C 27: Circunstancias

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Sesshomaru llevaría a Kagome hasta el templo. Pero ella estaba a punto de desmayarse, la sangre que había perdido era mucha, él pensó sería más prudente entonces llevarla al edificio llamado hospital, con suerte estaría en pie.

Voló dejando a todos y todo atrás.

Kagura, Kikyo y Hakudoshi se marcharon con premura, pasarían por Kanna a la tienda. Era momento de volver a la normalidad.

Inuyasha ayudó a Midoriko, ella se encontraba bastante exhausta, Miroku le cedió su lugar sobre Kirara. Regresaron a la tienda justo cuando los conocidos de Naraku acababan de abandonar la tienda.

Los que habían sido dormidos ya habían despertado. Se alegraron de ver a todos bien pero...

-¿Donde está mi nieta?- interroga el abuelo visiblemente nervioso.

-Sesshomaru se la llevó- contesta el híbrido sosteniendo su espada con fuerza tirándose al suelo, necesitaba las habilidades de curación de un hauyou y sólo las obtendría si tenia la espada.

-¡¿Qué?!- exclama alarmado.

-No se preocupe señor...- interrumpe Sango -Él regresó a la normalidad, seguramente la llevó al templo... Kagome estaba débil...

-¿Están completamente seguros?, ¿La vida de mi nieta no corre peligro?- a él le preocupaba que algo malo le sucediera a su nieta.

Souta y Rin permanecían callados e igual de preocupados por el bienestar de la joven.

Jaken no soportaba que siguieran desconfiando de su amo bonito, se puso de pie y en silencio se marchó, buscaría al amo.
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Midoriko permanecía en su habitación, recostada, meditando. La vida les había jugado una enorme broma. Naraku y Sesshomaru juntos, derrotando a Sounga. Los caminos de aquellos hombre se juntaron, ambos codo a codo. ¿Recordará Taisho su pasado?, ¿Sabrá que es más que una creación de la imaginación de Kagome?, ¿Estará enterado de... lo que hizo?

Bajó la mirada sonriendo.

Sesshomaru fue una víctima al final, él no tenía idea de la trampa de ése sujeto, ése ser despreciable que arruinó tantas vidas ajenas a sus conflictos pasionales y de sus demonios de ambición. ¿Por qué hacer tanto daño?

Sesshomaru no formaba parte de sus asuntos, hasta que, él decidió convertirlo en su peón de ajedrez, lo peor es que el daiyokai nunca se enteró. ¿Debería decirle?

Quizás...

Quizás por primera vez debía dejar de guardar secretos y quitarle ése peso de encima. No lo había hecho hasta el momento porque su corazón aún le dolía frente al recuerdo del pasado. Tal vez... era hora de perdonar y decir la verdad.

-Si tan sólo él no se hubiera interpuesto...- se levanta para buscar el libro que contaba a medias la historia de su vida -Todo fue por enamorarnos Naraku, Onigumo... ése fue nuestro pecado...- estruja el libro en su pecho -¿Por qué se ensañaron con nosotros?, ¿Acaso una miko no puede tener un final feliz? ¿Acaso todos debían pagar por un solo sujeto, ambicioso y desmedido que sólo anhelaba destruir...?- dice entre sollozos -Fuimos escogidos sin saber...
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Centro de la ciudad

Los humanos caminaban viendo los destrozos, era desgarrador, el ataque... todo... resultaba atroz e increíble. Muchos lloraban sus pérdidas materiales pero... lo peor resultaban ser la cantidad de muertos, personas que jamás regresarán. Almas que ahora pesaban sobre una sola persona, alguien a quien ellos no conocían y quizás jamás conozcan, pero cuyo aspecto algunos lograron ver.

Entre la multitud resalta un hombre, observa todo con sospechoso interés.

-Te encontré Taisho...- sonríe y toca una cicatriz en su rostro -Me las pagarás...

Tal como te imaginé (Sesshome)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora