Capítulo 56

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Amber.

La vergüenza me callo de lleno, como si de una cubeta de agua fría se tratase.
Podía salir el calor de mi cuerpo cada vez más intenso.

<<Santa mierda>>

Había tratado como la peor persona del mundo a mi novio, a mi Aaron.
Lo había ignorado y ahora, sentada bajo la atenta mirada de la chica, quien intentaba hacerme reaccionar, podía sentir como mi cuerpo temblaba de las ganas de correr y disculparme con él.

—Seguro te habrás enojado con él— asegura la rubia—Habla y resuelvan sus problemas, ojalá sepas disfrutar su compañía, él es una buena persona—con eso, se levanta, y se va caminando despacio.


Me quede mirando la noche que caía poco a poco.
Sabia que tenia que levantarme, faltaba poco para tener que ver a Mia en la fiesta.

Me levanto y hago el recorrido hasta la casa.

[...]

 
Cuando abro la puerta amarillenta, puedo ver que todas las luces se encuentran apagadas.
No se escucha ni un solo ruido, genial, no hay nadie.

Como puedo corro hasta la habitación, consciente de que voy tarde, y me pongo lo que ya tenia preparado.

Un vestido hasta la mitad del muslo, blanco, con algunos lazos en la espalda, adornaban mi cuerpo cuando me miro en el espejo.

Me pinto ligeramente, y luego de ponerme unas sandalias sin taco, salgo de ahí.

Corro por toda la playa hasta que por fin encuentro la fiesta.

Luces de todos colores iluminan el lugar, y estas, están atadas a palos que se encuentran clavados en la arena.

Una fogata gigante está en el medio de la gente, que baila con entusiasmo.

El olor a alcohol lo siento desde mi lugar, y un ligero olor a cigarrillo hace que frunza mi nariz.

Cuando camino unos metros más, puedo observar solo personas desconocidas, ni Mia, ni Mike, tampoco Aaron.

Me muevo por entre medio de los cuerpos con varias capas de sudor y mi vista recorre cada cara con la que me encuentro.

Recorro con la mirada la inmensa barra de tragos frente a mi, y ahí lo veo.

Apoyado contra un poste, una botella de lo que parece ser cerveza en sus manos y una mirada fría, que solo clava a las chicas que se acercan a hablar con él.

Me acerco sutilmente, hasta que por fin lo tengo a metros de mi.

Su pelo se despeina por el viento, su camisa blanca, casi transparente, está suelta y lleva unas bermudas negras impecables.

Mis ojos no pueden parar de admirarlo, incluso desde mi lugar.

Es tan perfecto tanto fisicamente como sentimentalmente.

—¡Aaron!— caigo en cuenta de que estoy corriendo hasta él sin apenas notarlo.
Mi voz no se escucha por la fuerte música que retumba en nuestros oídos y que en este lugar parece que retumba tanto, que hasta lo puedo sentir bajo mis pies, donde un ligero temblor se aloja.

Sus ojos verdes pasan por toda la gente con algo parecido al desespero, hasta que por fin, estos se clavan en mi.

Se que esta hablando por el movimiento que pronto veo en sus labios, y sonrío al ver que no me ignora, ni nada de eso.

En poco tiempo, lo tengo a mi lado, y soy la primera en lanzarme a sus brazos, tan fuerte, temiendo perderlo, con ganas de quedarme con él tanto como sea posible.

—Amber—un susurro se escucha claro, pero muy bajo en mi oído.
Su aliento cálido junto al frío que de pronto empiezo a sentir, hacen que me estremezca.

Sin querer escuchar ningún reproche, hablo rápidamente.

—Perdón, fue idiota mi actitud ¿Bien?, lo entiendo, pero por favor, no te enojes conmigo, por favor —mi voz bajaba poco a poco, y cada palabra era susurra en su oído mientras seguía abrazándolo.

Mi amor, ya está, estoy aquí, y no estoy enojado, estoy feliz, y solo pienso en que deberíamos pasar nuestra ultima noche en paz— dice mientras acaricia de poco a poco mi cabello.

Mi corazón late con fuerza, y siento estallar en un sin fin de emociones, como la primera vez, cuando me dice sobrenombres cariñosos.

Aquel chico arrogante, terco, frío y calculador, había sido derretido por una simple persona como yo.
Los dos nadábamos en nuestras propias desconfianzas, luchábamos contra nuestros propios demonios y convivíamos con nuestras inseguridades día a día, pero nada nos podía detener ahora.
Lo había llegado a querer tanto, que hasta incluso pensar en perderlo me dolía el alma, sentía escalofríos, era algo imposible de explicar.

¿Cuándo te empieza a importar una persona de repente?

Es como cuando te vas a desmayar, primero es un ligero mareo, y luego, caes de golpe, como si del destino se tratara, como si no manejaras tus pensamientos, como si no fueras dueño de tu propio corazón.

—¿Cuándo me permití enamorarme tanto de ti?— y esas fueron las palabras que había susurrado de repente, tanto preguntándole a él, como a mi misma.

Enamorarme.
Esa simple palabra.
Pero cuantos significados tiene ¿No?
¿Cómo sabes cuándo estas enamorándote de alguien?
Respuesta; nunca lo terminas de saber.

La música seguía retumbando en mis oídos, las personas nos empujaban, el olor a cigarrillos era nauseabundo, y eso que en algún momento yo había fumado, en ese lugar, todo lo que no fuera nosotros, estaba fuera de contexto.

Teníamos la habilidad de cambiar nuestros propios mundos.
¿Que habría sido de mi, si no estaría con el chico de ojos verdes que tanto me hacia delirar?
Probablemente seguiría yendo a la escuela a perfecta hora, pintaría el garaje con papá como cada mes... en fin, mi vida había dado un giro.

El me había desprendido de la estupidas ideologías de amar a una persona, de lo malo que podía ser enamorarse de alguien... pero solo eran nuestros propios pensamientos, nuestra propia mente que imaginaba destinos horribles, infelices.

—¿Morocha?— y me trajo de nuevo a la realidad, hermosa realidad, por cierto.

—¿Hum?— dirijo mi vista a él.

—Estas divagando mucho ¿Algo va mal?— sonrío, despreocupada, porque así me sentía.

—Nada puede ir mejor— me sonríe con esas sonrisas que matan mi cerebro y lo deja nadando un sentimientos encontrados.

—Te quiero Aaron, te quiero....— me acerco más como si fuera posible, y lo beso.

➿✿➿
N/a: ¡Hola!
¿Cómo andan?
Espero que les haya gustado el capítulo:)
Nos leemos en el próximo :D

Las complicaciones de enamorarte © |Completa| (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora