repentino silencio fue tan total, tan opresivo que recién entonces Sakura se dio cuenta de lo ruidoso que había sido el choque. Atontada, trató de ponerse de pie, pero todo giraba a su alrededor y cayó de rodillas.

Las provisiones estaban diseminadas por toda la cubierta. La fuerza del impacto obligó a Shaoran a dejar caer la pistola, que, por suerte, no había ido a parar al agua. Se apresuró a agarrarla y se volvió hacia popa, con todos los músculos tensos.

-¿Estás bien? -preguntó.

-Sí -contestó Sakura, aunque no estaba muy segura. Pero se las arreglaría.

Shaoran avanzó con dificultad hacia la astillada popa de la lancha, sobre la que se había montado la proa de la lancha de Dutra. Un agua negra empezaba a cubrir la cubierta.

-Busca el bote e ínflalo -dijo Shaoran por sobre el hombro.

Sakura luchó contra el mareo y cruzó la cubierta resbaladiza rumbo al bote. La lancha estaba cada vez más escorada. Sólo tendrían algunos minutos, como máximo, para abandonarla.

El agua lamía las botas de Shaoran mientras él hacía a un lado una parte de la proa deshecha. ¿Dónde estaba Dutra? De haberse hallado en la proa debía haber muerto, porque toda esa parte de la lancha se había hecho añicos. Además había recibido dos disparos. Vio un trozo de madera manchado de sangre.

Pero no había rastros de Dutra, ni vivo ni muerto. Ningún movimiento ni sonido, aparte del crujir de las maderas cuando las embarcaciones se alzaban y caían movidas por el oleaje.

El impacto pudo haberlo arrojado al río. Si en ese momento estaba inconsciente, ya debía de haber muerto.

¿Sería posible que hubiera llegado a tierra sin que lo vieran y en tan corto tiempo?

Shaoran observó la orilla con cuidado en busca de ramas que se movieran y denunciaran el paso de alguien. Pero todo parecía normal; las mariposas volaban sin que nada las molestara.

Se volvió hacia las lanchas, pero estaban ambas tan destrozadas y astilladas que resultaría imposible revisarlas en los pocos minutos que faltaban para que se hundieran. Sabía que existía la posibilidad de que Dutra estuviera colgado del otro lado de la lancha, pero no tenía tiempo de averiguarlo. Debían inflar el bote, cargar alimentos y alejarse de allí.

El agua ya le llegaba a media pierna. Shaoran trepó por lacubierta cada vez más inclinada hasta el lugar adonde Sakura había arrastrado el bote para poder inflarlo. Junto al bote había un tanque de aire presurizado que Sakura acababa de arrastar hasta allí. Shaoran la ayudó a sostener el bote, ajustó la válvula del tanque de aire y la abrió. El aire surgió con un silbido violento e infló el bote en pocos segundos. La embarcación de goma tenía capacidad para seis personas, era tan grande que les costaba sostenerlo. Con rapidez, Sakura cerró la válvula mientras Shaoran aseguraba el cierre. Después ató el cabo del bote a uno de los palos que sostenían el techo de la lancha, y lo lanzó al agua.

-Salta -ordenó y Sakura saltó dentro del bote. Después Shaoran le pasó la pistola. -Tienes que estar atenta -advirtió-. No pude encontrar a Dutra. Quizá se haya ahogado, pero no lo sé con certeza.

Sakura asintió; aferró la borda de la lancha con la mano izquierda para impedir que el bote se alejara, mientras en la derecha empuñaba la pistola.

Shaoran tomó su mochila y la arrojó dentro del bote. No pensaba dejar el diamante, y además volverían a necesitar la carpa. Después le alcanzó a Sakura el pequeño motor fuera de borda. Pesaba unos buenos veinticinco kilos, pero ella consiguió recibirlo sin soltar la pistola. ¡Qué mujer!

Shaoran buscó los tanques de combustible, los cargó y luego empezó a tomar cajas de provisiones, que iba tirando al bote mientras Sakura colocaba el motor en su lugar.

De repente el bote escoró.

-Ya basta -dijo Sakura-. Ven.

-Remos -contestó Shaoran y los arrojó al bote. Ella le dirigió una mirada furibunda.

-Debiste haber cargado los remos y el motor antes que nada. ¡Ahora, vamos!

Shaoran pensó que le convenía obedecer, así que desató el cabo que unía el bote a la lancha, pasó las piernas sobre la borda y se dejó caer.

Se movió con rapidez hacia la popa y aseguró los tanques de combustible al motor; luego bombeó.

-Saca un cargador nuevo de la mochila. La pistola está casi descargada.

Sakura se acercó con cuidado a la mochila para no escorar el bote.

-Están en el bolsillo de adelante -indicó Shaoran. Oró en silencio y tiró de la soga de arranque. El motor tosió. Volvió a tirar tres veces en rápida sucesión y el motor arrancó.

Sakura encontró el cargador y lo sacó, pero al hacerlo tocó algo extraño dentro del bolsillo.

Con un gorgoteo, las dos lanchas empezaron a hundirse. Shaoran se valió del bichero para alejar el bote a prudente distancia. Mientras se alejaban observó con detenimiento las lanchas, pero no vio ni rastros de Dutra. Hizo un círculo completo con el bote alrededor de las lanchas, pero sin ningún resultado.

Posiblemente Dutra estuviera en el fondo del río.

Se instaló en el timón, pensando en la tarea que le esperaba para conseguir que llegaran sanos y salvos a Manaos por ese gran río y en un bote inflable.

Sakura estaba revisando la mochila. Shaoran sofocó una maldición cuando la vio sacar algo envuelto en un pañuelo y mirarlo con expresión intrigada. Abrió el pañuelo y el sol resplandeció en mil rayos rojos.

Sakura lo miró.

-¡Es el Corazón de la Emperatriz! -exclamó-. ¡Lo encontraste!

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