Capítulo 47

238 4 0
                                    

Abrí la puerta y vi a un señor imponente, negro como un pizarrón.

En seguida me di cuenta de que era rey, porque en la cabeza tenía una preciosa corona de otro con perlitas y diamantes.

Vestía un lujoso camisón colorado todo bordado en plata y oro, lleno de condecoraciones y borlas y cuchufletes.

Detrás de él había un séquito de catorce personas que acababan de bajar de seis automóviles dorados.

"¡Zápate! es el rey Baltasar", pensé yo, recordando de pronto que ya estábamos cerca de Navidad.

Hice pasar al Rey y a sus invitados.

Toda mi familia se asomó con la boca abierta.

No me imaginan la vergüenza que me dió no tener una sola silla para ofrecerle a una visita tan importante.

Y la vergüenza que me dio que viera una casa tan sucia y revuelta.

Lo invité a sentarse en el suelo, y allí acampamos todos a conferenciar.

El Rey abrió la boca y dijo algo así como...

-Bambuya bombe tangolé golé golé

Ya estaba por mandar a Roberto a comprar un diccionario de africano, cuando una de las personas del séquito, que era intérprete, me lo explicó todo.

El Rey era, en efecto, Rey, pero no BAltasar. Era el Rey de un raro reino africano llamado Ugambalanda.

Pero, además de Rey, ¿saben quién era?

¡Era el dueño de la mamá de Dailan Kifki!

Resulta que los diarios de todo el mundo había publicado la extraordinaria hazaña de mi elefante, y así fue como este señor Rey se enteró y, atando cabos, llegó a la conclusión de que Dailan Kifki era hijo de una famosa elefanta que él tenía en su palacio africano.

Resulta que una vez un cazador le había cazado y robado al nene, y lo habían vendido al dueño de un circo, que lo trajo aquí a la Argentina.

El dueño del circo se arruinó, cerró el circo y abandonó al pobre Dailan Kifki, que como ustedes recordaran, apareció una mañana en la puerta de mi casa.

-¿Y la mamá?- le pregunté al Rey Pochoclo (porque así se llamaba Su Majestad).

-La mamá está aquí cerca- me dijo el interprete -y mañana va a la fiesta del Zoológico a reunirse con su nene.

Y dicho esto, el Rey Pochoclo y toda su comitiva se levantaron y se despidieron hasta el día siguiente.

Yo estaba completamente patidifusa.


Dailan KifkiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora