Al verlo en la copa del árbol,mi mamá dijo:
Mamá: -Qué Bombero tan valiente, te tendrías que casar con él, nena-
Cosa que a mí me dio mucha vergüenza como se podrán imaginar.
Corrí a buscar mi largavista para poder ver mejor las actividades del Bombero, que estaba tan arriba.
Vi que se había montado sobre la cabeza de Dailan Kifki y le estaba colocando las alas.
Parece que a Dailan Kifki le hacían cosquillas, porque se sacudía muerto de risa. Corcoveaba tanto que tuve miedo de que hiciera caer al Bombero.
Entonces mi familia, como medida de precaución, sacó todos los colchones, las almohadas y almohadones al jardín y los dispuso alrededor del árbol, para amortiguar algún peligroso porrazo.
Tía Clodomira: -Le debí prestar mi paraguas- Dijo mi Tía Clodomira.
Yo: -¿Para qué, Tía, si no llueve?- Pregunté yo fastidiada.
Tía Clodomira: -Para usarlo como paracaídas en caso de peligro- Respondió mi Tía.
Debo decir que las alas le quedaba preciosas a Dailan Kifki.
A la luz de los últimos rayos de sol, no se imaginan como brillaban los flecos, las cintas y la escarapela.
Por suerte se levantó un poco de viento, cosa que, además de ayudarlo a volar, le hacía flamear el tul de las alas.
Cuando el Bombero consideró que las alas estaban bien sujetas, nos despidió con el brazo en alto, revoleando su casco con penacho, se acomodó bien sobre la cabeza del elefante, lo taloneó, Dailan Kifki desplegó sus alas y ¡zzummmm! Allá se fue volando.
Todos aplaudimos frenéticamente, mientras el Bombero nos decía adiós con la mano y Dailan Kifki por hacerse el gracioso, daba dos o tres piruetas en el aire.
Estábamos tan entusiasmados con el éxito de la empresa, que al principio no tuvimos en cuenta que la nueva nave espacial, en lugar de bajar al jardín directamente, se iba por el aire, volando, volando cada vez más rápido y más alto...
Yo: -¿Pero a dónde se van?- Pregunté yo un poco alarmada.
Papá: -¿Le recomendaste al Bombero que aterrizara en seguida?- Preguntó mi papá.
Yo: -No- Le contesté -Un Bombero no necesita que le de instrucciones, sabe muy bien cumplir con su deber-
Mamá: -Y si no vuelve ¿Cómo te vas a casar con él?- Preguntó mi mamá haciendo pucheros.
Roberto: -Hay que bajarlos de un hondazo- Dijo suavemente mi hermano Roberto, mientras miraba muerto de envidia, al Bombero astronauta.
Nos quedamos todos idiotizados mirando cómo Dailan Kifki revoloteaba a gran altura sobre nuestra casa.
Parecía que no tenían la menor intención de aterrizar.
Yo debo confesar que me dio envidia, igual que a mi hermano Roberto.
¿Se imaginan qué lindo debe ser andar por el aire montado en un elefante volador?
Mamá: -¿Porqué no subiste vos también?- Preguntó mi mamá.
Yo: -No se me ocurrió- Le contesté -Y es una lástima. Miren el paseo que me he perdido, a lo mejor consiguen llegar a la Luna y todo...-
Entonces mi mamá empezó a hacerle señas al Bombero con un pañuelito, para que bajara,pero el Bombero no entendió, creyó que eran simples saludos y se limitó a retribuirlos con grandes firuletes de su casco dorado.
Hizo tantos saludos y reverencias que casi se cae del elefante. Dailan Kifki tuvo que enderezarlo de un trompazo bastante enérgico.
Subieron más y más. Cuando nos quisimos acordar los habíamos perdido de vista. Ya era de noche.
Mi hermano Roberto dijo.
Roberto: -Estamos fritos-
Esta vez tuve que reconocer que tenía razón.
ESTÁS LEYENDO
Dailan Kifki
RandomDailan Kifki apareció un buen día y cambió la vida de toda la familia. Porque, aunque te parezca mentira, no es fácil criar a un elefante, sobre todo si se queda dormido arriba de una plantita que crece hasta las nubes.