Weys, voy a hacer historias propias entre los pedidos para no perder la motivación :'v
Yo aviso: esta es propia
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El rubio tomó del brazo a la chica y la arrastró hasta la puerta, intentando no apretar su agarre demasiado porque no quería lastimarla.
—¡Oye diota, ten cuidado! —ella se quejó, forcejeando, pero el francés ni siquiera se inmutaba.
—Mejor vete a perder el tiempo en otro lado o a joderle a otro. Oliver estará encantado de recibirte en su casa — Françoise abrió la puerta y los dos se quedaron parados allí. Llovía a cántaros y ninguno se había dado cuenta.
El hombre dirigió su vista a la canasta en dónde debería estar su paraguas, pero recordó que se lo había prestado a Matt y cerró los ojos, suspirando con pesadez.
A pesar de que le habían dicho que sería imposible, (T/N) intentaba conquistar al francés. Todos creían que era porque quería jugar con él, ¿Cómo una persona como ella podría tomarse algo como el amor en serio? Parecía que si algún día dijera un "te quiero" llegaría a vomitar sangre o algo así. Nunca supo cómo expresarse, por eso los pocos amigos que tenía, eran los más cercanos y sabían comprenderla muy bien, de otra forma nadie la soportaría.
Se zafó del brazo del rubio y lo miró a los ojos.
—No eres ningún caballero... —susurró internamente dolida de que el otro la ignore de forma constante. Pero él la escuchó.
—¡Pues perdón por no ser como Oliver! —gritó enojado, sorprendiendo a la otra. —Por no ser detallista, ni amable, ni cariñoso contigo. ¡Ya enserio molestas!
Con grandes pisadas subió a su habitación y se encerró allí. Gruñó cuando oyó un portazo en el piso de abajo y con gran molestia se acostó en su cama y se puso los auriculares, con la música bien fuerte, como si necesitara opacar sus pensamientos, o peor, los gritos de su corazón.
Sólo había amado una sola vez, y nada salió bien de eso, había quedado destrozado e incapaz de volver a sonreír cómo antes lo hacía. Después de varios años de intentar convencerse de que nunca había querido realmente a su antigua novia, llegó a la conclusión de que el amor era algo inexistente, sólo era una sensación de anhelo pasajera y ya.
Pero ¿cómo podía seguir pensando así cuando aparecía esa (C/P) y hacía que su corazón volviera a saltar en su pecho como en los viejos tiempos?
Sin pensarlo demasiado le mandó un mensaje a Oliver.
>> Llegó bien (T/N)?
¿T/N? Ella nunca vino<<
Françoise se sentó en la cama, alarmado, ya habían pasado casi dos horas desde que se había marchado. Se apresuró al piso de abajo y efectivamente, (T/N) no estaba ahí.
Françoise, dime qué sucede<<
>>Peleamos
Escribió con pesar.
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(T/N) había corrido a refugiarse en la plaza, por supuesto, era la única allí, en un día así las madres prefirieron que sus hijos jugarán en casa.
Se metió en una especie de domo de plástico amarillo que se usaba como casita, las grandes gotas caían sobre ella, haciendo que adentro se produjera un sonido hueco, solitario y aún así relajante.
Un sabor salado la hizo distinguir una lágrima de entre todas las gotas que corrían por su rostro, y con un sollozo se escondió entre sus piernas, intentando darse algo de calor y ocultar su triste expresión, aunque no hubiera nadie cerca.
Ese era el lugar en el que había conocido a un pequeño francés, la pequeña princesa era custodiada por un terrible dragón que no la dejaba salir de su castillo, en esa tristeza que parecía eterna, aparecía el príncipe, flameante en su corcel blanco, que en realidad era un palo de madera que seguramente le quitó a la escoba de mamá.
Ese príncipe por supuesto que era Françoise.
Y esa princesa por supuesto que no era ella.
Ella era el terrible dragón, siempre le tocó ese personaje por su personalidad de mostruito. Y la verdad, nunca se quejó, porque su trabajo consistía en darle una buena pelea a los niños, que casi siempre solía ganar.
Aquel príncipe le había dado una buena pelea...
No supo cuanto tiempo estuvo allí, quizás sólo una hora, había puesto su celular en silencio, tenía más llamadas perdidas de las que hubiera podido pensar.
La lluvia casi había parado, pero decidió irse a su casa ya, no quería seguir pensando ni recordando nada más en un par de horas.
Aún eran las 19:00 pero como estaban ya en invierno y era un día lluvioso, estaba oscuro, todo apenas iluminado por las luces de la calle.
Oyó unos pasos apresurandose hacia ella y una vez disparada la alarma <pvta madre> en su cabeza corrió lo más rápido que pudo.
—¡Espera! —oyó.
—¡Y una mierda!
El otro resultó ser bastante rápido porque al cabo de instantes la apresó entre sus brazos.
—No me toques, imbécil —dijo antes de pisarle el pie con toda su fuerza, pero el otro sólo se aferró más a ella, podía sentir que estaba empapado.
—(T/N), soy yo... —gimió dolido.
Cuando oyó esa voz, la chica contuvo la respiración.
El hombre, luego de llamar unas tres veces por teléfono a (T/N) había ido a buscarla a su casa, entró por la fuerza y comprobó que allí no estaba, sus amigos tampoco sabían nada y no quiso quedarse tranquilo esperando a que lleguen noticias así que salió a buscarla.
—¿Dónde demonios estabas? Están todos preocupados, no atendías las llamadas... Pensé que te había pasado algo malo, te podrían haber hecho algo... —con cada palabra, Françoise se iba hundiendo más en su hombro y parecía que podría largarse a llorar de puro alivio. (T/N) sintió el olor a la colonia del hombre y se calmó un poco. —Lo siento, princesa... Te amo.
Él sintió cómo un peso iba desapareciendo, y ella cómo una gran alegría se iba expandiendo en su pecho como un globo.
—Yo también te amo —le susurró ella sorprendiendose de que no le costará nada decirlo.
Allí, abajo de la lluvia en un día como cualquier otro, una historia recién comenzaba...
Sentí olor a colonia de hombre escribiendo esto wn.
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Hetalia y Tú
FanfictionHistorias entre los personajes de Hetalia y tú ;) Disclaimer: Hetalia le pertenece a Hidekaz Himaruya y la lectora se pertenece a ella misma, a sus papás, al país que elijan, etc.