A la tarde, al volver del trabajo vi una multitud alrededor de mi casa.
"¿Qué habrá pasado?" Pensé alarmada.
Se oían silbatos de vigilantes, sirenas de ambulancias, triángulos de barquilleros, chillidos, suspiros, gritos y patatuses.
Me abrí paso a empujones, como pude.
Todo el mundo chillaba y discutía mirando para arriba. Los vigilantes trataban de poner orden.
Había fotógrafos y periodista, el noticiero de la televisión, un perro con dos colas, bomberos que comían merengues y chicos que, aprovechando el bochinche, se había escapado de la escuela.
Yo: -¿Qué sucede?- Pregunté alarmada.
Y nadie me contestaba. Algunos, porque no se les daba la gana. Otros, porque estaban comiendo un helado. Otros, porque tampoco sabían.
Como todos miraban para arriba, hacia el fondo de mi casa, miré yo también. ¿Y que creen que vi? Vi nada menos que a Dailan Kifki dormido en el tronco alto, réquete alto, de un árbol alto, réquete alto. Tan alto que parecía estar plumereando las nubes con sus hojas.
Yo: -No puede ser- Me dije -Estoy soñando... ¿Cómo ha hecho Dailan Kifki para trepar hasta allí?-
Vecina: -¿No es un verdadero escándalo, señorita?- Me comentó una vecina -¿Donde se ha visto un elefante arriba de un árbol, eh? ¿Y si se cae? ¿Y si aplasta a alguien? ¡El gobierno no debería permitir que los elefantes se treparan a los árboles!-
Yo: -Si, tiene razón señora- Le contesté sin aclararle que el elefante era mío y que se llamaba Dailan Kifki.
Seguí empujando y pidiendo permiso hasta que conseguí entrar en mi casa, que también estaba llena de gente, vigilante, bomberos, camarógrafos de cine, perros, gatos, heladeros, globeros y hasta un monja que rezaba para calmar a todos.
Mi mamá me abrazó llorando y me dijo:
Mamá: -¿Viste que calamidad? ¡Te dije que llevaras a ese elefante al Zoológico!-
Yo: -Pero decime mamá, ¿De dónde sacó Dailan Kifki ese árbol tan alto?-
Mamá: -¡Ese árbol es tu famoso poroto!- Dijo mamá bañada en llanto.
Yo: -¿Mi poroto? ¿Tanto creció?- Pregunté alarmada.
Y mi mamá me contó toda la historia.
Cuando sembré el poroto, le encargué a Dailan Kifki que lo cuidara.
Parece que el pobre se quedó dormido... Encima del poroto sembrado.
Claro, el poroto empezó a crecer a toda velocidad ... Lo que le habrá constado al pobre poroto crecer empujando a un elefante, se imaginan ... Lo cierto es que la plantita creció, creció, creció ... Fue echando ramitas, después ramas, después troncos ... Y claro, lo hizo upa al pobre Dailan Kifki, que tiene el sueño muy pesado.
Lo cierto es que el poroto se había transformado en un precioso árbol, que acunaba en su copa a un elefante dormido.
Yo hice callar a la multitud, porque tuve miedo de que lo despertaran y se cayera. Y me puse a pensar muy afligida que se podía hacer para bajarlo. Mi mamá seguía protestando.
Mamá: -¿Pero ese elefante no se da cuenta de que necesitamos hachar el árbol para hacer la madera para hacer los muebles?-
Yo le pedí que tuviera un poco de paciencia, ya que era imposible hachar el árbol y causarle al pobre inocente de Dailan Kifki un porrazo espantoso.
Se me ocurrieron varias ideas para bajarlo sin peligro.
La primera: Pedir un helicóptero que se le acercara despacito ... Pero enseguida pensé que el ronroneo de la máquina lo iba a sobresaltar.
También pensé pedir la escalera de los bomberos ... ¿Pero cómo iba a hacer el pobrecito con sus enormes patotas, para bajar por unos escalones tan flacos?
Imposible.
En eso llegó mi hermano Roberto, miró y dijo.
Roberto: -Estamos fritos-
Después se le ocurrió que lo mejor era enjabonar el tronco para que Dailan Kifki bajara resbalando, pero a mí no me pareció buena idea.
Entonces mi papá, que es un hombre práctico, sugirió que alguien se trepara al árbol, y que colocara un cable desde la copa hasta la azotea de un rascacielos vecino, que le diéramos una sombrillita a Dailan Kifki y que entonces el elefante caminara como un equilibrista por el cable, hasta llegar sanito y salvo a la azotea del rascacielos.
Yo: -Sí papá,tu proyecto es excelente- Le dije- Pero ¿No has pensado en el problema que viene después? Cuando Dailan Kifki haya llegado a la azotea del rascacielos ¿Cómo lo bajamos? No cabe en un ascensor ni sabe bajar escaleras-
A esto papá no supo qué contestas y sólo atinó a rascarse un porquito detrás de la oreja.
Entonces apareció mi tía Clodomira revoleando el paraguas y dijo:
Yo: -¿Ven? Yo les dije que ese elefante les iba a traer dolores de cabeza. Es un desfachatado. ¿No le da vergüenza al muy grandote estar allí trepado como si fuera un pajarito?-
Yo: -Tía- Le contesté -No es momento para reproches. Ahora lo urgente es bajarlo del árbol sin que se haga daño.
Tía: -¡Pero si eso es sencillísimo!- Dijo mi tía.
Yo: -¿Te parece tía? ¿Que tenemos que hacer?-
Tía: -Tienen que doblar el tronco despacito, despacito...-
Yo: -¿Y si el tronco se quiebra?- Le pregunté.
Tía: -Pues, eso no se me había ocurrido- Contestó mi tía Clodomira. E inmediatamente se olvidó del problema y se puso a dictarle a mamá una receta de bizcochuelo de corcho con dulce de espinaca.
Entonces, mi hermano Roberto, furioso ya con tanto bochinche, no encontró nada mejor que decir.
Roberto: -¡A ese elefante yo lo bajo de un hondazo!-
Yo casi le pego, pero me contuve de miedo a que el ruido de la cachetada despertara a Dailan Kifki.
A todo esto, volví a mirar para arriba y vi que Dailan Kifki se despereza. Se despertó suavemente, como un ángel, mientras todo el mundo lo miraba con la boca abierta, los fotógrafos lo retrataban y los camarógrafos lo filmaban.
Al despertarse parece que se asombró mucho porque miró para abajo extrañadísimo.
Por suerte no se cayó, porque es un elefante inteligente y se dio cuenta de que, por extraño que fuera, se había dormido arriba de un árbol.
Entonces, al verlo bien despierto, aproveché para retarlo.
Yo: -Muy lindo, Dailn Kifki- Le grité -Muy lindo, ¿Te crees que sos un pajarito, eh?-
¿Y saben lo que me contestó el muy sinvergüenza?
Haciéndome burla, con su gran vozarrón, me contestó:
Dailan Kifki: -¡Pipiripííííí!-
Eso sí que no lo esperaba.
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Dailan Kifki
RandomDailan Kifki apareció un buen día y cambió la vida de toda la familia. Porque, aunque te parezca mentira, no es fácil criar a un elefante, sobre todo si se queda dormido arriba de una plantita que crece hasta las nubes.