Capítulo 9

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Llegamos por fin a La Plata y, después de tomar un buen chocolate con pan con manteca y azúcar par reponer fuerzas, fuimos derechito al Observatorio Astronómico.

Nos atendió un viejito muy simpático. Nos dimos cuenta de que era el Director porque tenía las solapas llenas de polvito de estrellas y un cachito de cola de cometa enredado en la peluca.

Como era un poco sordo tardó tres horas en entender que lo que queríamos era mirar por el telescopio a un elefante volador con un Bombero arriba.

Cuando por fin entendió, se desmayó. Lo reanimamos con un té de peperina y una galletita.

Ya más tranquilo en viejito dijo:

Director: -Como nave espacial, un ovni, me parece sumamente extraño, pero ya que ustedes son personas tan importantes, pueden mirar por el telescopio todo lo que se les antoje-

Y miramos. Unos por uno. Por riguroso turno.

¿Qué fue lo que vimos?

Lo primero que vi, fue una estrella muy sentada en una sillita de paja. Después vi otra estrella mas grande con un moño en en medio. Después miré la Luna, me fijé muy bien si Dailan ya andaba por los cráteres.

De pronto grité:

Yo: -¡Allí están, los vi, son ellos, están paseando por la Luna!-

Todos se abalanzaron sobre el telescopio, pero el Director los apartó y miró él atentamente, y después me dijo:

Director: -No, señorita, lamento decirle que eso que se ve no es un elefante paseando por la Luna, si no una mosca paseando por la lente del telescopio-

No quise mirar más, tan grande fue mi desilusión.

El viejito Director del Observatorio volvió a mirar bien varios telescopios, y al final dijo:

Director: -No veo rastros del elefante astronauta, pero les aconsejaría una cosa, como última esperanza-

Yo: -¿Que cosa, señor Director?- Le pregunté.

Y el Director respondió sabiamente:

Director: -Es posible que tarde o temprano las alas de Dailan Kifki se enreden en la cola de algún barrilete-

Todos: -¿Y en ese caso qué podemos hacer, señor Director?- Preguntamos todos.

Y el Director nos contestó sabiamente:

Director: -Me ofrezco a acompañarlos al Sindicato de Remontadores de Barriletes de la República Argentina-

Todos nos quedamos con la boca abierta ante la enorme sabiduría del Director y, sin perder tiempo, fuimos a la estación a tomar el tren de vuelta para la Capital.

Pensábamos ir directamente a Ituzaingo, donde funciona el Sindicato, pero ya era muy tarde.

El Capitán decidió que teníamos que esperar hasta la mañana siguiente, pues a nadie se le ocurre remontar barriletes de noche, como todo el mundo sabe.

Yo pensaba: "¿Qué hago con todas estas personas importantes que han sido tan atentos conmigo? No las puedo dejar tiradas por ahí toda la noche"

El Almirante sugirió que fuéramos a su barco a hacer maniobras.

El Chiquitisecretario estaba empeñado en que fuéramos a dar una vuelta en su avión.

El Capitán quería acampar en la Plaza Constitución y hacer un buen fueguito para pasar la noche a la intemperie.

Entonces yo decidí invitartos todos a mi casa.

Era lo menos que podía hacer.


                

Dailan KifkiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora