Capítulo 52. Boca hinchada

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Capítulo 52. Boca hinchada:

(...)

–Mierda, está caliente! –Kent se quejó mientras aleja el café de su boca.

–Cuidado Kent –advertí tarde dándole un gran sorbo a mi café, el mío lo habían entregado antes por lo que estaba más frío.

Estábamos a 1 cuadra de la escuela,  nos habíamos juntado temprano para darle detalles de mi pequeño viaje con Macarena en Argentina.

El día estaba muy helado y oscuro, eran las 7:20 am pero aún no amanecía, el cielo estaba cubierto por nubes grises. Llevaba un abrigo rojo - el único color que permitían en la escuela- y un gorro blanco.

–Soplare mejor –hizo una mueca Kent mientras cruzabamos la calle–. Aún no puedo creer que Macarena te haya dicho eso.

–Yo tampoco –resople metiendo una mano en mi bolsillo.

–¿Y que harás? –me preguntó mirándome.

–No lo sé... Quisiera decirle que lo de nosotras ya se acabó y no hay vuelta atrás –lo miré también–. Pero cuando estoy a su lado, viéndole esos ojos... No puedo decirle que no.

–Débil –rodó los ojos bromistas.

–Gracias amigo –dije con ironía.

Entramos por la puerta de la escuela, la recepcionista nos saludó.

–¿Tú como estas con Kristel? –pregunté.

–Todo bien... A veces discutimos pero nada grave –se encogió de hombros.

–Señorita Lindsay! –escuché un suave grito.

Ambos miramos a nuestro lado derecho, Macarena me miraba sonriente. Llevaba un abrigo negro hasta debajo de las caderas, llevaba en cabello un poco desordenado y botas blancas.

–Profesora –dije con formalidad acercándome a ella.

–¿Crees que me podrías dar unos minutos? –me preguntó ladeando la cabeza.

–Claro –asentí.

–Yo me voy –comentó Kent–. Te espero en la sala –besó mi mejilla y se fue.

–Quiero enseñarte algo –miró a todos lados, la escuela estaba vacía, aún era temprano. Tomó mi mano y me guió a la parte trasera de la escuela.

–¿Donde vamos? –pregunté.

–Ya verás –abrió una puerta que estaba cerca del gimnasio.

–Aquí no podemos entrar –susurre–. El director dijo que estaba prohibido.

–Valdrá la pena –se detuvo y me guiño un ojo.

Habían unas escaleras, comenzamos a subir. La escuela era bastante grande y está parte nunca la había explorado.

Sin soltar mi mano subimos 4 pisos.

–Ya estoy cansada —dije jadeando.

–Yo también –abrió una puerta que decía "no entrar".

Una ráfaga de viento entró. Era la azotea, tenía algunas sillas y mesas rotas.

–Jamás habia visto esta parte –dije.

–Aquí –me guío a la orilla.

Mire el cielo, estaba amaneciendo, el sol comenzaba a levantarse, los rayos se asomaban entre las nubes, es ese sol que no quema, un sol que sólo ilumina. El frío viento corría provocándome un cosquilleo en la nariz. Se veía parte de la cuidad, era una vista increíble, no podía creer que jamás haya visto esta parte de la escuela.

Stay With Me ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora