07.

7.7K 540 29
                                    

TODO LO QUE FUI

• • •



Cuando Alec me dijo que me llevaría a comer, no imaginé que me invitaría a un parque en donde los niños estás bajos grandes chorros de agua, disfrutando el día soleado.

Es un día muy bueno, parece que tuvimos suerte porque encontramos una mesa bajo la sombra y podemos comer tranquilos.

Miro a todos lados, en realidad fue mucho tiempo que hicimos de camino y no me atreví a hablar mucho. No es como si no me sintiera cómoda, porque lo estoy, pero creo que la ansiedad de querer saber a dónde le llevaría me tenía un poco inquieta, pero jamás imaginé que estaría con él un sábado a mediodía comiendo sándwich, papas y refresco.

Miré a Alec, estaba dándole una mordida a su sándwich y mirando hacia otro lado cuando me tomó por sorpresa. Me descubrió observándolo.

Sus ojos cafés ahora estaban puestos sobre los míos, le di una mordida a mi sándwich y preferí bajar la vista, no quería que dijera algo sarcástico al respecto.

—¿No te gusta el parque? —preguntó. Yo fruncí el ceño, ni siquiera teníamos el tiempo suficiente en esta cita como para decir que no ha sido la mejor cita.

—Sí... Solo que estoy un poco extrañada con la idea de estar en un parque comunitario, comiendo sándwiches mientras vemos a los niños mojarse bajo esos chorros de agua —admití.

—Pensé que te gustaría. Algo de diversión en una cita no vendría mal.

Sonreí, cuando lo miré encoger los hombros. Alec proyectaba esa seguridad tan natural que hasta yo misma la envidiaba, me recordaba mucho a mí cuando todavía no sucedía lo del accidente, era como si él no se preocupara por nada respecto a lo que las personas pensaran de él. Me sentía tan cómoda con esa seguridad que al mismo tiempo sentía que me la proyectaba.

—Me gusta el lugar, tiene un bonito lago —le dije.

—Es mi parte favorita, verás que cuando comience a atardecer, se verá hermoso.

—¿Has venido muchas veces a este lugar?

Alec sonrió más amplio.

—Desde que era pequeño, mi padre solía traernos a mis hermanos y a mí. Ahora solo vengo de vez en cuando con mi hermanita, pero extraño que no sea tan seguido.

—A veces suele pasar eso —le dije, compartiendo en realidad ese mismo sentimiento—. Mis padres nos llevaban a las montañas casi todos los fines de semana, pero luego esos se redujeron a una vez al mes, tres veces al año... Hasta que dejamos de ir. Yo no visito las montañas desde hace dos años, para ser exactos.

—Antes del accidente, venías de las montañas —murmuró.

Solté un jadeo cuando lo mencionó. Inmediatamente bajé la mirada, sintiéndome expuesta, como si ahora el pudiera no solo ver las perceptibles cicatrices de mi rostro, sino las que están por debajo de mi ropa, en mis piernas, brazos... abdomen...

—¿Cómo... cómo lo sabes? —pregunté, nerviosa. Sentí que la pregunta la formulé en un susurro, y que muy probablemente no la entendió del todo.

—Dave me contó.

—¿Todo?

—No sé si fue todo, pero creo que fue lo suficientemente claro. Sobre todo cuando tocó el tema de tu novio...

Sueños rotos [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora