Empezaba a acercarse a la orilla cuando vio otro barco que ya estaba fondeado allí. Había lugar más que suficiente, pero viró de nuevo hacia el centro del río.
-¿Por qué hiciste eso? -preguntó Sakura-. ¿No deberíamos habernos refugiado también nosotros?
-Allí no -contestó él.
-¿Por qué?
Shaoran le dirigió una rápida mirada antes de volver a fijar su atención en las condiciones cada vez peores del tiempo, pero Sakura notó que sus ojos chispeaban.
-Contrabandistas.
-¿Cómo lo sabes? -Se inclinó para volver a mirar la otra lancha antes de que se perdiera de vista. Nada la distinguía de las demás embarcaciones que habían visto hasta entonces.
-Hace diez años que recorro este río. Lo sé por experiencia.
-¿Y nos hubieran disparado?
-Es posible. Preferí no ponerlos a prueba.
-¿Hay muchos contrabandistas en el río?
-Bastantes, preciosura. Lo mejor que podemos hacer es mantenernos apartados de ellos.
El hecho de que hubiera muchos contrabandistas significaba que si Reed conseguía apoderarse del Corazón de la Emperatriz, o de cualquier otra cosa valiosa, le resultaría bastante fácil sacar el contrabando del país. Sakura estaba convencida de que también él debía de haber tomado nota de eso.
En medio de relámpagos comenzó a caer una lluvia torrencial. Shaoran apoyó una mano sobre el hombro de Sakura y la volvió hacia el amparo de tela engomada.
-Refúgiate detrás de la tela impermeable y sosténte con fuerza. Tal vez esto se ponga un poco difícil antes de que encuentre un lugar donde podamos echar amarras.
No tenía sentido que se quedara afuera y se mojara sin necesidad, así que Sakura obedeció; se ubicó bajo techo y aferró uno de los palos que sostenían la lona. El barco comenzó a bailar a medida que crecían las olas y sin advertencia previa los rodeó una cortina de lluvia. Jorge, que aferraba con fuerza otro poste, le gritó algo, pero entre los truenos y el golpeteo de la lluvia Sakura no alcanzó a oír lo que le decía. La embarcación se inclinó hacia adelante y luego alzó la proa de una manera aterradora. Sakura no tenía salvavidas y desde allí adentro no veía absolutamente nada.
No estaba asustada; la tormenta no parecía demasiado fuerte ni las olas demasiado altas como para temer que la embarcación zozobrara. Era desagradable, sí, pero nada más.
Después de algunos minutos sintió que la lancha viraba y que se internaba en aguas menos agitadas. Ya no escoraba tanto, aunque el ruido de la lluvia impidiera toda conversación. El frío le puso la piel de gallina; levantó las rodillas para preservar todo el calor posible de su cuerpo.
Pepe y Shaoran amarraron la lancha y se metieron bajo el techo a esperar que pasara la tormenta. Estaban tan empapados como si se hubieran metido al río. Shaoran se apartó el pelo mojado de los ojos y se acercó a Sakura.
-Buena navegación-exclamó en cuanto estuvo a su lado, alzando la voz para que ella lo oyera. Se sacó la camisa empapada y la dejó a un lado. Jorge le arrojó una toalla que él atrapó en el aire; se secó primero la cara y la cabeza y luego el cuello y el pecho. Y todo el tiempo permaneció de pie delante de Sakura, mirándola fijo a los ojos.
Al ver el torso desnudo de Shaoran, Sakura se sintió invadida por pensamientos perturbadores. Por eso él la miraba con esa burlona expresión, esperando que ella demostrara sus emociones. Con toda deliberación, Sakura clavó la mirada en el pecho de Shaoran, mientras lo miraba con una sonrisa desafiante. No le haría mal comprender que era un juego en el que podían intervenir los dos.
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SALVAJE
Fanfiction» La arqueóloga Sakura Kinomoto se ve envuelta en una misión un tanto aterradora: rodeada por un cazatesoros, un asesino a sueldo, un hermano que la odia y un guía que la vuelve -Literalmente- loca. Todo sea por su padre. Adaptacion de L Howard. Es...