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Capítulo 51. Durazno

Capítulo 51. Durazno:

Me quedé mirándola por unos segundos atónita.

–Me has pillado de sorpresa –solté–. No sé qué decirte –acomodé un mechón de mi cabello detrás de mí oreja.

–Lindsay –suspiró–. No puedo ser feliz si no es contigo.

Sus palabras me conmovían, hacían que mi pecho burbujeara de una manera inexplicable pero se desvanecía en una gran desepcion.

–Macarena... Lo siento pero no puedo creerte –baje la mirada.

Ella se levantó de la cama y se arodillo frente a mí.

–No pido que me creas –tomo mis manos y las acomodó entre las suyas–. Te pido una oportunidad para poder hacer que creas en mí.

Incapaz de levantar la mirada seguí sin decir nada.

–Lindsy –siguió Macarena–. Sé que todo lo que te hice pasar no estuvo bien, lo entiendo completamente.

–No Macarena –la interrumpí–. No tienes idea como me sentí –comenzó a formarse un nudo en la garganta, ella se quedó en silencio–. Sentí que me ahogaba en tus mentiras, sentí que no podía más, lloré cada maldita noche por ti –yo no podía detenerme–. Sentí que sólo querías acostarte conmigo y luego desecharme, me sentí estúpida a tu lado siendo la segunda opción, me revolvía el estómago en una angustia enorme –los ojos se me comenzaron a llenar de lágrimas–. Y todavía siento eso, cada vez que te veo me vuelvo a ahogar.

–Lindsay —musito.

–No tienes idea de lo que se siente querer a alguien con toda tu alma y que esa persona sólo juegue contigo, que sólo se meta a tu habitación a acostarte contigo y que al otro día haga como si nada ha pasado –comencé a llorar, no quería hacerlo pero no pude evitarlo.

Me solté suavemente de su agarre y me tape la cara con ambas manos, no quería que me viera así, tenía ganas de levantarme y salir corriendo o por lo menos ir a esconderme al baño pero no me sentía con fuerzas.

Ella se levantó y sento a mi lado. Me envolvió con sus brazos y yo me acomodé en su pecho, aún temblando y llorando ella comenzó a acariciar mi cabello.

–Tranquila Lindsay –bajó a mis hombros y los acarició–. Por favor no sigas.

Apoyó su cabeza en la mía y me apretó más a ella, comencé a tranquilizarme, sus brazos me reconfortaban de alguna manera.

–Quiero enmendar las cosas –dijo Macarena–. Y aunque no me des la oportunidad, aunque me digas que me quieres lejos de tu vida... Lo haré, volveré a entrar en tu vida Lindsay, volveré a robarme tu corazón, pero esta vez lo haré con cuidado –hablaba pausado y delicado–. Primero sanaré todas las heridas que hice, y te envolveré en mis brazos cada vez que lo necesites, estaré a tu lado permanentemente, acariciaré tu hermoso rostro cada vez que pueda... Haré las cosas bien, lo juro.

Me seque las lágrimas y me sorbetee los mocos.

–Ya deja de llorar Lindsay... Me tienes el corazón partido en mil pedazos –ella sutilmente levantó mi rostro y seco las lágrimas que quedaban con sus pulgares–. Cuando lloras se te ponen las mejillas y nariz color durazno –yo reí.

–Lo siento... No quería llorar frente a ti –dije con voz ronca.

–¿Y yo cuantas veces he llorado frente a ti? –preguntó divertida.

–Una que otra vez —baje la mirada.

–Miles de veces lo he hecho –acomodó su cabello–. Hey... –levantó mi mentón haciéndome mirarla–. Todo estará bien... Lo juro.