Capítulo 11

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Claro, en el tren también nos quedamos dormidos, y cuando me desperté, de repente, vi que estaba detenido en Moreno, la estación terminal.

Con mucho trabajo desperté a todo el mundo, sacudiéndolos y gritándoles en la oreja, y con más trabajo todavía los hice bajar y esperar otro tren que nos llevara de vuelta a Ituzaingo.

En el viaje de Moreno a Ituzaingo yo me puse los dedos en los ojos para mantenerlos bien abiertos, porque era necesario que alguien se mantuviera despierto para que no volviéramos todos de nuevo a Plaza Once, y de allí a Moreno, y de allí a Plaza Once y así sucesivamente.

Una ves en la estación de Ituzaingo, el Capitán de los Bomberos nos puso a todos en fila, nos contó y, enchufando su manguera en una canilla,nos dio una buena ducha para que acabáramos de despertarnos.

Pensábamos dirigirnos directamente y sin más trámite al Sindicato de Remontadores de Barriletes, cuando mi mamá gritó:

Mamá: -¡Un momentito señores!-

Yo: -¿Que pasa mamá?- Pregunté alarmada.

Mamá: -Ahora que me acuerdo- Me contestó mi mamá -Aquí en Ituzaingo vive tu abuelo, es decir mi papá, de modo que vamos a buscarlo para que nos acompañe en la expedición-

Yo: -Pero no, mamá- Le contesté -Ya somos demasiados dejalo en paz al abuelo-

Pero mi mamá dijo: -No, no y no-

De modo que no tuvimos más remedio que encaminarnos todos de la manito rumbo al quinta del abuelo, que quedaba a treinta y cinco cuadras  de la estación.

Dailan KifkiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora