Slow Dancing in The Dark

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Me desabrocho los cordones para dejar descansar mis pies, y justo cuando me deshago de los patines, comienzo a girar mis tobillos para relajarme.

Pequeños placeres de la vida.

Brrr, brrr.

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Hoy1:15 PM

Dónde estas?
Hay descuento para clientes frecuentes?

Rubén. Sonrío sin más.

¿Dónde está él? Quisiera verlo, y, estar con él lo más que pueda. Quisiera... poder darle un beso.

Brrr, brrr.

Voltea.

Giro mi cabeza con desesperación hacia los costados, y al no verlo de pie en ningún lugar, giro hacia atrás. Siento un gran alivio al poder apreciarlo de pie junto a las puertas de salida de las gradas. Levanta la mano sobre su cabeza y comienza a saludarme con una expresión alegre en el rostro.

Continúo con mis ejercicios de enfriamiento, para fingir que no me entorpece su existencia, y entonces, comienzo a ponerme nerviosa; estoy sudada, y tal vez haya transpirado un poco hace rato. Esperemos que el frío del lugar logre controlarme.

—¡Hola! —saluda, caminando hacia mí.

—Hola —canto—. ¿Qué haces por estos rumbos?

—Nada, nada —logra colocarse junto a mí.

Trae puesta una sudadera bastante abrigadora.

—Vine a saludar a una amiga —me extiende una botella de agua al tiempo—. ¿Está mal eso?

—No —respondo, tratando de comerme la sonrisa.

Destapo la botella y comienzo a darle tragos pequeños. Pero qué bien se siente en la garganta y en el estómago.

—Te llevas bien con los niños.

—¿Perdón?

—Te vi jugando con ellos —señala el pequeño grupito, que comienzan a tomarse de la mano para hacer una especie de actividad—. Eres muy linda.

La cara se me comienza a calentarse.

—Con los niños, digo —añade de inmediato—. Se veía divertido.

—¿Dónde nos viste?

Se voltea y señala las gradas de la parte de arriba.

—Estuve... un rato viéndote. Luego, te uniste a ellos —ríe—. Me daba risa cuando se caían.

—Qué malo —le golpeo el hombro con poca fuerza.

—¡Lo siento! —se cubre con ambas manos a manera de defensa—. No sé por qué me hace tanta gracia que los niños sufran, o sea, no lo sé.

Entonces, a lo lejos, vemos que una pequeña con doble abrigo se cae al hielo, jalando a los demás al suelo. Rubén suelta una carcajada espontánea que expone una evidente gracia que nace desde el fondo de su estómago, y la risa es tan contagiosa, que no evito seguirle la corriente.

—¿Lo ves? —me dice.

—Eres peor q—

—¿Qué un gato? —inquiere, divertido.

—Sí...

Acomodo uno de mis muchos cabellos sueltos detrás de mi oreja mientras me limito a sonreír.

Peor Que Un Gato [Rubius Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora