Capítulo 38

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Amber.

Me despierto poco a poco consciente de el terrible y punzante dolor en mi cabeza.
Sintiendo la cara completamente caliente, me estiro y puedo notar un peso extra en mi cintura.

Abro los ojos y los rayos que entran por la persiana hacen que por instinto, los vuelva a cerrar.
De mi boca sale un doloroso gemido al sentirme cada vez peor.
De pronto, alguien se mueve a mi lado y puedo ver a un Aaron completamente despeinado mirándome con los ojos entrecerrados, producto de un buen descanso.

Nunca me e preocupado por mi aspecto cuando me levanto, pero ahí estaba otra cosa que Aaron me hacia sentir por primera vez.
Trato de peinar mis revoltosos pelos castaños con mis dedos y el dolor se hace peor ante el repentino movimiento.

Aaron me mira y la preocupación se ilumina en sus ojos. Y ahí lo tenia. Mas claro que el agua.

Quería a Aaron. Quería ver todos los días su cabello todo despeinado y sin gel y no solo yo, parecía que mis manos picaban de las ganas de hundirlas en el, en esa preciosa cabellera; quería a sus ojos, quería que me miraran con ternura, amaba como sus incontables pestañas se movían al compás de esos faroles verdes que me hicieron perder la cabeza por el.

El se levanta de un salto y yo lo miro entre asustada por ser tan brusco y adolorida.

   —Te llevare a un hospital— lo miro confundida y niego.—Si Amber, iras.— me reprende

   —Solo agarre un —estornudo— Resfriado, nada mas.— me tumbo de nuevo en la cama totalmente calentita pero el dolor es realmente horrible.

   —Bueno, pero voy a buscarte analgésicos— se levanta y los colores suben mas a mis mejillas cuando veo que esta solo con un pantalón de chandal.

Me mira y el conocimiento llega a su rostro cuando me lanza una miradita picara.

¿Tan predecible soy?

Se da la vuelta y se va dejándome sola en la habitación.

Miro el techo y solo sonrío.

Sonrío de verdadera felicidad, sin importarme que este enferma ni todas las veces que nos hemos tratado terriblemente mal.
Eso no me interesa.

Sentir la sensación de sus labios contra los míos, de su brazo rodeándome dándome un pequeño abrazo, haciéndome sentir totalmente protegida, los celos, todo; eran indicaciones.
Yo quise posponer las cosas y me había salido mal.
Es como cuando te prohíben hacer algo. Tienes muchas mas ganas de hacerlo.

Eso era exactamente lo que me había sucedido.
Me había prohibido enamorarme de alguien como el.
Alguien que pudo ver mas chicas sin ropa que un espejo, mas caras bonitas que las que podrá contar.
Pienso, y todo esto a pasado mas rápido de lo que debería.
Pero no me arrepiento.
No, ya no mas.

La puerta se abre rápidamente y Aaron entra.

Su cara es se ve descompuesta por un sentimiento que en ese momento no pude descifrar, por que puede disimularlo bastante bien, con esa sonrisa.

   —Te traje esto— deposita una servilleta con un analgésico frente a mi. —Toma, te sentirás mejor—y tal como lo dijo, lo hice.

Las complicaciones de enamorarte © |Completa| (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora