Shaoran continuó con su tarea, pero su expresión era pensativa. Durante las semanas de convivencia se había acostumbrado a observar a Sakura, a estudiarla de cerca para tratar de encontrar alguna falla en su armadura defensiva que le permitiera llegar hasta ella.
De manera que era ya todo un experto en descubrir la más leve diferencia en su comportamiento, y en ese momento sus sentidos se alertaron. Esa mujer andaba en algo, ¿pero qué?
Sakura estaba sentada en el piso de la carpa, con las instrucciones cifradas delante de sí y el cuaderno de notas sobre la falda. Aunque había memorizado las instrucciones, escribirlas en inglés la ayudaba a clarificar sus pensamientos. Cuando terminó de hacerlo, permaneció largo rato estudiando lo que acababa de escribir. Un leve sonido fuera de la carpa la alertó, y guardó presurosa el cuaderno debajo de la colchoneta. Shaoran abrió la entrada de la carpa y entró.
-Pasa -dijo ella con tono sarcástico.
-Gracias. -Le guiñó un ojo. -Ya estoy adentro. Bueno, ¿en qué andas?
Se instaló a su lado y Sakura supo que no se movería de allí hasta que ella le hubiera dado una respuesta satisfactoria. Ese guiño no era más que una manera de ocultar su férrea determinación.
Sacó el cuaderno y le pasó lo que acababa de escribir.
-Recordé que las instrucciones no terminaban con el túnel -dijo en voz muy baja, para que desde afuera no pudieran oírla.
Shaoran leyó lo que acababa de escribir.
-¿Y qué vas a hacer al respecto?
-No sé. -Sakura suspiró con expresión indecisa. -Lo que he encontrado hasta ahora no es exactamente fabuloso y sin duda no está en el mismo nivel de la tumba del rey Tut ni de lo que encontraron en Ouosalla. He hallado pruebas de que aquí vivieron seres humanos, pero nada, absolutamente nada que indique que eran una tribu desconocida. Tenemos un túnel maravilloso que nos condujo hasta aquí, pero no mucho más. Por supuesto que los arqueólogos se interesarán y con el tiempo alguien financiará una excavación, pero no nos hemos topado con nada que merezca aparecer en la primera plana de los diarios. Yo quería encontrar algo que obligara a los arqueólogos a concederle a papá el mérito que merece, y no he encontrado nada que lo justifique.
-A menos que esté aquí -agregó Shaoran, alzando el papel.
-Sí.
-Y por otra parte, si lo encontramos, tendremos graves problemas.
-Sí -repitió ella con tono sombrío.
Shaoran le tomó la barbilla y la levantó. Durante algunos instantes la miró con una sonrisa triste. Después se inclinó y la besó.
-De manera que lo que haremos es esto: yo buscaré la alhaja mientras tú distraes a esos cretinos. Si llegara a encontrar el Corazón de la Emperatriz, te lo diré y decidiremos juntos lo que hay que hacer. No tiene sentido que te preocupes tanto por un diamante que ni siquiera sabes si existe.
-¡Por supuesto que existe!
-Entonces también tenemos que tomar en cuenta la posibilidad de que alguien se lo haya llevado de aquí hace siglos. Por supersticiosa que sea, la gente no deja alhajas así tiradas por cualquier parte. El Corazón de la Emperatriz ni siquiera cuenta con la protección de una buena y amenazadora maldición.
-Pero para nosotros podría llegar a ser una verdadera maldición.
-Más tarde decidiremos lo que hay que hacer, aunque la alhaja no exista, tal vez yo pueda encontrar algo que sea de mucho interés para ti. ¿Quién sabe? A lo mejor esa gente ocultó todos sus objetos interesantes.
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SALVAJE
Fanfiction» La arqueóloga Sakura Kinomoto se ve envuelta en una misión un tanto aterradora: rodeada por un cazatesoros, un asesino a sueldo, un hermano que la odia y un guía que la vuelve -Literalmente- loca. Todo sea por su padre. Adaptacion de L Howard. Es...