Bálticos

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Maratón 1/5 :B

La muchacha entró a la casa, agotada, y cerró la puerta detrás de ella. Eduard que barría despreocupadamente y leía a la vez, despegó un momento la vista de la lectura.

—Bienvenida. —dejó un libro en una mesa y a la escoba apoyada en la pared para ir a tomar las bolsas en un gesto de amabilidad, pero rápidamente el peso lo llevó abajo. —(T/N), la próxima vez que compres tantas cosas llámanos por favor.

—Es que no quería molestarlos, Ed. —le respondió con una sonrisa antes de estornudar. —Además tampoco es tan pesado.

—¿Entonces por qué estás tan cansada? —preguntó con una sonrisa de superioridad. Se acercó un poco para acariciarle la cabeza y mirarla a los ojos, cosa que hizo sonrosar un poco las mejillas de ambos. —Sabes que nos preocupamos por tí.

—Es que afuera hace mucho calor... —ahí se quedaron quietos, Eduard estaba a punto de hablar cuando entró Letonia.

—¡(T/N), al fin llegaste! —dijo mientras corría a abrazarla y acurrucarse en su pecho (sin segundas intenciones) —Te extrañé mucho.

—Pero si sólo fueron veinte minutos. —rió ella correspondiendo el abrazo del enano.

Escuchando a el pequeño rubio, el castaño se asomó desde la cocina con aquel delantal verde que no tenía vergüenza alguna en usar, cosa que a la (T/Na) le encantaba.

—¡Llegaste! Estoy preparando la cena. Tú descansa (T/N), estuviste ayudando desde hace horas.

—¿Estás seguro? Hoy me tocaba hacer la cena. —notó apenada.

—Y hoy me tocaba hacer las compras. Así que ve a descansar y yo te avisaré cuando esté lista la comida.

—Gracias. Si me necesitan estaré en mi habitación. —y con un andar apesadumbrado los dejó a los tres abajo mientras subía las escaleras estornudando. Cuando oyeron la puerta cerrarse en el piso de arriba el más pequeño habló primero.

—Hoy la noté muy cansada ¿Estará enferma? —se escuchó la preocupada vocecita de Raivis.

—Es muy probable, hoy dijo que afuera hacía calor... Y estamos a mitad de invierno.

—¡¿E-Enferma?! ¡Hay que tratarla de inmediato! ¿Qué clase de comida se le da a los enfermos? Ay, ya me duele el estómago... —gimió apoyándose en la pared con una mano y tomándose el estómago con la otra.

—No te enfermes tú también, se te quema la comida. —dijo Estonia, y eso fue suficiente como para que Toris fuera cómo bala perdida hacia la cocina.

—¿Ella estará bien? —preguntó el más pequeño.

—Según parece es un resfriado. —contestó el otro, pensativo, pero cambió rápidamente a un semblante sonriente para no preocupar al rubio. —Ayudaremos a que se recupere ¿Si?

—¡Por supuesto! —respondió el chico unísono con el castaño de la cocina, que batallaba con la olla cuyo contenido estaba en llamas.

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(T/N) estaba adormecida aún cuando notó los tres pares de ojos que le miraban despertar. Toris apoyó su mano suavemente en su frente para bajarla hasta su mejilla, acariciando despacio.

—Tienes fiebre —sonrió levemente—. Sentimos entrar sin tu permiso, pero era una emergencia.

—Yep, mira como te moquea la nariz. —el menor le extendió un pañuelo.

—Gracias. —balbuceó.

—Ahora abre la boca. —dijo Eduard acercando la cuchara.

—Puedo comer so... —podría decirse que la alimentaron a la fuerza, ya que (T/N) estaba en "estado crítico" y debían cuidarla. Incluso faltaron al trabajo por eso.

—Mira, aquí dice que hay que calentarlo a 40°, entonces... —movió la olla. —lo pones a 40° y lo dejas calentar.

—No creo que sea así, Raivis... —le dijo Eduard. Ellos se quedaban preparando el remedio casero de la abuela, mientras arriba Toris le contaba historias para entretenerla.

Rápidamente cayó la noche y la fiebre había bajado considerablemente —gracias al asqueroso remedio— y ya era momento de dormir, todos en sus habitaciones... O eso creía (T/N) antes de despertar y encontrarse a los tres en su habitación. Uno dormitando junto a ella en una silla y a los otros dos con mantas en el suelo.

No sé qué carajos me pasa con Wattpad :vvvv avísenme si vuelve a pasar esa wea del capítulo en blanco.

Hetalia y TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora