Llegamos a la Secretaría de Aeronáutica y nos recibió el Chiquitisecretario.
Tuve que volver a contarle toda la historia: que se me había volado mi elefante Dailan Kifki con el Bombero de jinete.
El Chiquitisecretario oyó la historia muy asombrado y dijo que era la primera vez que se realizaba una hazaña semejante en todo el país; me felicitó por tener un elefante tan inteligente, felicitó al Capitán por tener un Bombero tan valiente, y no tuvo más remedio que felicitar al Comisario por tener un loro tan verde. Si, porque el Comisario ya estaba a pinto de hacer pucheros porque no lo felicitaban a el también.
El Chiquitisecretario dijo que los viajeros era un orgullo para la Patria y le aconsejo al Intendente que le pusiera el nombre de Dailan Kifki a alguna esquina, plazoleta, paseo público o vereda de Buenos Aires.
Chiquitisecretario: -Bueno- Dijo el Chiquitisecretario -Yo no tengo inconveniente en poner a disposición de ustedes un helicóptero para que recorran el cielo en busca de los viajeros prófugos, pero como es posible que hayan atravesado ya las fronteras del país y estén volando por el cielo de Chile o de otra república hermana, sería conveniente alertar a las embajadas de los países limítrofes-
Resumiendo: A los cinco minutos ya estábamos todos viajando en ómnibus rumbo a las embajadas de Chile, Uruguay, Paraguay, Bolivia, Brasil y por si acaso, Perú.
Los Embajadores se mostraron muy interesados en el caso y dijeron que si Dailan Kifki y su piloto eran encontrados por casualidad sobrevolando el cielo de sus respectivos países, serían devueltos a la Argentina con todos los honores posibles y sin pagar derechos de aduana.
Embajador: -¡Un momentito, pues!- Dijo uno de los embajadores -Se nos olvida algo muy importante-
Yo: -¿De qué nos olvidamos, señor Embajador?- Pregunté yo un poco alarmada.
Embajador: -¿Y si están volando sobre el mar, eh? ¿Y si se caen al agua?-
Tenía toda la razón del mundo. Existía la posibilidad de que Dailan Kifki y el Bombero se cayeran al agua sin traje de baño ni salvavidas.
Chiquitisecretario: -Es cierto- Dijo el Chiquitisecretario de aeronáutica -¿Cómo no se nos había ocurrido? Tenemos que tomar el ómnibus inmediatamente rumbo al Ministerio de Marina y pedir barcos de salvamento-
Y allá nos fuimos todos en comitiva oficial.
Abría la marcha del Capitán de los Bomberos revolando su hacha, y con la manguera enrollada en el cuerpo como una serpiente.
Detrás iba el Chiquitisecretario de Aeronáutica con los brazos abiertos como si fuera un avión, y haciendo un ruido de motor con la boca.
Los seguía el Intendente revoleando las Llaves de Buenos Aires.
Y detrás iban en este orden, si no me equivoco:
El Embajador de Brasil tocando las maracas y bailando el samba.
El Embajador de Bolivia bailando el carnavalito.
El Embajador de Uruguay bailando el candombe.
El Embajador de Paraguay chupando una naranja y bailando la polca.
El Embajador de Chile zapateando una cueca.
El Embajador de Perú cantando un huaynito a grito pelado.
Y al final yo, muerta de vergüenza de pensar que un simple elefante pudiera causar tanto escándalo por la calle.
Llegamos al Ministerio de Marina y nos atendió un Almirante Barriga Picante, todo de blanco, que parecía recién bañado en leche, tiza y almidón.
Le contamos el caso y nos escuchó con mucha atención mientras fumaba su pipa y nos llenaba de pompas de jabón.
El Almirante llamó por muchos teléfonos, se rascó una oreja, y por fin, poniéndose de pie sobre el escritorio, pronunció el siguiente discurso:
"Señores Embajadores y otras personalidades aquí presentes: Este Ministerio no tiene inconvenientes de poner a disposición de ustedes varias unidades de la Marina de guerra para que colaboren en un eventual rescate de los viajeros, pero... Dado que los susodichos viajeros pueden haberse embarcado en un viaje de tipo espacial les recomiendo primeramente localizarlos desde el Observatorio Astronómico de La Plata"
Yo me caí sentada de la desesperación, pero debí reconocer que el Almirante tenía razón.
Había que mirar todo el cielo con telescopio y tratar de localizar a los viajeros antes de seguir adelante con los trámites.
El Almirante se ofreció muy amablemente a acompañarnos hasta la ciudad de La Plata, y esta vez él encabezó la comitiva.
Salimos todos marchando por el centro y llamamos tanto la atención que se nos unió mucha gente, de modo que cuando llegamos a Constitución parecíamos la multitud que sale los domingos de la cancha de Boca.
El Comisario, a fuerza de silbato, palo y guantes blancos, consiguió alejar a los curiosos, y por fin subimos al tren.
Ya iba a arrancar, cuando el Capitán nos contó a todos y comprobó que faltaba uno.
Faltaba nada menos que el Chiquitisecretario de Aeronáutica que, como era muy bajito, se había extraviado en la multitud.
Fue corriendo a buscarlo y lo trajo de una oreja. Subieron cuando el tren ya estaba en marcha.
Pero esto no era más que el comienzo de nuestras contrariedades.

ESTÁS LEYENDO
Dailan Kifki
DiversosDailan Kifki apareció un buen día y cambió la vida de toda la familia. Porque, aunque te parezca mentira, no es fácil criar a un elefante, sobre todo si se queda dormido arriba de una plantita que crece hasta las nubes.