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DE UN REY PARA SU PRINCESA.

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Había cuatro cartas sobre el escritorio del notario, cada una de ellas tenía grabada un nombre, y era específicamente el nombre de nosotros cuatro: mamá, mis hermanos y yo. Cada una de ellas estaba destinada con un propósito diferente, supongo que era la despedida individual con papá. Y la verdad es que tenía mucho miedo de leer la mía.

Papá no tenía tantos bienes, era más su seguro de vida el que nos estaba dejando a nosotros, además de dejar todos los bienes al nombre de mamá a nosotros solo nos estaba dejando el dinero que el seguro cubrió todos estos años. Mamá también estaba dentro de ese seguro de vida y así que estaba dividido en cuatro partes.

—Después de que todos ustedes hayan firmado de que reciben el dinero sin objeciones y que se quedan conformes, podré dar por sentado que ya no nos queda ningún trato legal —dijo el abogado.

Mamá asintió.

—Muchas gracias —respondió mientras tomaba la carta entre sus manos y él le extendía el bolígrafo para poder firmar el recibimiento.

Dave por otro lado le siguió mientras tomaba la carta entre sus manos y salía del lugar a paso apresurado, en mi caso, firmé en donde estaba mi nombre y tomé el sobre para poder salir detrás de mi hermano mayor a toda prisa. Caminaba a grandes zancadas, mientras que yo corría detrás de él para poder alcanzarlo.

—¡Dave! —Mi hermano se detuvo en seco, pero no se giró, contrario a eso se quedó parado ahí y cuando lo alcancé pude notar que no estaba demasiado feliz con mi presencia—. Tenemos que hablar.

—¿Sobre qué?

—Empecemos por el hecho de que desde que llegué no has querido dirigirme la palabra salvo para decirme que papá murió.

Su dura mirada verde me estaba dando un poco de inseguridad ante mis palabras, porque en serio no podía con esto, en serio había muchas situaciones difíciles en nuestra historia, pero esta era una de esas que en serio no estaba segura de soportar, sobre todo cuando de su boca salieron las siguientes palabras.

—¿Te sientes con el derecho de exigir explicaciones, Emma? No, no las mereces, pero si tanto quieres saber... —Sus ojos verdes estaban sobre los míos y el simple hecho de verlo así hizo que me entraran ganas de llorar—. Eres la persona más egoísta que he conocido. No te importó dejar a tu familia en medio de la tormeta para irte a refugiar de tu propio dolor, cuando aún sabías que papá hubiera querido que pasaras todo ese maldito tiempo al lado de tu familia. Nos quitaste todo, Emma. Te fuiste... Y a decir verdad no es algo malo que te hayas ido, así mantuviste lejos de la familia al bastardo traidor de tu esposo.

»Déjame decirte que es bueno saber que le pediste a mi esposa que te ayudara con el divorcio.

—¿Esposa? —Mi voz salió demasiado quebrada en ese momento.

—Sí, Josette ya es mi esposa. Lo hicimos mucho antes de que naciera nuestro hijo. Algo demasiado íntimo, queríamos que papá estuviese presente aún.

—Yo..., yo no sabía que ustedes se habían casado. Josette no me lo contó.

—Así se lo pedí. Yo siempre supe dónde estabas, Emmaline, pero no quise buscarte ni decirle a nadie de tu paradero porque si lo que querías era estar solo bien por ti, de no ser porque Alec te encontró, créeme, jamás te hubiera buscado. Jamás le hubiera dicho a nadie del paradero, y obviamente jamás habrías sabido sobre la muerte de nuestro padre, era lo menos que te merecías por egoísta.

Sueños rotos [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora