Prólogo.

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Canción: If you say so — Lea Michele

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Canción: If you say so — Lea Michele

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Phoenix, Arizona.


¿Sabes que hay de bueno en la vida? Yo me sentía así en estos momentos, yo realmente me sentía plena y realizada justo ahora. Había demasiados factores a los que debía mi felicidad, y tenía un nombre. Se llamaba Gerard Baker, él era el chico de mis sueños, con él comprendí que no existían las almas gemelas, pero sí que existían las almas perfectamente imperfectas.

Había cosas que siempre me gustaban de él, cosas que cada momento me enamoraban más de él.

Cada día que pasaba me daba cuenta que la conexión se intensificaba y que crecía más el amor que sentía por él. No importarían las distancias con él porque simplemente ingresamos a universidades que quedaban relativamente cerca para poder estar juntos en la misma ciudad. Eso me gustaba, incluso le había preguntado a papá que si era muy recomendable la universidad de Cornell, ya que él fue quien estudió Arquitectura ahí. Cuando tuvieron esa conversación no pude evitar sonreír todo el tiempo.

Regresé mi atención a Gerard y le sonreí mientras veíamos hacia toda la ciudad. Por lo regular, bueno no, cuando era verano el clima de Phoenix ardía pero era algo a lo que ya estaba acostumbrada al vivir aquí la mayor parte de mi vida, solo esperaba que el cambio de clima no me ajustara cuentas con esos resfriados que me daban al regresar de París porque no podría disfrutar de mis primeros días como universitaria en Juilliard.

—Muy pronto estaremos en Nueva York, lejos de todo esto. Me gusta mi ciudad —comentó.

Sonreí.

—A mí también, siempre me ha gustado. Pero hay sueños que perseguir...

—¿Regresarás al terminar? Me refiero a que si volverás a vivir aquí o simplemente buscarás llegar más lejos.

Suspiré.

—No lo sé, Ger, creo que una bailarina tiene muy poco tiempo para poder ejercer su profesión, luego, normalmente, al cumplir treinta años tiene que retirarse, si es demasiado buena termina ejerciendo su carrera impartiendo clases en una escuela prestigiosa, pero si te rindes, solo te conformas con dar clases a niñas pequeñas en pequeños estudios de baile.

—¿Y cuál es tu meta al cumplir los treinta?

—Supongo que al graduarme quiero seguir, llegar más alto. Siempre he amado bailar, desde que era una niña. Cuando se los dije a mis padres me daba miedo porque siempre viví entre planos y fotografías, pero... resultó bien. Papá y mamá siempre consideraron que llegara a tiempo a todas mis clases.

—Asumo entonces que veré a mi mariposa en lo más alto de un escenario en París o Londres, incluso si es en un kiosco estaré encantado de estar en primera fila —dijo, con una sonrisa plasmada en el rostro. Me encantaba ver las pequeñas arrugas que se formaban en la comisura de su boca cuando sonreía. Siempre me ha encantado eso de él, que es tan genuino, espontáneo.

Sueños rotos [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora