Una gran desgracia, si.
Varias personas, entre ellas el Abuelo y los Embajadores, quisieron sentarse un ratito en el pasto a descansar y... tuvieron que sentarse con el brazo para arriba.
Se les había quedado duro de tanto remontar barriletes, y no podían bajarlo.
Yo traté de poner en su lugar el brazo del Abuelo, pero lo tenía como petrificado.
Abuelo: -¡Qué barbaridad!- Me dijo el Abuelo -Parece que estoy pidiendo permiso para pasar al frente todo el tiempo-
Por suerte, en ese mismo momento se oyó una sirena, bocinazos y una ruidosa frenada.
Era la ambulancia.
Bajaron cinco doctores y tres dentistas preciosos, blancos, almidonados y con claveles en las orejas. Traían serruchitos, destornilladores, frascos, tijeras, vendad, martillos y gomas de borrar.
En seguida se dedicaron a los enfermos, y a la fuerza de jarabe para la tos y destornillador consiguieron bajarles los brazos.
Naturalmente, los doctores y los dentistas se quedaron a remontar barriletes ellos también.
Todos seguimos tratando de pescar a los astronautas, cuando mi hermano Roberto tuvo una idea genial.
Me llamó aparte, con aire misterioso, y me dijo en secreto:
Roberto: -Seguro que Dailan Kifki tiene hambre-
Yo: -Claro que esta muerto de hambre- Le contesté -Pero no baja de miedo que lo retemos-
Roberto: -Yo sé lo que hay que hacer para que aterrice- dijo mi hermano Roberto siempre misteriosamente.
Yo: -¿Que hay que hacer?- Le pregunté intrigada.
Roberto: -Sopita de avena- Me contestó -En cuanto sienta el olor, baja en picada-
Yo: -¿Y cómo vamos a hacer sopita de avena, aquí en medio del campo?- Le pregunté.
Roberto: -Vamos a preguntarle al Abuelo, el ha sido boy scout, sabe como se solucionan estas cosas-
Y allá fuimos a preguntarle al Abuelo como podíamos hacer sopita en medio del campo.
Abuelo: -¿Sopita con agua o con leche?- Preguntó el Abuelo a su vez.
Roberto y Yo: -¡Con leche porsupuesto!- Contestamos.
Abuelo: -Es muy sencillo, se ponen seis kilos de avena en una cacerola-
Yo: -Pero no tenemos avena ni cacerola-
Abuelo: -Entonces hay que plantar avena, y mientras crece, ustedes pueden pedirle prestada la galera a algún Embajador y la usaremos como cacerola-
No hay duda de que el Abuelo es inteligente.
En seguida se puso a plantar avena mientras mi hermano y yo, en puntas de pie y muy calladitos, fuimos a tratar de sacarle la galera a algún Embajador sin que se diera cuenta.
Fue difícil, porque le quedaba chica y la tenía encanquetada, pero al fin lo conseguimos.
Roberto: -¡Hurra ya tenemos cacerola!-
Yo: -Un momentito, cuando el señor Embajador se despierte y le de el sol en el coco se va a enojar y se va a dar cuenta de que le robamos la galera-
Entonces entre los dos tejimos apresuradamente una galera de hojas de eucaliptus y se la escasquetamos despacito, sin que se despertara.
Una hermosa galera perfumada, buena para la tos ¿No?.
El Abuelo contemplaba satisfecho como crecían sus plantitas de avena.
Roberto y Yo: -Ya tenemos cacerola- Le dijimos.
Y el, rezongón como siempre, la miró de reojo y murmuró:
Abuelo: -En fin, no es una maravilla, pero en el campo hay que saber arreglarse con lo que uno tiene-
Inmediatamente lo mandó a mi hermano Roberto a encender el fuego.
Pero no teníamos encendedores ni fósforos, a si que le preguntamos al Abuelo como hacíamos.
Abuelo: -¡Como los indígenas ignorante!- Le contestó el Abuelo fulminándolo con la mirada.
Y entonces nos pusimos a frotar dos piedras para hacer chispas mientras el Abuelo juntaba ramitas y hojas secas.
Nos dio bastante trabajo, pero al fin, como a las dos horas conseguimos encender un buen fuego.
Naturalmente, una vez que estuvo encendido, el Abuelo descubrió que el bolsillo tenía sus fósforos de encender la pipa.
A todo esto la avena había crecido, de modo que la echamos en la cacerola, es decir, en la galera del Embajador.
Yo miré al cielo y vi que todo seguía igual: Dailan Kifki revoloteaba muy orondo, el Bombero seguía montado en su cabeza , todo el mundo trataba de perscarlos con sus barriletes.
La única esperanza que nos quedaba era que el rico olor de la sopita de avena los tentara y planeara un poco mas bajo para oler mejor.
Y entonces...
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Dailan Kifki
De TodoDailan Kifki apareció un buen día y cambió la vida de toda la familia. Porque, aunque te parezca mentira, no es fácil criar a un elefante, sobre todo si se queda dormido arriba de una plantita que crece hasta las nubes.