C 30: El enemigo en las sombras

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-Es mentira...- se abraza arrodillada en el suelo -Es mentira...- niega con la cabeza -¡Mamá...!- rompe en llanto.

Sesshomaru se acerca seguido de el abuelo, Souta y Rin que no paraban de llorar.

El yokai se agacha para abrazar a la joven.

-Mamá, mi mamá....- sus palabras estaban cargadas de dolor -No puede ser verdad... ¡Digan que es mentira...!

Sesshomaru cargó a Kagome que no dejaba de llorar y temblar la llevó a la cafetería del hospital, Rin y Souta se quedaron con ellos, el abuelo tomando fuerzas de donde pudo, fue a la morgue para hacer el papeleo correspondiente pero...

El cadáver de Naomi no fue encontrado.

El anciano enloqueció, no era posible que el cuerpo de su querida hija se desapareciera así sin más. Después de reclamar a todo el personal encargado y hasta al director del centro asistencial tenía la peor de las tareas... informar a sus nietos lo ocurrido, como si la muerte de su madre no fuera suficiente.

Entró en la cafetería, la joven oji azul estaba sentada al lado de Taisho con la mirada perdida, las lágrimas parecían interminables.

Souta se aferraba a la manga del yokai y también tomaba la mano de Rin mientras solloza.

A paso lento se acercó a la mesa, todos le miraron.

-Debo decirles algo...- la temblorosa voz en el anciano les indicó que no era nada bueno -El...- dudó en si era buena idea decirles pero... se trataba del cuerpo de su madre, ellos tenían derecho a saber -El cuerpo de Naomi desapareció de la morgue...- cierra los ojos y rechina los dientes con furia -No saben cómo pasó, simplemente no está...- varias gotas saladas ruedan por sus ancianas y desgastadas mejillas.

Souta abrazó a Rin, ambos lloraban.

Sesshomaru miró a Kagome, ella abrió los ojos de par en par, de repente dejó de llorar. No se movía, no había nada en ella, solo ésa extraña expresión de sorpresa.

-Kagome...- Sesshomaru trata de traerla a la realidad -Kagome... mírame...- le toma por el hombro, intenta que se concentre en él pero ella simplemente parece ausente -Kagome por favor, mírame...- la sacude un poco.

-¿Por qué?- balbucea -¿Por qué?, ¿Qué hice para que pasara todo ésto...?- al fin sus hichados ojos observan al peli plata -¿Por qué...?- pregunta como una niña buscando la razón de algo que no puede comprender y no le cabe en la cabeza.

El daiyokai no encuentra palabras, el inmenso dolor de la joven le está carcomiendo las entrañas.

-¡Kagome!- alguien se acerca, era Sango que corre hasta su amiga - Cuanto lo siento...- la abraza con fuerza.

Sesshomaru fue al lado del anciano. Para discutir lo qué se haría continuación.
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Afueras de Tokio

Midoriko se levanta del sofá, busca algo para tapar su desnudez. El paisaje del ventanal la atrapa, no puede evitar remontarse al pasado.

Ella vio por primera vez a Onigumo cuando era apenas un mozo en el castillo de su padre, siempre alegre, siempre vivaz, eso le atrapó desde el principio. Cuando lo vio en medio del jardín acunando a un indefenso pajarillo que se había lastimado comenzó a amarlo y supo entonces que su vida no sería la misma y en efecto, jamás lo fue, sobretodo por aquel ser cuya ambición les lastimó y acabó con la vida de tantos inocentes, incluso los padres de Sesshomaru.

La miko suspira con pesar, lleva su mano al pecho, siente un dolor agudo en él. Algo malo ha ocurrido.
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Hospital

Higurashi y su hermano lloraron sin ningún consuelo.

Tal como te imaginé (Sesshome)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora