Capítulo 31

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De pronto, el palacio tembló. El piso ondulaba, la pintura del techo llovía sobre nuestras cabezas, un ruido infernal provenía de la sala.

¡CRISH CRASH PLUM PLATAPLUF BIM BAM BUM BRRRRR!

-¡Supisiche, un terremoto!- Dijimos los tres, el señor Carozo, el Abuelo y yo, tomándonos de la manito, muertos de miedo.

Sin embargo, a mí me extrañaba que hubiera terremotos en Gulubú, ya que no había visto una sola montaña, y mucho menos un volcán.

Los tres apretamos los ojos y nos tapamos los oídos, seguros de que Dailan Kifki, jugando con la pelota, había destrozado parte del palacio.

-¡Seguro que es el elefante!- rugió el señor Carozo con voz de cachorro de león.

-¡No nos apresuremos!- le dije yo.

-¡A ese elefante hay que encerrarlo en una escuela para toda la vida!- chilló el Abuelo.

-Yo estoy segura de que no fue él- defendí al pobre Dailan Kifki.

-¿Que no?- contestó el enanito, verde de rabia -¡Le apuesto mi pelota a que fué él!-

-Apostado- le contesté tranquila.

-Supisiche- añadió el señor Carozo -Si Dailan Kifki es inocente, te llevas la pelota, con camita y todo-

-Me la llevo-

Yo me asomé a la ventana y vi que Dailan Kifki jugaba muy tranquilo al golf, empujando a la pelota con la trompa para hacerla caer en un hormiguero.

-Venga, mire- le dije al señor Carozo.

Y lo hice upa para que mirara.

-¿Y entonces qué fue ese bochinche?- preguntó el señor Carozo, intrigado.

-No sé, pero es evidente que Dailan Kifki no tiene la culpa, de modo que le ganado la pelota-

-Un momentito- dijo el señor Carozo, que ya estaba arrepentido de haber apostado su preciosa pelota -Esto tenemos que investigarlo con un detective; no te llevarás la pelota hasta que averigüemos que realmente no fue Dailan Kifki el que organizó esa catástrofe-

-Pero, señor Carozo, antes tendríamos que saber en qué consiste esa famosa catástrofe. Hemos oído el estruendo pero hasta ahora no nos hemos movido de aquí para enterarnos de qué sampiolín pasó- Dijo nerviosamente, contagiada por el vocabulario del enanito.

-Para saber bien qué pasó- replicó testarudo como siempre -Necesitamos un detective, un detective auténtico, con lupa y pipa-

-¿Pero para qué un detective si podemos mirar con nuestros propios ojos? El ruido, la catástrofe sucedió aquí cerquita, al parecer dentro de la casa, señor Minujín-

¿Ustedes creen que el enanito dio su brazo a torcer?

No.

Ni se molestó en ir a ver dónde había sucedido la catástrofe. Tampoco me dejó ir a ver a mí. Insistía y pataleaba clamando por un detective con lupa y pipa.

Entonces escuchamos una risita irónica a nuestras espaldas...

¿Se imaginan quién era?

¡Imagínense! 

Dailan KifkiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora