[AU; Vida y muerte]
Lo que parecía ser una sombra negra caminaba sobre el verde pasto con pesadez, el que se marchitaba a cada paso dejando un camino de pasto seco.
Inmediatamente el pasto volvía a ser verde, ya que iba seguida de un castaño bastante alegre y sonriente, motivo de su disgusto. Parecía intentar hacer recapacitar a la sombra de algo.
—¡(T/N), tienes que venir! Estarán todos, te divertirás— por alguna razón que las demás representaciones desconocían, aquel chico era el único al que la Muerte permitía que la llamara por su nombre real, y algo en la personalidad de el castaño les decía que no era por una razón de valentía o arrogancia.
—Ya te dije que no ayer. Tengo mucho trabajo por hacer— se internó en un bosque seco. Su hogar. Y no entres a mi casa, ahórrale a mis árboles el sufrimiento de volver a morir.
Se internó en el lúgubre lugar, desapareciendo a medida que se internaba más. La representación de la vida ladeó la cabeza, confundido.
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A la mañana siguiente la ceja de la sombra, que ahora no tenía la capucha y dejaba ver a una mujer de apariencia joven, no pudo evitar tener un tic en la ceja. Justo antes de que comenzara su bosque, antes de encontrarse con la naturaleza muerta, el chico castaño del rulo se encontraba durmiendo plácidamente, con flores de todo tipo creciendo a su alrededor.
Dió media vuelta, renunciando a la idea de dar un paseo por ahí pero el chico la llamó, despierto.
—¡(T/N), (T/N)! ¿Ibas a salir? Te acompaño— su antecesor le había aconsejado que siempre permaneciera en buenos términos con Vida.
"Será una compañía agradable." Le había dicho, pero más en desacuerdo no podía estar. El otro, insaciable, no dejaba de insistir.
—Está bien, ya, ya—le dijo con voz neutra y el otro estaba que radicaba alegría.
Caminaban lado a lado, a una distancia prudente, observando la naturaleza, dejando su respectivo camino de pasto seco y flores.
Muerte admiraba a su compañero, le gustaba esa capacidad suya tan hermosa, tan amada por todos... Claro que él nunca lo sabría.
Vida venía hablando de algo sobre un árbol de casi seiscientos años y cómo los humanos lo cuidaban tanto. La otra sólo asentía. De repente el chico paró, haciendo que la otra también lo hiciera.
—¿Qué pasa?
El jóven extendió la mano para tomar la suya, y ella se alarmó, sabiendo ese pequeño detalle de qué mataba todo lo que tocaba. Pero no pasó nada. La mano de Feliciano era suave y cálida, muy cálida, era la primera vez que alguien la tocaba sin que su "poder" surtiera efecto. Él la miró a los ojos y ella hizo lo mismo.
—(T/N)... ¿Tú te sientes sola?— estaba serio y la preocupación era palpable en su voz, tanto así que quiso llorar. ¡Por supuesto que se sentía sola! No sabía cómo socializar, incluso con él que la seguía todo el tiempo. La compañía era necesaria incluso para el ser más repulsivo... Incluso para ella, pero no dijo nada, sólo bajó la cabeza.
El otro se agachó para entrar nuevamente a su campo de visión, con una enorme sonrisa.
—(T/N), ¿No crees que es algo milagroso? Puedo estar junto a tí sin lastimarme o morir— afirmó su agarre. —Y tú puedes estar junto a mí sin volver a hacerte más jóven o qué te crezcan plantas en el cuerpo. ¡Es cómo si estuviéramos hechos el un para el otro!
—Pero soy un monstruo— dijo ella con los ojos cristalizados. —No hago más que arruinar tu trabajo, llevarme almas puras o... O arruinar la felicidad de los humanos.
—Así como eres la musa de tantos poetas, músicos y pintores. El descanso eterno y un gran misterio... (T/N), déjame permanecer a tu lado y me encargaré de que no te sientas sola nunca más.
La otra asintió muchas veces con lágrimas plateadas ya corriendo por sus mejillas casi sin poder articular palabra.
—Si, yo tampoco te dejaré, Feliciano— y entonces, sorpresivamente el chico tomó suavemente sus mejillas y la besó delicadamente, deleitándose ante los labios fríos de la chica.
Se separaron con esfuerzo y Feliciano con aspecto alegre se metió dentro de la capa negra de la Muerte. Dónde anteriormente, en tiempos de aprendiz, tapaba a las almas a las que le había llegado la hora para llevarlas a el paraíso o el infierno. Claro, de eso ahora se ocupaban sus empleados.
—¿Q-qué haces?— definitivamente no se esperaba eso.
—Es curioso porque aquí es bastante cálido. ¿Está mal si digo que las almas humanas tienen suerte de poder viajar aquí? Uhh... Creo que sí...
La chica rió. Ninguno de los dos estaría solo nunca más.
:B
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Hetalia y Tú
FanficHistorias entre los personajes de Hetalia y tú ;) Disclaimer: Hetalia le pertenece a Hidekaz Himaruya y la lectora se pertenece a ella misma, a sus papás, al país que elijan, etc.