Bueno, como les decía, resulta que allí estábamos todos con tortícolis de tanto mirar para arriba durante horas sin que a nadie se le ocurriera un método realmente eficaz para bajar a Dailan Kifki del árbol.
En realidad, ya que a él le gustaba y se sentía pajarito -Cosa que mi tía no le perdonaba- Podríamos haberlo dejado allí y subirle la comida de alguna manera, pero resulta que era urgente hachar el árbol para sacar madera para hacer los muebles de mi casa, de modo que no había un minuto que perder.
Yo tomé una decisión. Ir a buscar al Bombero.
¿Quién se las iba a ingeniar mejor que él para bajarlo del árbol? Nadie.
Lo llamé por teléfono y no había terminado de colgar el tubo,cuando el Bombero ya estaba allí con su preciosa chaqueta roja, su casco dorado con penacho, su manguera a lunares y su hacha brillante como la Luna.
Yo: -¿Qué hacemos señor Bombero?- Le pregunté, afligida. Y el Bombero me contestó muy serio.
Bombero: -Para cazar a un elegante que se siente pajarito, hay un método muy simple que lo haremos de a poquito-
Yo: -Muy bien, señor Bombero, dígame cuán es su método- Y el Bombero, me habló al oído muy en secreto.
Cuando me lo explicó bien, casi me desmayo de admiración por ese Bombero tan inteligente.
Me puse mi sombrero de tul con Banderitas y salí corriendo a la calle,que seguía llena de gente que mordisqueaba caramelos y pelaba pirulines.
Fui al supermercado. Si,compré 780 docenas de ovillos de piolín grueso, agujas de colchonero, papel barrilete,engrudo, 678 kilómetros de tul de todos colores, plumas de sombrero, varillas, papel celofán, cintas de seda y un kilo y medio de no sé que más que no me acuerdo.
Volví con todo a casa, y el en jardín me puse a trabajar con el Bombero, mientras todos nos miraban con asombro y mi hermano Roberto no dejaba de repetir como un loro.
Roberto: -Estamos fritos, estamos fritos, estamos fritos-
¡Como trabajamos con el Bombero!
Durante horas cosimos, pegamos, despegamos,recortamos, zurcimos, anudamos, hicimos y deshicimos, porque al Bombero nunca acababa de parecerle perfecto el trabajo.
Por suerte mamá se conmovió y nos cebió mate.
A cada rato yo levantaba la vista para ver qué tal seguía Dailan Kifki.
Yo: -¿Cómo estás, querido?- Le grité.
Dailan Kifki: -Pí ripipí- Me contestó.
Por fin, ya era casi de noche cuando nuestra obra estuvo lista.
Y llegó el momento de decirles qué fue lo que estuvimos haciendo con el Bombero.
Un par de alas.
Un precioso par de alas para que Dailan Kifki pudiera bajar volando y aterrizar en el jardín sanito y salvo.
¿Verdad que era inteligente el Bombero?
Pensar que a nadie se le había ocurrido.
Las alas eran muy hermosas. Imagínense. De tul de todos los colores, con plumitas, flecos de celofán, adornos de papel plateado, cintas de seda, y hasta una escarapela que el Bombero le añadió a último momento.
Pero quedaba por hacer lo más difícil: Trepar el árbol y ponerle las alas a Dailan Kifki.
Y el Bombero dijo valientemente:
Bombero: -Ponerle un par de alas a un señor elefante es un asunto muy simple y nada escalofriante-
Como el Bombero se disponía a trepar al árbol, mi familia vino toda al jardín a despedirlo como si se fuera a la China o a Marte en un cohete.
Mi mamá lo abrazó llorando y le dio un beso con ruido.
Mi papá le palmeó la espalda y dijo:
Papá: -Coraje, amigo-
Mi Tía Clodomira a último momento le cosió un botón de la chaqueta, y mi hermano Roberto se limitó a decir:
Roberto: -Estamos fritos-
Mientras todos los saludábamos con pañuelos y gritos de entusiasmo, el Bombero empezó a trepar al árbol, cosa que le resultaba muy difícil ya que iba cargado con las alas, que eran enormes.
Por suerte en ese momento llegó la banda de los Boy Scout y se pusieron a tocar una marcha que alentaba mucho al Bombero.
En el último tramo, cuando ya parecía que se caía vencido por el peso de las alas y nervioso porque una mariposa se le había sentado en la nariz, Dailan Kifki lo ayudó, lo agarró con la trompa y lo sentó a su lado en el tronco.
El Bombero se puso de pie, se golpeó el pecho valientemente, aulló como Tarzán y nos hizo una gran reverencia con su casco dorado con penacho.
Lo más difícil ya estaba hecho.
ESTÁS LEYENDO
Dailan Kifki
DiversosDailan Kifki apareció un buen día y cambió la vida de toda la familia. Porque, aunque te parezca mentira, no es fácil criar a un elefante, sobre todo si se queda dormido arriba de una plantita que crece hasta las nubes.