14.

5.7K 381 32
                                    

QUIERO ESTO

• • •


—¿A dónde tan elegante? —preguntó papá mientras daba dos toques en mi puerta entreabierta. Me giré desde mi tocador y lo vi adentrarse un poco mientras yo echaba un poco de rubor en mis mejillas.

Le sonreí y me giré de nuevo hacia el espejo del tocador, desde ahí podía ver el reflejo de mi padre.

—Tengo una cita.

Papá elevó las cejas y me miró con sorpresa, pero sabía que en su interior también estaba esa pequeña felicidad de que yo haya cambiado esa parte de mí.

—¿Alec? —preguntó aunque se supiera la respuesta.

—Sí —reí—. Esta noche saldré con él y la verdad es que estoy un poco nerviosa, papá. ¿Recuerdas la primera cita que tuvieron mamá y tú?

Papá asintió y una sonrisa se plasmó en su rostro.

—Sí, Emma. No fue exactamente una cita, pero sin duda creo que me las ingenié bien porque obtuve el primer beso con tu madre.

—Así que eras de los chicos que en la primera cita daba el beso... —comenté elevando ambas cejas.

—Algo así —rió y se llevó una mano a la barbilla, como si estuviera recordando el momento—. Ellison y yo tuvimos nuestra primera cita real cuando pasó el tiempo. Creo que fue después de mi accidente, cuando el peligro había pasado.

Asentí, recordando que papá también había sufrido un accidente de joven. Eso lo dejó por un buen tiempo sin poder jugar lacrosse, su deporte favorito, desde entonces siempre nos ha contado que él perdió uno de sus riñones y que ha vivido bien con ello.

—Después de todo supongo que la persona que trató de envenenarte, te hizo un favor —le dije, sonriendo.

—Emma, fue un accidente, ni siquiera sabemos si alguien lo hizo a propósito.

—Siempre dices eso porque la policía no pudo comprobarlo, papá. Pero sé que muy en el fondo sabes quién fue...

—Dejemos eso por la paz, Emma. No me gusta pensar en tener enemigos que pretendan hacerme daño a través de mi familia, ni siquiera quiero pensar en otro accidente de esos.

—No temas, pá. Lo peor ya pasó. Creo que después de lo mío ya nada malo va a pasar, todos tus hijos estamos encontrando nuestro propio lugar.

—Eso que dices me hace sentir como un anciano —murmuró en tono irónico.

—No eres un anciano, papá. Pero ya cincuenta años... Ya son algo —terminé de decir, ganándome una mala mirada de él y eso solo hizo que de nosotros brotara una risa.

Me levanté de la silla en la que estaba y me acerqué a él, papá fijó sus ojos en mí un momento y supe a dónde se dirigía su mirada de nuevo.

Habíamos discutido esto desde que había salido del hospital y le hice jurarme que yo no volvería a pisar un quirófano en todo lo que restaba de mi vida. Su sugerencia a hacerme una cirugía reconstructora no era de mala manera, él creía que yo estaría mucho mejor sin la cicatriz, pero también tenía miedo a que algo malo me pasara. Me lo había sugerido cuando el doctor estaba presente, pero me negué en ese momento y me sigo negando ahora.

No estaré de nuevo en el quirófano. No quiero que el bisturí siquiera toque mi piel, no quiero oler a hospital de nuevo. Y no quiero volver a estar canalizada a sueros y antibióticos que solo me atan a una cama.

Sueños rotos [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora