Capítulo 14. Ojos

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Capítulo 14. Ojos:

—Gracias Mamá —me alcanzó mi chaqueta.

—De nada, Lindsay abrigate, hace mucho frío —me dijo en ese tono que sólo las madres pueden hacer.

Me puse la chaqueta y rodé los ojos.

—No entiendo por que tienes que ir, hoy es sábado, se supone que los sábados no trabajas —tomó un gorro de la mesa y me lo puso en la cabeza.

—Te he dicho miles de veces, no voy a trabajar, iré a ver a Nolan a su escuela —acomodé el gorro.

—¿Para que? ¿Es necesario? —dijo y yo refuñe, la mamas son tan tercas.

—Si, es necesario, yo quiero mucho a ese niño, y es importante para mi, él quiere que yo este allá, es una presentación —puse mi bolso en el hombro—, no me demoraré —bese su mejilla.

—Esta bien —cerró los ojos y suspiró—, que te vaya bien.

Salí de casa rápido, el frío traspasaba mi ropa, miré al suelo, una pequeña y grácil capa de hielo cubría el pavimento, los autos iban y venían con velocidad delante mío, pero uno en especial se detuvo frente a mi, el auto de mi profesora. Me acerqué a él, abrí la puerta de copiloto y me subí.

—¿Que tal Lindsay? —su voz tan dulce me lleno de calor el cuerpo.

Me incline y bese su mejilla, trataba de actuar lo más normal posible, disimular mi nerviosismo, mis manos oscilantes y mi respiración ardua. Y le sonreí tímidamente.

—Te traje un café —apuntó el posavasos del vehículo.

—Muchas gracias —sonreí.

Con aún las manos temblando, tomé el vaso plástico y bebí, fue tan reconfortante que me hizo estremecer.

—Nolan ha hablado toda la semana sobre este día —su vista estaba fija en el camino—, está muy emocionado de que hoy estés acá —está vez me miró, directo a los ojos—. Gracias por venir.

—No es nada, estoy encantada —bajé la mirada al café y evadí su mirada todo el camino.

...

—Muy bien Lindsay, hemos llegado —dijo deteniendo el auto.

Dejé el vaso ya vacío en donde estaba al principio, aferré mi bolso a mi y baje del auto, ella dio bajo a Nolan y se acercó a mi.

Nolan corrió rápidamente a la escuela, se encontró con sus profesoras muy entusiasmado.

—Linda gorra —dijo Macarena ya a mi lado.

—Gracias profesora —sonreí con la mirada baja.

—Ya basta de profesora y esas cosas, dime Maca o Macarena, ya sabes —me guiño un ojo.

Mire a mi alrededor, un estacionamiento lleno de piedrecitas en el suelo, totalmente solitario, con apenas unos vehículos. El ambiente era grato, la música se escuchaba de fondo con la escuelita de Nolan a varios metros, la brisa del frío invierno movía el cabello de mi profesora, las mejillas rosas por el frío, sus labios de un tono más blanco de lo común y su sonrisa intacta, como si sonreír fuera algo en lo que tiene mucha experiencia.

—¿Qué pasa? ¿Por qué me miras así? —ella preguntó.

—Desde aquí -me detuve unos segundos—, se ve realmente hermosa.

—¿Sólo desde ahí? —ella río.

—No, no quise decir eso, en realidad siempre es hermosa —baje la mirada.

Stay With Me ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora