—Gracias —le digo al señor de la caja una vez me entrega mi cambio.
Tomo las bolsas llenas de pasta y crema para regresar a casa. Saliendo de la tienda, me encuentro con Joana, y aunque quiero molestarme o sorprenderme por sus inesperadas apariciones, decido ya no tomarle mucha importancia.
—¡Hola, Ale! —saluda, uniéndose a mi caminata—. ¿Cómo estás? ¿Vienes de compras?
—Hola, sí. Más o menos.
¿Cómo hace para estar siempre por mi casa? ¿Vivirá cerca?
—¿Vas a tu casa? —pregunta.
La veo de reojo; trae una falda y plataformas altas. ¿Por qué hace eso? Siento que estoy hablando con Rubén, aunque con mejor fragancia y altos gustos de vestir.
—Sí.
—¿Puedo acompañarte? Voy para ese rumbo también —saca de la bolsa de su chamarra una pequeña envoltura dorada—. Toma; te traje uno.
Cuando volteo a ver su mano, me percato de la pequeña y redonda envoltura color dorada de uno de los chocolates que más me gustan. Sin pensarlo dos veces lo tomo y comienzo a abrirlo. Pero qué buen soborno.
—Gracias —digo con voz ronca.
A veces mantener el tono de voz serio y apagado cuesta un poco.
—Quería hablar contigo —dice, un tanto nerviosa—. Sobre nosotros —me vuelvo a ella sin dejar de caminar y echándome el chocolate a la boca—; Jamie, Rubén, tú y yo.
Ah, ese nosotros.
—Sé que las cosas entre tú y Rubén están algo... tensas —carraspea un poco—. Pero... Quiero saber cómo te sientes con eso realmente.
¿Tensas? Ni si quiera me gusta tenerlo cerca de mí. Jamie me había comentado que Joana ya había tenido esta conversación con él; quizá por eso estoy tranquila y no sobreactuando de alguna otra manera.
—Ya sé que no iniciaron bien —comienza a decir—. Y sé que tal vez metió la pata un poco después de haberlo arruinado —se queda callada, como analizando bien la situación—. ¡El punto es que...! Es un buen chico. Es... un gran amigo cuando lo conoces bien, capaz de hacer cosas increíbles por los que quiere, sin importar qué, preparado a ofrecer una mano a quien lo necesita, divertido, con un gran sentido del humor, incluso servicial. Como tú.
—Él no es como yo —me sacudo el hombro un poco a la defensiva apenas siento su tacto, volviéndome a ella.
Me quedo quieta, esperando su respuesta. La tengo a un par de pies frente a mí.
—No quise que se escuchara así —hace ademanes con la mano a manera de disculpa—. Me refiero a que e—
—Sí —interrumpo, mirándole a los ojos—, ya sé. A que en el fondo es genial, es el mejor amigo de todos, es asombroso y todas esas cosas lindas que nadie muestra a la primera.
Estoy molesta, mucho, y ella sabe eso. Ya se ha dado cuenta, por lo que relaja su postura y sonríe tiernamente.
—Exacto —sus ojos lucen desesperados, inquietos—. Todas esas cosas lindas.
Hace una pausa. Tengo tanta flojera y cosas en la cabeza, que me encuentro en un estado donde no tengo nada qué pensar o decir al respecto.
—Sé que no soy nadie para pedirte nada —su tono de voz es suave, tranquilo, como pasivo—. Pero de amiga a amiga, Ale, puedo asegurarte que Rubén no es un mal chico, y es tan tímido que no sabe cómo hacer amigos. Por eso es así contigo.
Bajo mi mirada al suelo, con el ceño todavía fruncido y comienzo a analizar sus palabras.
—Quiero que le des una oportunidad a su amistad.
—¿Y por qué a él?
Sonríe, divertida. Las bolsas comienzan a calarme los dedos.
—No solo a él, sino a todos los que quieran ser tus amigos —da un par de pasos a mí y me toma de los hombros de manera gentil—. Tal y como hiciste con Jamie, y conmigo.
Poca gente que se encuentra sentada afuera del Bar Santos nos mira, por lo que mi mente comienza a trabajar en una solución a esa respuesta que me permita acabar con esto.
—Dicen que no conocemos gente por accidente —parece melancólica—. Están destinados a cruzarse en nuestro camino por una razón.
Suelta mis hombros y retrocede un paso mientras me atraviesa con su mirada. Sus ojos son preciosos. No puedo enojarme con ella. No de esta manera. Suelto una especie de risa irónica.
No dice nada.
—Está bien —me encojo de hombros—. Le daré una oportunidad.
Sonríe de oreja a oreja, emocionada y llena de satisfacción.
Lo que resta del trayecto, no dejo de pensar en lo que indicó apenas unos momentos.
«Dicen que no conocemos gente por accidente. Están destinados a cruzarse en nuestro camino por una razón»
Y recuerdo a una persona en particular que también solía usar esa frase.
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Peor Que Un Gato [Rubius Fanfic]
Fanfiction⚠️⚠️[NOVELA EN PROCESO DE REVISIONES/CORRECCIONES/EDICIONES]⚠️⚠️ Alejandra Melgar tiene muchas preguntas. ¿Por qué sus días son una rutina constante? ¿Cuándo pasará algo interesante? ¿Está conforme con su vida, o sólo ya no le importa? ¿Continúa hac...