Hetalia y Tú

Rusia

Imagina a Ivan junto a tí en tus últimos momentos.

El todavía pequeño país vio cómo el enemigo huía a lo lejos. Parecía no cansarse nunca de volver y fallar una y otra vez, pero contraatacar se hacía cada vez más difícil. Ivan hizo notar mental de entrenar con más dureza, no sé atrevería a flaquear otra vez.

Miró alrededor, buscando a su aliada y amiga y comenzó a entrar en pánico cuando no la veía entre toda la nieve. Con un diseño, tomó su costado, había sido herido, aunque no mortalmente, lo mejor era que lo trataran lo más rápido posible. Sin perder más tiempo comenzó a caminar, tambaleándose por la pérdida de sangre, pero negándose a marchar sin (T/N).

Ella había pasado tanto tiempo junto a él, jugando, entrenando o discutiendo por pequeñas tonterías que cuándo se dio cuenta ya la consideraba parte de su familia. Incluso sus otras hermanas le habían tomado cierto cariño y siempre insistían que pase un par de días con ellos.

Ivan soltó un gemido cuando vio un rastro de sangre a lo lejos y se acercó lo más rápido que pudo, tropezando más de una vez, solo para encontrar a la joven en el suelo, muy fría, quieta e inconsciente, tenía una daga clavada en su abdomen y una mano yacía mansamente sobre la herida. Iván se quedó congelado en su lugar por unos segundos, sintiendo la situación muy irreal.

—(T/N), ganamos —. Dijo el pequeño mientras se acercaba cautelosamente. Al no oír respuesta, volvió a decir: —Los chicos malos se fueron.

(T/N) ni siquiera se movió y el rubio dejó caer su espada y se arrodilló junto a ella. Su ceño se curvaba en un mínimo gesto de dolor y junto a sus párpados apretados caía una pequeña lágrima que desapareció entre la nieve.

Iván se acostó junto a ella y la rodeó con un brazo, el cansancio rápidamente apoderándose de él. Lo último que pensó antes de caer dormido fue que los malos pensamientos que plagaban la mente de su amiga desaparecieran de una vez.

Ni siquiera oyó cuando el corazón de ella dejó de latir.