—Hola, princesa —saluda Armando, tan vivaracho como siempre—. ¿Cómo estás? ¿Cómo te fue en París?
—Hola —le doy un beso rápido en cada mejilla—. Bien, gracias. Está muy bonito.
—Me imagino que sí —ríe, juntando ambas manos—. Ramiro y yo iremos pronto, espero.
Sonrío, feliz porque haya logrado arreglar las cosas con su persona especial. Bueno, al menos a alguien aquí le resultan bien las cosas, para variar. Después de una charla de no más de tres minutos, me adentro al cubículo de mi mamá y me pongo mis patines; el calor afuera es horrible, y, mis piernas piden desesperadamente el frío del hielo, a pesar de lo cansadas que se sienten por el poco ejercicio que hicieron ayer.
Maldito Rubén.
Me adentro en la pista y comienzo a bailar con el hielo, con movimientos suaves, mientras analizo la música. Hay doce personas en la pista; tres son entrenadores, y cuatro, alumnos. Dos son una pareja ensayando una coreografía, y otra es una tutora de dos niñas pequeñas intentando ponerse de pie.
Cuando volteo hacia mi derecha, veo a mi mamá platicando con Justino, el mismo señor del avión interesado en invertir en el negocio. Durante varios minutos, mi madre señala con ambos brazos a todos lados, como, si le mostrara parte de la infraestructura o, las instalaciones en sí. Noto que constantemente hacen ademanes con las manos, pero, al percatarse de mi existencia dentro de la pista, ambos me hacen una seña con el brazo para que vaya hacia ellos.
—Ale —dice mi mamá en cuanto salgo de la pista—. Él es Justino —estrecho mi mano contra la del hombre, que es apenas más alto que mi mamá—. Justino, mi hija.
—Mucho gusto —saluda, cortés, con voz gruesa.
Viste una chaqueta de cuero negra, y una playera negra, holgada. Vaya que parece un hombre rudo con esa barba y esas facciones.
—Igualmente —digo, un tanto tímida.
—Le comentaba a tu mamá —añade, dando un paso hacia mí—. Que estaríamos encantados de verte el próximo año trabajando aquí, con nosotros.
Levanto una ceja, confundida. Al ver mi expresión, sonríe, divertido, quizá.
—¿Recuerdas el evento que te dije que tendríamos el próximo año? —interviene mi mamá.
—¿El... Grand Prix? —inquiero, nerviosa.
—Exacto —continúa el señor—. Para poder llegar ahí, se deben atravesar una serie de competencias previas, y todas serán celebradas aquí —extiende ambos brazos, haciendo mención al lugar—, en el Palacio de Hielo —se agacha un poco para quedar a la altura de mi rostro—. Y ya que, represento a uno de los principales patrocinadores, me gustaría tenerte en mi equipo.
De pronto, una descarga de confusión me recorre el cuerpo, seguida de nervios. Parpadeo varias veces de manera rápida, tratando de comprender sus palabras.
—¿Qué?
—Tu mamá me comentó que vas a entrar tercero de preparatoria. Tienes buenas recomendaciones, según vi tu currículum escolar —saca del bolsillo de su chaqueta una tarjeta pequeña, como de presentación—. Y eso te hace tener grandes beneficios, si decides trabajar con nosotros.
Al principio, sus palabras me enredan. ¿Cuál currículum escolar? ¿Habla del registro de calificaciones? Seguramente vio mi boleta de calificaciones en algún lugar, o, conoce a alguno de mis maestros y le dio referencias bastante buenas. Quizá fue alguno a quien le hacía la barba.
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Peor Que Un Gato [Rubius Fanfic]
Fanfic⚠️⚠️[NOVELA EN PROCESO DE REVISIONES/CORRECCIONES/EDICIONES]⚠️⚠️ Alejandra Melgar tiene muchas preguntas. ¿Por qué sus días son una rutina constante? ¿Cuándo pasará algo interesante? ¿Está conforme con su vida, o sólo ya no le importa? ¿Continúa hac...