¿Saben que hice?
Le pinté a Dailan Kifki un precioso traje de pasajero de tren.
¿Quieren que se los describa con lujos de detalles?
Poniéndome en puntas de pie, y de vez en cuando alzada a upa por el bombero, conseguí pintarle una hermosa corbata a lunares.
Me alejé un poco para observar el efecto, y comprobé que le faltaban unas pintas.
Pero no crean que le pinté las pintas al tuntún.
No señor, le pinté las pintas al tintín.
Después le pinté las solapas del saco, primero una y después la otra.
Después, por supuesto, le dibujé tres botones bien grandes y bien redondos.
Después, ya casi a la altura de las rodillas (las rodillas del elefante, no las mías), le pinté los bolsillos.
Ustedes se preguntarán ahora cómo le dibujé los pantalones. Muy sencillo: una raya vertical derechita derechita a lo largo de las patas. Pinte la izquierda, que me salió muy bien.
Y empecé a pintar la otra, de abajo para arriba, que me salía derechita como una regla, y ya estaba terminándola cuando... ¡zápate! ¡supisiche! Sentí un golpe horrible en la cabeza.
Ni siquiera alcancé a pedir socorro.
Apenas pude decir: "¡So... co...".
Y me desmayé.
El golpe fue tan catastrófico como inesperado.
De repente vi 789 estrellitas y me caí redonda sobre el andén de la estación de Ituzaingó.
Tuve la impresión de que me había muerto.
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Dailan Kifki
RandomDailan Kifki apareció un buen día y cambió la vida de toda la familia. Porque, aunque te parezca mentira, no es fácil criar a un elefante, sobre todo si se queda dormido arriba de una plantita que crece hasta las nubes.