Perfect Strangers

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—¿Qué asientos tienes? —inquiere Jamie, acercándose a mí.

—E20 —respondo—. A un lado de mi mamá. Tengo ventanilla.

—Yo tengo el C18 —hace un puchero—. Pasillo.

Y Joana y Rubén tienen la fila 16, con los asientos E y F, y como ahora, estarán dos horas juntos, lado a lado, pasando momentos divertidos y llenos de risa. Entonces seguirá dándose cuenta de lo hermosa que luce mi amiga con su saco rosa, y lo bien que lucen sus muslos con esos jeans negros, y, la perfecta estatura que toma con esas plataformas beiges.

—Su boleto, por favor —pide la señorita.

Mientras recorremos la pasarela de acceso al avión, no dejo de preguntarme en los refrigerios que Jamie pudo haber traído; ¿sándwiches? ¿Galletas, o brownies? ¿Sodas, y jugos?

Joana se coloca junto a mi madre por unos segundos, y Jamie junto a mí, justo a tiempo para mostrarme la comida que tiene dentro de su bolso.

—Creo que tenemos un problema —escucho la voz de Joana.

—Mira, Ale, traje galletas, y jugos —me muestra el interior de la bolsa, pero mis oídos se concentran en la conversación de atrás.

—Mi asiento está junto a la turbina —explica la chica, pero se fusiona con la voz del chico.

—Logré conseguir jugos Caprisun de kiwi y fresa —hurga en la bolsa y se escuchan ruidos de bolsas metálicas.

—Si no es mucho pedir, me gustar—

—O también traje Pacific cooler. Puedes tomar algo, si gustas.

Al no escuchar respuesta por parte de mi madre, me enfoco de nuevo en Jamie.

—¿Tienes agua? —inquiero—. ¿Botellas?

—Sure.

Cuando veo que Joana no se sienta con Rubén, sino que continúa avanzando, me vuelvo a mi mamá.

—Vamos a cambiar de asientos —explica de inmediato, como si me leyera el pensamiento—; Joana no puede estar en la turbina, por un problema de oído.

—¿Entonces? —exclamo, en susurros.

—Toma —me extiende un boleto y me quita el mío—. Te sentarás con Rubén.

Me detengo en seco al escuchar eso. ¿Qué? Oh, no, no. No estoy lista todavía para estar sentada de nuevo con él por tanto tiempo.

—Hola, Ale —me sonríe con ternura—. Parece que hicieron un intercambio.

Levanto las cejas una vez, apretando los labios, demostrando indiferencia, aunque por dentro, me estoy deshaciendo. Abrazo mi mochila y tomo asiento junto al chico con gorra negra. Pero qué incómodo. ¡¿Qué voy a hacer estas dos horas?! Yo tenía planeado ir divisando por la ventana el amanecer, con mi mamá, y hablarle de la sorpresa que le tengo.

Oh, no, me espera un viaje muy tenso.

—¿Estás nerviosa? —inquiere, frotando sus manos a una velocidad rápida.

—Un poco —hago el agarre mas fuerte a mi mochila.

—¿Dormiste bien? Yo apenas y dormí un par de horas —se ve bastante contento, de hecho—. Pero tomé un té que alguien —me da unos suaves codazos en el brazo—, me dio hace poco para dormirme.

Aprieto los labios, nerviosa. No fue nunca mi intención drogarlo, ni mucho menos; él tuvo la culpa por tomar tazas de más.

Y mía por no cuidarlo mejor.

Peor Que Un Gato [Rubius Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora