Capítulo 18

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Amber

Cuanto estoy decidida a irme, puedo notar la insistente mirada de Aaron sobre mi.
Me doy la vuelta con el fin de preguntarle que pasa, es ahí cuando me permito observarlo detalladamente antes de hablar.

          «Santa Virgen»

Se que he estado muy concentrada en mi terrible dolor de cabeza, al no notar que tengo al chico con el mejor jodido cuerpo que haya visto enfrente mío, y recién me doy cuenta.

  Osea, no me mal interpreten, no es que nunca he visto el torso desnudo de un chico, pero dios, ninguno se comparaba al de Aaron.

Mi cabeza empieza a dar vueltas y ciertas preguntas se alojan allí.

Aaron, yo media vestida, borracha, Aaron sin remera, una cama....

        «Mierda»

Me levanto demasiado rápido, creo que hasta me llego a marear y camino por la habitación empezando a hiperventilarme.

El tiene la perfecta cara desfigurada por preguntas, a las que seguro yo no tengo respuestas, y eso es todo para impulsarme a hablar.

      —¿Nosotros...?— dejo inconclusa la pregunta, con el fin de que entienda que es lo que quiero saber, y por su cara de desconcierto puedo decir que no a entendido.

Señalo la cama y luego a nosotros con cara de horror y veo que por fin logra entenderlo.
Se queda mirándome callado como si no supiera que decir, y veo como una chispa de algo que no sabría interpretar, pasa por sus ojos.

      —¿Piensas que soy capaz de acostarme con alguien totalmente borracha, que ademas de eso, quedo inconsciente al momento de apoyarse dos segundos en mis brazos?— puedo notar que su voz se distorsiona debido al enojo y como lleva sus manos hasta su cara agarrando el marcado puente de su nariz.—No se quien crees que soy Amber.

Suspira y yo lo acompaño.

Me quedo callada debido a que sus palabras, me dejaron ahora a mi desconcertada.
¿Como podía saber yo quien era él realmente?
¿Como conocerlo si ni siquiera nos llevamos tan bien para hablar como personas normales, y no pelear casa vez que cruzamos palabras?

       —Yo... —la vergüenza me invade y evito su mirada cuando sus ojos quieren conectar con los míos.

       —Si, como sea—responde seco dándose la vuelta para salir de la habitación.

Me quedo un poco en shock, al ver como se a enojado por tan simple pregunta.
  Cuando empiezo a tratar de acordarme que paso ayer, mi mente queda en blanco dejándome en trance mirando a la nada.

De pronto, una calidez invade mi pecho, cuando pienso en que Aaron a sido buena persona en ayudarme ayer.
Que hubiera sido de mi, si estuviera inconsciente cerca de un montón de borrachos que lo único que piensan es en el descontrol total y en sexo.

Tal vez, en lugar de pensar lo peor, tendría que haberle agradecido por no haberme dejado tirada y, haberse preocupado por mi.
Salgo de la habitación y con sumo cuidado observo la hermosa y delicada casa hogareña, que aparece mientras camino.

No es muy grande, pero lo suficientemente acogedora.

Me asomo hacia lo que parece ser una cocina y veo a Aaron sentado en una mesa, con una taza en sus manos, bebiendo algo.

    Esta hablando por teléfono y su manera arrogante de pronunciar sus palabras, hacen que el bicho de la intriga me impulse a escuchar su conversación.

—Si muñeca, claro que nos veremos...—Sonríe.

Miro su cara.
Del otro lado de la linea parecen contestarle ante su repentino silencio.

—Por supuesto, si no tengo nada que hacer, te veo mas tarde.—corta al verme entrar y me mira.

—¿Tu madre no te a enseñado que no se escuchan las conversaciones ajenas?— ríe mientras pone su mirada ahora de nuevo en el teléfono.

—Parece que no, porque no la veo desde que tengo cuatro años.— él levanta la cabeza y me mira con algo parecido a lastima.

—Yo... lo lamento.—me mira con sorpresa.

—No lo lamentes, no me gusta dar pena.—bufo—Te he dado otro motivo para que te burles de mi, genial.—hablo mientras me siento enfrente cruzándome de brazos.

—No te miro con lastima, solo que puedo entenderte— lo miro y sus ojos destellan tristeza que trata de esconder pero le sale terrible.

—¿Qué?— pregunto a la vez que lo miro desconcertada.

—Mi madre murió cuando yo tenia seis y mi padre se fue cuando cumplí diez.— se detiene por un momento, y los segundos ahora se hacen ensordecedores, ya que mi boca de repente se siente seca y no me deja articular palabra.
Me encogí en mi lugar, por que sentir que me dio un poco de confianza al contarme eso, se sintió extraño.

—¿Y quien cuidaba de ustedes cuando eran chicos?— mi pregunta sale antes de que pueda detenerla y me maldigo a mi misma por ser tan chismosa.

Veo la duda en sus ojos y como la desconfianza también se apoderan de ellos, haciendo que el silencio entre los dos se vuelva a instalar.

—Perdón, no quise incomodarte... —me corta.

Bufa.

—Descuida— me sonríe sin mostrar los dientes.— Mi abuela se a encargado de mi hermana y de mi, hasta que cumplí 15 años, ahora me encargo yo de cuidar a mi hermana que ahora tiene 16— el brillo en sus ojos me confirman lo mucho que ama a las personas que a mencionado con anterioridad.

—Supongo que has de querer mucho a tu hermana y a tu abuela, digo... —hago una pausa.— Para cuidarla tu solo cuando solo eres un adolescente y a tu abuela por ayudarlos.

—Las quiero mucho a las dos, y mi hermana lo es todo para mi —sonríe.

Un silencio, ahora cómodo; nos envuelve por varios minutos hasta que me doy cuenta de algo.

—Parece que podríamos llevarnos bien como amigos— río mientras me dedico a acomodar mi pelo peinándolo para atrás.

—Supongo que si.— me devuelve ma sonrisa.

Poder establecer una conversación con él, me hace ver un poco, lo dura que debió ser su vida cuando solo era un chico.

Perder a un padre o a una madre es duro; imagínate perder a los dos y quedarte a cargo de tu hermana de casi la misma edad que tu.

¿Difícil? Si, y debió haberlo sido mucho.

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N/a:
Acá les dejo otro capitulo!!!
Espero que lo hayan disfrutado.
Nos leemos en el próximo capitulo. :)
(Cap. Editado)

Las complicaciones de enamorarte © |Completa| (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora