—¡Raivis, apúrate o llegarás tarde! —oyó la voz de Toris en la sala, quien luchaba para ponerse el suéter que ya le quedaba algo chico. Raivis salió del baño, el terror expresado en su rostro.
—Fyegaguemos —Eduard habrá intentado indicarle que todos llegarían tarde, pero como venía comiendo una tostada a la vez que intentaba ponerse sus pantalones, quizá haya descubierto una especie de lengua alienígena y nadie le entendió.
Toris le dedicó una sonrisa al menor, sabía cuán nervioso estaba. Pues no era cosa de todos los días empezar el primer año de secundaria. El pobre enano ni siquiera sabía cómo comenzar, no tenía ni un amigo en ese lugar, y la soledad era algo que verdaderamente le asustaba.
—No te preocupes tanto, Raivis, estoy seguro de que no tardarás en hacer amigos. Tienes una personalidad asombrosa —lo animó como siempre.
—S-Si... —sonrió un poco, algo más animado.
—¡Ehs vueghdad! Esthamos ogusoshos be tí —levantó el pulgar el de anteojos para luego perder el equilibrio y caer de bruces.
Los tres rieron fuertemente, las palabras de aliento de sus hermanos siempre lograban aligerarlo de sus pensamientos pesimistas.
°
°
°
Apenas se separó de sus hermanos, una fuerte presión de nervios en el estómago se hizo presente, tenía ganas de llorar como en el primer día de jardín de infantes, pero por supuesto no lo haría, no quería sufrir bullying.
Les estaban dando la bienvenida a todos los de primero, y le pareció curioso que los de segundo y tercero, a diferencia de ellos, no hacían fila de menor a mayor. Quizás se haya perdido la costumbre con el tiempo, pero mientras tanto, él seguiría la corriente y quedaría al principio de todo, como buen y educado niño.
Los aplausos resonaron de repente, los nervios le habían impedido prestar atención y el discurso de bienvenida del director ya había acabado. Buscó con la mirada a sus hermanos y se encontró con el rostro lagrimeante de Toris.
—Nuestro bebé está creciendo...
No pudo hacer otra cosa más que reír.
°
°
°
La campana del primer receso sonó y todos salieron del salón como rayos, llenando de bullicio los pasillos y el patio.
Como le habían dicho sus hermanos, sí había hecho un amigo rápidamente, Peter Kirkland era bastante extrovertido y amigable, podía hacer fluir la conversación sin la presencia de aquellos silencios incómodos que tanto le disgustaban.
Salían charlando animadamente cuando el rubio sintió que chocaba contra alguien.
—¿Huh? Per... —alzó la vista lentamente, para llegar al rostro de tan alto sujeto —...don...
Inmediatamente contuvo el aliento de puro miedo.
¡El vecino que daba miedo! ¡ERA EL VECINO QUE DABA MIEDO! ¿Cuanto más tendría que soportar su pobre corazón? Si tuviera que definir la palabra "mostruo" definitivamente diría "Ivan Braginski". Según él, por su causa no podía crecer con normalidad, ya que siempre presionaba su cabeza con demasiada fuerza.
Iván le sonrió y saludó con confianza, aparentemente, no podía oler el evidente miedo que el más joven le profesaba. Abrió la boca, pero no salió sonido alguno, fue entonces cuando Peter lo tomó del cuello de su camisa y corrió con todas sus fuerzas, por no decir volando.
Iván se quedó clavado allí, sintiéndose rechazado de cierta forma.
—Cosas de primer año-aru —levantó los hombros el asiático.
Peter llegó al patio, cerca del baño de varones y paró ahí respirando con dificultad.
—¡Los de tercero son aterradores! ¡No me lo puedo creer!
—¿Verdad?
—Se creen que pueden ir por ahí asustando gente y sentirse importantes sólo por ser mayores y... y... —una chica altísima de tercero los miraba con el ceño fruncido. —Voy al baño mejor. Corre.
—¡Espera! —pero el jovencito ya estaba muy lejos.
—¿Entonces voy por ahí creyéndome superior por ser mayor...? —el rubio empezó a ver borroso por las lágrimas que se le iban acumulando por los ojos, haciendo que la (C/P) empezara a sentirse culpable. —Oye sólo bromeaba, tranquilo —lo tranquilizó soltando una risita, era bastante tierno para ser hermano de Eduard. Soy amiga de tu hermano.
El otro alzó la vista, algo sorprendido y bastante avergonzado.
—Siento que hayas tenido que oír lo anterior... —se disculpó, sonrojado.
—Meh, no hay problema, ya me acostumbré. Tenemos la fama de "malos" porque Iván va a nuestro curso... ¡Pero él no es mala persona, eh! Solo no sabe tratar muy bien con la gente.
—Sí, me he dado cuenta —sonrió por fin sintiéndose un poco más en confianza. —¡Déjame presentarme formalmente, por favor! S-Soy Raivis Galante, un gusto —dijo mientras estiraba la mano. ¿No habrá sido demasiado formal?
La mayor correspondió el saludo y estiró la otra mano en dirección a su cabeza. Por acto reflejo, él cerró los ojos con fuerza y esperó la dolorosa presión, pero sólo llegó una suave y relajante caricia. Le estaba revoloteando el cabello.
—(T/N) (T/A), el gusto es mío —le sonrió gentilente. El timbre volvió a sonar. Fin del receso. —¡Llámame si necesitas algo o alguien te molesta! ¡Te protegeré! —se alejó con una pose de héroe algo deprimente.
—Oye ¿Estás bien? —apareció el otro rubio instantes más tarde. —Hey, lamento dejarte solo, ¿pero te hizo algo? —lo sacudió, pero Raivis ni se inmutaba.
"¿Cuanto más tendría que soportar su pobre corazón?"
No se me ocurre nadaaayfhbhefb, creo que es porque en estos días me copé más con Boku No Hero Academia y Voltron, creo que quiero hacer one-shots de ellos también lololololol.
Pidge me hizo gay. Bai
ESTÁS LEYENDO
Hetalia y Tú
FanfictionHistorias entre los personajes de Hetalia y tú ;) Disclaimer: Hetalia le pertenece a Hidekaz Himaruya y la lectora se pertenece a ella misma, a sus papás, al país que elijan, etc.