Inglaterra- Parte 2

2.7K 221 114
                                    

(T/N) no pudo evitar sentir cierto rencor hacia el inglés, indirecta tras indirecta, pero nunca se enteraba. También comenzó a sentir algo de desprecio hacia ella misma, se sentía cobarde y tonta. 

La vergüenza le impedía ver a la cara a Arthur, por lo que empezó a hacerse distante, a enfocarse en su trabajo, por lo menos haría que la economía de su país mejorara.

Alguien tocó la puerta.

—Pase. —Pronunció saliendo de sus pensamientos.

—Buenos días, (T/P). —Era su jefe. 

—Buenos días, señor. —Se levantó en señal de cortesía.

—Noté que últimamente has trabajado más de lo común, no quisiera que por eso te enfermaras...

—¿Enfermarme? Claro que no, estoy en buenas condiciones. —Sonrió para reafirmar sus palabras.

—Aún así... hoy no es un día para trabajar, por favor tómate el día libre. No quisiera que ese estúpido diario vuelva a decir que los presidentes explotamos a los países. —El hombre carraspeó y se acomodó la corbata. —Mañana podrás volver a la hora de siempre.

—Claro, señor. Muchas gracias.

—No es nada, (T/N), hasta luego.

El presidente de (T/P) salió, dejándola contemplando su existencia un momento. ¿Que había hecho hasta ahora en San Valentín? Generalmente salía con sus amigos, pero les había dicho que tendría trabajo.

Llegó a su casa y se acomodó en el sillón, ni siquiera tenía ganas de cambiarse, inmediatamente su gato su acurrucó junto a ella. Comenzó a acariciarlo, si no se puede dormir, acariciar a un gato es el  mejor remedio, el suave ronroneo te lleva rápidamente al mundo de los sueños.

Ella tocaba el arpa armoniosamente y Alemania y Prusia se movían al compás. De repente apareció un hada que tocaba una campanita de a ratos, era muy molesta. De las nubes bajó Inglaterra y le ofreció su mano, la estaba invitando a bailar. La iba a tomar cuando el hada comenzó a tocar el tambor.

—Deja de arruinar el momento, tonta.

Abrió los ojos para encontrarse con la molesta mirada de su gato que se marchó a dormir a otro lugar. Alguien tocaba la puerta la puerta de forma frenética.

—(T/N) sal de ahí, oigo tu teléfono. —Era Inglaterra.

Sin pensarlo mucho se levantó, abrió la puerta y se asomó tímidamente.

—Hace quince minutos estoy aquí. —Dijo gruñón.

—Lo siento, no esperaba visitas. ¿Quieres pasar?

—Por favor. —El rubio entró mirando discretamente la decoración que tanto conocía. 

—¿Y para qué viniste? —Le preguntó (T/N) intentando no sonar fría.

—Tenemos que hablar.

—¿Quieres té? —Contestó intentando evadir el tema.

—Si, no cambies de tema.

—Parece que ya no hay más, salgo a comprar un momento. —Fue a tomar un saco para salir, pero Arthur tomó sus muñecas suavemente.

—(T/N)... 

—¿No ibas a estar con Seychelles? —Le soltó cuando ya no pudo aguantar más.

El hombre la soltó algo sorprendido y luego rió levemente.

—Al parecer ella tenía razón.

—¿De qué estás hablando?

—Después de que nos vimos el otro día fui a la casa de Seychelles... pero ella me regañó, dijo que habrías pensado que estábamos saliendo. —Se rascó la nuca, nervioso.

—Entonces... ¿No son pareja?

—¡No! Escucha, yo... leí tu carta.

(T/N) no atinó a decir nada, solo comenzó a sentir como le picaba la cara.

—Es que te fui a buscar y lo dejaste en tu escritorio y tenía mi nombre y lo siento, lo siento. —Dijo rápido. Su cara también estaba colorada.

—¿... Entonces?

—Yo... también quise decirte esto desde hace rato... Te... amo. Espero que no sea muy tarde para aceptarme.

La chica se llevó las manos a la boca para ahogar un gritito.

—¿Cómo podría...? —Dijo antes de abalanzarse sobre el mayor.


Qué. Cagada. Acabo. De. Hacer.

Esa es la cuestión.

Ah, y feliz día a sus padres, si están vivos o si los cuidan desde el cielo.

Hetalia y TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora