Le Festin

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—¿Ale? —inquiere Rubén, por detrás de mí, apenas termino de bajas las escaleras.

Me vuelvo, confundida, y asustada, pero, al verle vistiendo un saco azul, y unos jeans lisos, con unos tenis blancos y una playera lisa, me quedo sin habla. Oh, Dios mío. Pero qué guapo luce. Parece que ha salido por el pasillo lateral derecho.

—Madre mía —exclama, mirándome—. Alejandra, cada vez me sorprendes más.

Agacho mi cabeza un poco, ruborizada. Me gusta cuando me hacen cumplidos, y más cuando vienen de Rubén; será porque tiene una manera de decirlo que, parece sincera y, pasmada, cuando me ve vistiendo cosas distintas a mis jeans y suéteres grandes.

—Gracias —digo, quitándome el cabello de la cara—. Tu te ves muy bien.

—Muy guapo, diría yo —sonríe, irónico, y comienza a caminar hacia mí—, merci, madamoiselle.

Se inclina ligeramente hacia delante, toma mi mano, y le planta un beso cerca de los nudillos, provocando que me dé un vuelco el corazón. Siento mi cara hirviendo, y mis piernas temblando. Rubén, si continúas haciéndome esto, te voy a golpear en el brazo.

De rien, Monsieur—le quito mi mano y retrocedo unos pasos.

—¿Lista? —inquiere, señalándome la salida—. ¿Podemos irnos?

—Sí —sonrío, tranquila, y comienzo a avanzar.

¿Deberé entrometerme en la cocina y avisar que vamos a irnos ya? Javier se nos une, saliendo por un costado, y se adelanta a abrirnos la puerta para dirigirnos al restaurante.

—¿Nos vamos, jóvenes? —inquiere Javier, abriéndonos la puerta de atrás.

Mientras bajamos las escaleras, me encargo de mandarle un mensaje a Joana, avisándole que nos hemos ido ya. La tarde, sigue estando limpia, despejada, a pesar de que el sol ya se ha ocultado, todavía hay bastante luz por delante.


۹(˒௰˓)۶


Cuando el auto disminuye la velocidad, Rubén me coloca las manos sobre los ojos.

—Espera, ¿qué haces? —digo, nerviosa—. No veo.

—Ese es el propósito de que te cubran los ojos —dice, riendo—. Confía en mí, ¿vale? No abras los ojos.

El auto se detiene, y escucho que la puerta se abre. Me quedo quieta, sobre mi lugar, y de pronto, vuelvo a escuchar su voz. La tentación por querer abrir los ojos es enorme.

—Por aquí —siento que su mano atrapa a la mía, con gentileza. Su tacto es tibio—. Baja, con cuidado.

Primero una pierna, luego la otra, me repito. Debo utilizar mis sentidos a su máxima capacidad para evitar hacer alguna torpeza. Siento el aire frío, soplando con gentileza, y un olor a mariscos y a tartas horneadas.

—Me voy a caer —digo, dando los primeros pasos, a ciegas.

—No. Te tengo —añade, sujetándome con fuerza—. Tu tranquila.

Escucho bastante gente hablando, el ruido de un motor muy grande, y música, de fondo, a lo lejos. Los autos pasan por detrás de nosotros, a una distancia no muy lejana, y el ruido del follaje de los árboles me relaja a niveles muy grandes, sintiéndome más segura.

Nuestras manos jamás habían estado tanto tiempo juntas, tan cerca, compartiendo un mismo calor. Sonrío, involuntariamente, al pensar en que esto pudiera llegar a ser así siempre.

Peor Que Un Gato [Rubius Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora