The Ocean

55 12 18
                                    



Mi madre no tiene idea de lo que está a punto de pasar; por suerte y bendición mía, está muy ocupada en el tráfico. Tengo solo un rato más.

Mis manos me tiemblan, y, a pesar de que Joana y yo repasamos el plan decenas de veces, todavía no puedo quitarme el sentimiento de que esta es mi última oportunidad. Espero que funcione. Mis manos están llenas de harina y azúcar granulada.

—¿Estás bien? —camina hacia mí.

—Sí —froto mi mejilla para espantarme una picazón—. Ya casi termino.

—Vale —revisa su móvil—. Revisaré los últimos detalles de la tarta.

Respiro hondo, y trato de calmarme. Oh, Dios... ¿Cómo se supone qu—

—¿Ale? —escucho por la cocina—. ¿Ale?

La piel se me pone de gallina, y termina haciendo que mi corazón dé un vuelco. Oh, no. Lo que faltaba. ¡Alejandra, más te vale que te controles!

—¡Hola! —agita su mano en el aire en cuanto me ve. Su mirada me toma por sorpresa—. ¿Cómo van?

—Hola, Rubius —saludo, neutra, fingiendo serenidad—. Bien, ¿y tú? —comienzo a atar de nuevo mis agujetas—. Digo, ¿cómo estás?

—Bien —ríe por lo bajo, haciendo que me distraiga—. Joana me dijo que ocupabas mi ayuda.

—¡¿Yo?! —exclamo, volviéndome a él.

Tiene el cabello alborotado, y una chamarra negra que no había visto antes. Tiene las mejillas encendidas, por lo que quiero suponer que se ha venido en patineta hasta acá.

—Vale —dice, nervioso, sin dejar de sonreír—. Que ambas necesitaban ambas mi ayuda.

Desvío mi mirada de él y prosigo con mis asuntos. No debo distraerme, no debo salirme del contexto. Siento mis dedos temblar con cada paso que doy. ¿Qué hace Rubén aquí? Sólo va a provocar que me ponga más nerviosa.

—¿Tu madre te ha dicho que sí, ya? —inquiero, un poco seria, caminando hacia el baño junto a mi cuarto.

—Síp —se encoge de hombros, y comienza a seguirme, dando pasos más cerca de mí. Huele a él, pero, no a sudor—. Y, veo que tú y tu mamá siguen en eso.

—Sí, pero... Joana y yo tuvimos que reestructurar de nuevo el plan.

—Oh —ríe—. Sí, me comentó.

—Espero que... no te moleste —digo, apenada—. No veo otra opción más conveniente, pero, si no lo hago de esta manera entonces...

—No te preocupes. Esta opción nos da seguridad a los cuatro. Mi madre y la de Jamie estarán más tranquilas, ¿no lo crees?

Cuando me vuelvo para regresar por mi celular, me freno en seco al ver que lo tengo a tan poca distancia de mí. No digo nada, sólo alzo mi mirada para decirle que se mueva, y de pronto, frunce el ceño apenas un poco, confundido; acerca su mano a mi rostro y me toca cuidadosamente la mejilla derecha, a lo que retrocedo un paso, a la defensiva.

—Espera —ríe con dulzura, acercándose de nuevo—. Tienes algo... blanco en la cara.

Miro su mano, dirigiéndose hacia mí, sus dedos delgados y, al sentir su tacto tan gentil y suave, me sorprendo. Una, dos, tres veces, y la retira con cuidado. ¿Pero qué? No. No, no, no. Alejandra, no.

Peor Que Un Gato [Rubius Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora