Alligator

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Camino hacia la ventanilla. Joana está ocupada con negocios que no entiendo, y Cheto sigue descansando después de haber trabajado tan duro. Jamie está de vacaciones y Mangel ha decidido salir a tomar aire a Barcelona. Todo mundo aquí sale de vacaciones menos yo.

Menos yo y Alejandra.

—Hola... —la señora hace un intento por recordar mi nombre—. ¿Rogelio?

—Rubius.

—Rubius... —parece desconcertada—. ¿Quieres patinar? Estamos a punto de cerrar.

La verdad no sé ni qué hago aquí, sólo recibí un mensaje que decía:

Ven conmigo si quieres vivir! Pista de Hielo. Ya.

Ale suele ser más convincente de lo que aparenta. ¿Cómo rechazar una invitación de ese tipo? Parece una especie de advertencia; ¿se acabará el mundo? No me sorprendería que tuviera un búnker debajo de la pista de hielo.

—Déjalo —interviene una voz suave—. Probablemente viene a otra cosa —la señora Sandra se coloca junto a mí y me guiña un ojo—, ¿verdad?

—Uhm, ¡claro! —respondo de manera nerviosa.

Sonríe y le hace un gesto a su amiga con la cabeza.

—Dale unos patines al chico —me señala—. Van por cuenta mía.

—¿Qué...? —trato de detenerle, pero se adentra en las oficinas antes de que pueda decirle algo—. P-pero yo... No sé... —cierra la puerta—. Patinar.

—Suertudo.

La trabajadora da media vuelta y comienza a buscar un par de patines de mi talla. ¿Qué se supone que debo hacer?

—¿Sabes cómo atar los cordones? —pregunta, al tiempo que hace entrega de los patines—. Debes ajustarlos bien, o si no —tuerce la boca—, podrías romperte un tobillo.

Me acerco a las puertas corredizas y me adentro con patines en mano. ¿Dónde está Ale? Aquí está helado y no sé si deba entrar; casi darán las dos de la tarde y todos se preparan para cerrar los negocios e ir a comer, para después tomar una siesta y regresar al trabajo.

Luego de quitarme los zapatos y ponerme los patines, inicio a atarme los cordones; quiero evitar que un tobillo se me rompa, y es que la última vez que patiné fue hace años en una pista de hielo pública en Noruega.

—Hey.

Me volteo para ver a Alejandra de pie junto a mí. Tiene el cabello peinado en una cola de caballo, y una sudadera color gris oscuro. Sus patines no son en nada parecidos a los que me dieron.

—Hola —saludo con una sonrisa—. Lindos patines.

—Gracias.

—¿Dónde estabas? Creí que tendría que romperme un pie solo.

—¿Sabes patinar?

—No.

Y lo poco que sé, no me servirá de mucho. ¿Cuál es el propósito? Digo, no creo que tenga mucha lógica.

—¿Puedes mantenerte en pie?

—No lo sé.

Se acerca a mí y se pone encima de su rodilla derecha para desabrochar mis agujetas.

Peor Que Un Gato [Rubius Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora