Capítulo 47. Hundiéndose Entre Lágrimas

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Capítulo 47. Maratón 3/3:

"Hundiéndose Entre Lágrimas":

(...)

–¿Aló? –contestó al otro lado de la línea.

Yo respire aliviada, sentí cómo me relaje.

–Gracias a Dios contestas –sonreí emocionada.

–¿Qué pasó cielo? –me preguntó preocupada.

–¿Dónde estás? –pregunté.

–Estoy en casa de Alex, tomando unas cervezas –respondió Francisca.

–Necesito que te alejes de Alex y que no le digas que soy yo.

–Claro... Vengo enseguida –le dice a Alex, espero unos segundos, escucho una puerta cerrarse–. Estoy en el baño, dime que pasó que estoy preocupada.

–Estoy en la cárcel –bajé el volumen de la voz.

–¿Que? –me preguntó sorprendida.

–Sé que suena loco –ella me interrumpió.

–¿Pero estas bien? ¿Que pasó? ¿Dónde estás? ¿Con quién estás? –me bombardeó de preguntas.

–Estaba en una fiesta clandestina con Logan y nos atraparon, mira no tengo mucho tiempo... Necesito que me hagas un favor –suplique.

–Dime –respondió de inmediato.

–Necesito que vayas a mi departamento, que de alguna manera mamá te haga entrar, la distraigas y saques su tarjeta de crédito que está en su habitación en el segundo cajón del armario y vengas a pagar la fianza... Francisca sé que te pido mucho, lo siento pero no se a quien mas pedirle –rogué.

–Cielo... Yo soy tu amiga y para eso estamos las amigas...

–Gracias Fran, no se que haría sin ti –resople–. Y por favor... No le cuentes a Alex.

–Tranquila cielo... Yo te consigo la tarjeta, y distraeré a tu madre aunque no se donde ponga las manos –rió

–Francisca sé respetuosa con mi madre! –grité.

–Ya tengo un plan y no creo que te guste –dijo entre carcajadas.

–Tus manos lejos de mí madre! –advertí.

–No prometo nada –colgó la llamada.

Mierda.

El guardia me llevó de vuelta a la celda, el fuerte olor a humedad me golpeó de una. Le conté a Logan que Francisca vendría por nosotros, me senté a su lado, entrelace mi mano con la suya, apoye mi cabeza en su hombro y nos quedamos a esperar que llegara nuestra salvación.

(...)

–Señor Haynes y Señorita Thompson –él guardia abrió la celda–. Han pagado su fianza, puede retirarse.

Suspiré aliviada.

Nos levantamos, caminamos con cuidado para no pisar al casi muerto y salimos. El guardia nos guió a recepción, nos entregaron nuestras cosas, cartera, teléfonos, llaves del auto y reloj, mire la hora, 4:05 a.m.

–Pueden irse –nos abrió la puerta.

Salimos, el aire me reconforto, era increíble la sensación de estar encerrado, no lograba entender como la gente que estaba en la cárcel podían conllevar esto, la sensación de ahogó y desolación.

Ahí nos esperaba Francisca, apoyada en su auto con un cigarro en la mano.

Cuando me vio sonrió, yo hice lo mismo. Me abalance a sus brazos.

Stay With Me ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora