Capítulo 3

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Mi papá, mi mamá y mi hermano Roberto se despertaron, y al minuto se pusieron todos a llorar y a patalear.

Yo: -¿Que pasa?- Pregunté yo, muerta de sueño porque había pasado una mala noche a causa de mi elefante enfermo.

Mamá: -¿Cómo que pasa?- Dijo mi mamá -¿No ves que estoy sentada en el aire?-

Abrí bien los ojos y fui a verla.

Era cierto. Mamá estaba sentada en el aire porque no tenía silla.

Papá: -¿Y yo?- Gritó mi papá -¿Te parece lindo hacerme dormir parado en el rincón?-

Efectivamente. Papá dormía de pie porque no tenía cama.

Y mi hermano Roberto dijo:

Roberto: -Estamos fritos-

Con toda razón, puesto que también estaba sentado en el aire frente a una taza de café con leche colgada de la lámpara, porque el pobrecito se había quedado sin mesa.

Y todos chillaron a más y mejor cuando se asomaron en camisón a la ventana que da al jardín y allí vieron los restos de los muebles que durante la noche habíamos serruchado valientemente con el Bombero.

Yo les expliqué todo, pero no quisieron entender que un dolor de pancita de elefante en un asunto mucho más serio que unos cuantos muebles serruchados.

Protestaron, me retaron, mi papá prometió hacerme chas chas en la cola y mi hermano Roberto dijo:

Roberto: -Estamos fritos, réquete fritos, réquete fritos- Señalando al pobre Dailan Kifki con un dedo acusador.

Y lo que es peor, me mandaron a la carpintería a encargar otros muebles.

Mamá: -No puedo seguir toda la vida sentada en el aire- Protestó mi mamá con muchísima razón.

Me fui corriendo a la carpintería, sola. No quise llevar a mi elefante, que se moría de ganar de acompañarme, para no alborotar a los vecinos.

Golpeé bien fuerte y apareció el carpintero, con su preciosa barba de viruta que le llegaba hasta el ombligo.

Yo: -Buenos días, señor carpintero- Le dije -Vengo a ver si para esta tarde puede hacer unos cuantos muebles para mi familia-

Carpintero: -¿Usted está loquita?- Me contestó.

Yo: -No, señor carpintero, le pagaré el doble si es necesario-

Carpintero: -Je- Dijo el carpintero -¿Y la madera, eh?-

Yo: -Bueno- Le contesté -Supongo que usted, como buen carpintero, tendrá madera, y clavos, y serrucho y todo lo necesario, ¿No?-

Carpintero: -Je- Volvió a decir -No hay madera-

Yo: -No me diga... ¿No hay madera?-

Carpintero: -No hay-

Y el carpintero se me acercó con aire de misterioso, se me acercó tanto queme pinchó la oreja con la barba, y me dijo:

Carpintero: -¿Usted sabe de dónde se saca la madera?-

Yo: -Por supuesto- Le contesté -De los árboles-

Carpintero: -Je, y ¿Donde están los árboles?-

Yo: -Por todas partes, en los bosques, en las calles, en...-

Dailan KifkiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora