9:43 de la mañana, Kiku aterrizba en (T/P) algo nervioso. Cuando tuvo sus maletas se detuvo en un banco y se sentó junto a una mujer grande y su pequeño hijo.
Esperó un momento allí, observando a la gente que iba y venía, con diferentes rasgos y acentos, sus rostros expresaban cansancio, al igual que él. Se hubiera quedado dormido si no fuera porque la vibración de su celular lo hizo pararse, casi instintivamente.
Usted tiene un nuevo mensaje de (T/N):
"¡Hola Kiku! Si ya llegaste ven a la salida del aeropuerto, te estaré esperando alli"
Kiku bostezó y se desperezó antes de volver a caminar hacia la gran puerta principal. Vio una figura acercarse rápidamente, pero no pudo reaccionar antes de que una chica, no más alta que él, lo rodeara con sus brazos en un gran "abrazo de oso"
—¡Bienvenido! —dijo con la cabeza hundida en su pecho. Y contra todo pronóstico, Kiku movió la cabeza con una sonrisa de resignación y correspondió a la muestra de cariño por parte de la latina.
—Gracias por recibirme, (T/N)-san —casi le susurró, algo avergonzado con el infaltable honorífico.
Al día siguiente cumplirían 100 años desde su tratado de paz ¿Qué tal? Decidieron hacer una reunión tranquila en (T/P), ya que la estación primaveral era perfecta para estar todo el día afuera y los paisajes eran mucho más coloridos.
Una vez fuera del aeropuerto, fueron a la casa de (T/N) en un auto negro, prestado por el jefe de la anfitriona. Kiku tenía miedo de que fuera ella quien conducía porque manejaba igual que su amigo, Italia. Pero un hombre les abrió la puerta y se acomodó en el asiento del conductor.
—Hasta casa, Jorge. —le dijo amistosamente al chofer.
—Con gusto, señorita.
Fue un viaje tranquilo, hablaron de muchas cosas triviales, claro, intentando no tocar temas del trabajo y política. Solían aburrirse bastante y había posibilidades de que sus opiniones chocaran en temas tan "delicados", ni pensarlo.
(T/N) se fijó en Kiku, con el rostro tan sereno y tranquilo. Siempre sabía cómo afrontar los problemas, eso era algo que siempre admiró de él. Sus ojos brillaban, admirando la belleza de una plaza que pasaba rápidamente... Se encargaría de llevarlo hasta allí más tarde sólo para volver a ver ese brillo otra vez.
Todos habían callado, sólo se escuchaba una canción algo movida por la radio, el andar de las ruedas por el asfalto y el movimiento de los ciudadanos en su rutina diaria. Aún así, era un silencio tranquilo, uno agradable, esos que te forman una sonrisa pacífica en el rostro sin que te des cuenta.
Ahora Kiku miraba a (T/N) sutilmente. Siempre era tan radiante, como si combinara con el día, soleado, colorido y alegre. Que solo verla le hiciera tan feliz que quisiera correr y abrazarla y no separarse nunca de ella. Porque no podía mostrar su usual carácter reservado con esa chica, se sentía demasiado cómodo con su presencia, y ya sabía el porqué.
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Fue a la tarde siguiente cuando salieron a pasear. (T/N) esperó a que Kiku hubiera descansado bien para llevarlo a ese "lugar especial" al que solía ir cuando quería escapar de la presión del trabajo.
—Dame tu mano, no vaya a ser que te pierdas —¡Del tercer mundo pero inteligente!
Kiku solo se dejó llevar, contento. En el camino compraron helados y fueron contando anécdotas graciosas que le habían sucedido a ellos y sus amigos mientras caminaban sin prisa. Al cabo de veinte minutos (T/N) le tapó los ojos al japonés.
—¿Qué sucede? ¿Ya llegamos? —preguntó desorbitado.
—Mmm, casi —respondió risueña —. Solo quería mostrarte algo que estoy segura de que te gustará.
—¿Algo como qué?
—¡Algo como esto!
(T/N) sacó las manos del rostro de él, que veían maravillados el paisaje que se mostraba ante sus ojos. Una hilera de hermosos árboles de cerezo se alzaban a un lado de una calle adoquinada, los pétalos rosas caían y se posaban en el suelo con suavidad, pájaros de colores entonaban una nostálgica melodía en las copas, todo esto sumado a los dorados rayos que otorgaba el amanecer formaba un espectáculo hermoso. Kiku volteó hacia (T/N) conmovido.
—Feliz aniversario... —le dijo con una sonrisa en sus labios. Kiku no pudo evitar levantar a la muchacha por la cintura y dar vueltas con ella en el aire.
—¡Feliz aniversario, (T/N)! —la abrazó feliz, hace mucho quería hacer algo como eso, sólo lo había visto en películas o leído en alguna novela romántica, pero fue ese pequeño momento el que le hizo asegurarse de lo que debía hacer a continuación —. Tengo algo muy importante que decirte.
—¿Qué tienes para decirme? —preguntó aún riendo, contagiada por la felicidad del pelinegro. Kiku enrojeció por lo que iba a hacer, y se concentró para no tartamudear ni una letra
—Me gustas mucho y la verdad me preguntaba si querrías ser mi novia. —dijo con la mirada hacia abajo. (T/N) se quedó sin habla, esas palabras la tomaron realmente desprevenida, nunca, jamás, habría imaginado a Kiku diciendo algo así tan de repente, pero ¿Quién no tiene esa respuesta ya preparada para su crush? Así que recobró la compostura inmediatamente.
—También me gustas y sí, acepto. —el chico levantó la mirada y se quedó observando los orbes (C/O) que tanto le gustaban, el corazón le latía con fuerza, casi no percibió que sus rostros se iban haciendo cada vez más cercanos. Cerró los ojos, deseando que no fuera un sueño, pero sintió los labios de la chica sobre su frente. Él la miró molesto y ella le sonrió malvadamente.
—¿No sufrirías un ataque si llegamos mas lejos? —Kiku la tomó por la cintura y la acercó hacia él, sorprendiendo a (T/N), que apoyó sus manos en su pecho.
—Mientras seas tú, llegaré tan lejos como pueda —le dijo seductor mientras acariciaba su mejilla y unían sus labios tiernamente, debajo de un gran cerezo pintado con los tonos del atardecer.
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Hetalia y Tú
FanfictionHistorias entre los personajes de Hetalia y tú ;) Disclaimer: Hetalia le pertenece a Hidekaz Himaruya y la lectora se pertenece a ella misma, a sus papás, al país que elijan, etc.