Yo no entiendo a la humanidad. Por ejemplo: todo el mundo está acostumbrado a que en los ómnibus, los trenes y los subterráneos los empujen, los apretujen, los despeinen y los tironeen de aquí para allá. Y nadie se queja. Pero basta que se den cuenta de que el que los empuja es un elefante ¡zápate! hay que ver el escándalo que hacen.
Como esta famosa señora, que se fue en el tren muy contenta, dejándonos desolados y muertos de hambre, frío y sueño en la estación de Ituzaingó.
No se imaginan con qué tristeza miró Dailan Kifki al tren que se iba. Naturalmente, en seguida se puso a llorar. Naturalmente, al rato apareció furioso el jefe de correos de Ituzaingó, que se había quedado trabajando hasta tarde. Parece que cuando había conseguido ordenar todas las estampillas, la explosión lacrimógena del elefante hizo retemblar tanto el edificio que se le volaron como papel picado. El Comisario fingió levantarnos un sumario y el jefe del correo quedó más conforme.
Yo reuní a mi familia para pedirles consejo:
-No es posible- les dije -que ahora que la parte más astronáutica y chiripitufláutica de la expedición está resuelta, nos quedemos para siempre anclados en esta estación. Hay que encontrar una manera rápida y sencilla de volver a casita.
-¿Por qué no vamos a pie?- preguntó mi mamá.
-Es muy lejos, estamos cansados...- rezongaron los demás, entre bostezo y bostezo.
-¿Y si le volvemos a poner las alas a Dailan Kifki?- sugirió mi hermano Roberto.
-Se nos va a escapar otra vez- le contesté.
-No- insistió Roberto -lo atamos con un piolín bien larg de modo que no lo perdamos aunque vuele por todo el cielo.
Pero el que tuvo la idea más inteligente fue el Abuelo.
-Atención- dijo -lo que tenemos que haces es esperar que pase un tren de carga, y colocar a Dailan Kifki entre las vacas; de noche no se va a notar mucho la diferencia entre una vaca y un elefante.
-Sí, es muy buena idea- le dije -¿Pero en qué viajamos nosotros? No podemos ir con las vacas.
-¡Nosotros tomamos un ómnibus!- dijo papá.
-Cualquier día- le contesté -¿voy a dejar que Dailan Kifki viaje solito?
-Pero si va con las vacas- insistió papá -ellas lo cuidan, son muy cariñosas...
-No señor- dije -de ninguna manera lo dejo viajar solo en un vagón oscuro con unas vacas que vaya a saber quiénes son.
Y entonces mi tía Clodomira dijo:
-¿Y porqué no vas vos con él en el vagón de las vacas?
-¡Tía porque yo no soy una vaca!-
Y así seguimos discutiendo un buen rato.
Por suerte no pasó ningún tren de carga.
Después de discutir decidimos pensar. Para eso nos pusimos todos el dedo en la frente y paseamos en fila por el andén. La fila se convirtió en una especie de calesita.
Dábamos vuelta todos pensando y repensando en silencio, cuando de pronto... ¿a que no saben quién apareció?
Imagínense.
¿Se imaginaron?
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Dailan Kifki
RandomDailan Kifki apareció un buen día y cambió la vida de toda la familia. Porque, aunque te parezca mentira, no es fácil criar a un elefante, sobre todo si se queda dormido arriba de una plantita que crece hasta las nubes.