Hetalia y Tú

Belarus

AU; "La Historia Interminable"

Lector/Nyo! Lectora

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"... Existe una promesa de la que rara vez hablamos y dice que, en un futuro lejano, llegará el día en que los seres humanos traerán también el amor a Fantasía. Entonces los dos mundos serán uno solo."

-Doña Auiola

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(T/N) no podía evitar sonreír, pasmado, intentando procesar qué demonios estaba pasando mientras la peliblanca lo miraba como si fuese algún tipo de bicho extraño.

Hace lo que creía que habían sido pocos minutos, él se encontraba en la casa de su tío, en la biblioteca para ser precisos, era de noche, y como no podía dormir, tomó un libro cualquiera para ojearlo con aburrimiento.

No era el tipo de persona que adora leer, en realidad, los únicos libros que había leído completamente eran los que le mandaba el profesor de literatura, sólo para responder el horrible y largo cuestionario que le daban una o dos semanas después. Por supuesto que un aburrido libro raro, de esos que le gusta leer a su tío lo haría dormir en poco tiempo. Pero a las pocas hojas, notó que ese libro era diferente. Tenía una historia interesante y dejó que las imágenes de los hermosos paisajes que el libro describía lo deslumbraran.

Pero lo que más le impresionó fue ella.

Natalia Arlovskaya.

La mujer más real que había "conocido", porque las chicas de su escuela le parecían demasiado superficiales. Ella tenía m un carácter tierno (a sus ojos) y fuerte. Estaba seguro de que era su alma gemela, pero el problema era obvio.

Ella no existía.

Y eso era lo que creía cuando, a punto de quedarse dormido en el sillón de la biblioteca, un trueno de la tormenta de afuera lo hizo saltar. Y como si hubiera despertado de un sueño, se incorporó.

—Al fin despertaste, ya te iba a dejar morir —una voz joven le llamó la atención. Estaba acostado sobre un montón de hojas gigantes y algo amarillentas, la luz que entraba por un hueco gigante le hizo pensar que se hallaba en una cueva y un montón de leña quemada y humeante junto a él le informaba que hubo una fogata allí, anteriormente.

—¿Dónde estoy? —se levantó rápidamente para ponerse en guardia, pero un mareo hizo que se sostuviera de la pared.

—Debilucho... —susurró la desconocida para salir de entre las sombras. Cabello blanco, ojos violáceos y de mirada fiera. Tenía una armadura de plata y en su cuello, un collar con dos serpientes entrelazadas, era el famoso ÁURYN. —Soy Natalia Arlovskaya, de la ciudad de Amarganz. Yo te traje aquí, humano.

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—Ni se te ocurra tocar eso, te dejará hiperactivo como schalabuffo por una semana y ni pienso soportarte. —se abrió paso entre la maleza con su espada, siendo seguida por el jóven, quién había adoptado una actitud sumisa. Ya llevaban varias semanas en aquel bosque ¿cuántas hectáreas podría tener? Parecían infinitas.

—Ya sé lo que debo hacer, pero ¿cómo? —había leído lo suficiente como para saber cuál era su objetivo. El libro se trataba de cómo Natalia emprendía la búsqueda de un humano para traer junto a él, el amor a Fantasía y por supuesto, él era aquel humano.

Fantasía era un mundo maravilloso, la gente reía, bailaba, festejaba y era feliz, aún le impresionaba que el amor allí no existiera.

—Debes enseñarnos cómo sentir amor, luego nosotros nos encargaremos de que llegue a cada rincón de Fantasía.

(T/N) se sonrojó. Enseñarle a ella sería todo un placer.

Se abrieron paso hasta lo profundo del bosque, y luego de esquivar un par de ramas más, el camino se volvía empinado, para dar con un gran campo de flores de colores vibrantes y hermosos, y en medio, una pequeña cabaña. A lo lejos podía ver los altos edificios plateaeos de la ciudad de Amarganz, no estaban muy lejos.

Mientras se dirigían allí, (T/N) observó la espalda de Natalia y supo que no tardaría en aprender, porque le enseñaría desde lo más profundo de su corazón. Claro que la idea de que en algún momento tendría que volver a su hogar le oprimía el pecho, pero disfrutaría todo lo que pueda.

La de cabellos plateados abrió la puerta. Y allí se encontraban sus hermanos Yekaterina y Iván, los conocía, incluso resultaron ser más amables de lo que había creído.

Ya la noche había caído y durante la cena hablaron del mundo humano. Qué cómo era, cómo eran las casas y edificios, la tecnología, e incluso Iván quedó maravillado por lo que (T/N) le dijo acerca de las escaleras mecánicas.

Poco después de terminar y de ayudar a recoger la mesa, los mayores fueron cada uno a su respectiva habitación, dejándolos solos a los más jóvenes otra vez.

—Dime (T/N) ¿qué es el amor? —Natalia lo miró fijamente, cómo si hubiera estado conteniéndose desde hace rato, la curiosidad adornaba sus ojos. Cabe aclarar que (T/N) sintió un pequeño tirón en el pecho, pero supo mantener la compostura.

—Bueno... es algo que sientes en... el estómago —comentó como un idiota. Natalia frunció el ceño, claramente no entendiendo. —Aunque también lo puedes sentir en el rostro cuando se calienta mucho y en el corazón cuando late muy fuerte. Claro, si hablamos del amor entre parejas.

—Explicas pésimo —se cruzó de piernas, se había cambiado la armadura por un bonito vestido violeta, lo que la hacía mucho más hermosa y femenina. (T/N) suspiró, sabía que era pésimo en cuanto al amor, pero una idea se le cruzó por la cabeza.

—Bien, entonces escucha con atención que te contaré una historia —se acomodó en su asiento y luego de una pequeña pausa, comenzó a narrar. —Había una vez, en el mundo humano, un jóven que detestaba con toda su alma leer...